Explica Hanna Massad, pastor en el exilio de la Iglesia Bautista de Gaza (la única entidad evangélica en la Franja) que “nosotros, los cristianos palestinos estamos muy entristecidos por ver los que han muerto en ambos lados por ataques y cohetes”, aunque explica que cree que “Israel ha tenido una respuesta exagerada”.
El alto al fuego del 18 de de enero terminó con una ofensiva de 22 días, que resultó en 1.300 muertos entre los palestinos, y 13 en el bando israelí. Los heridos y desplazados han sido miles. La ayuda humanitaria (entre esta, la de organizaciones cristianas) ha estado entrando con cuentagotas en las zonas devastadas, mientras muchos palestinos han estado sin electricidad y agua corriente.
VÍCTIMAS ENTRE LOS CRISTIANOS PALESTINOS
Los misiles israelíes acabaron en parte con la infraestructura de Hamas, pero se llevaron por delante también a muchas construcciones civiles. Entre ellas, una clínica cristiana en Shijaiya que ofrecía asistencia médica gratuita desde 1968. Por otro lado, uno de los cirujanos cristianos de Gaza ha explicado que dos ambulancias recibieron impacto de fuego, y que seis de sus pacientes murieron por ello.
La comunidad cristiana en Gaza, aproximadamente unas 2.500 personas, han sufrido la muerte, durante estos días, de por lo menos 3 personas, incluyendo un niño de 14 años, que murió de un ataque al corazón durante los bombardeos.
Además, los edificios de la Sociedad Bíblica Palestina y la Iglesia Bautista de Gaza, han quedado severamente afectados.
APOYO INTERNACIONAL
Varias organizaciones evangélicas de todo el mundo se han movilizado estos días para ayudar a los civiles afectados por el conflicto armado. La alianza Bautista Mundial ha estado ofreciendo ayuda médica desde el Cairo (Egipto) a ciudadanos de Gaza que estuvieran heridos.
La Alianza Evangélica Mundial, por su parte, ha pedido empatía por las víctimas de ambos lados y ha recordado que “el Dios que está cerca quiere la bendición de los judíos, pero no a expensas de el pueblo árabe, y quiere la bendición para los árabes, pero no a expensas del pueblo judío”, ha dicho el director internacional, Geoff Tunnicliffe.
CRISTIANOS DE PALESTINA E ISRAEL QUIEREN SER EJEMPLO
Yohanna Katanacho, decano de la Universidad Bíblica de Betlehem, se ha mostrado preocupada por la muralla que la guerra pueda haber creado entre cristianos palestinos y judíos mesiánicos. Espera que se pueda perdonar, aunque también ha abogado por justicia en un conflicto en el que “se han quitado 100 ojos por cada ojo”.
Para Katanacho. “es duro aceptar que podemos ser enemigos políticos y a la vez hermanos y hermanas espirituales”. “Nuestra relación con el Hijo de Dios”, considera, “debería transformar nuestras percepciones políticas de una forma que nos hiciera más crítico con la actuaciones de nuestros gobiernos, más claros en nuestra necesidad de gracia divina, amor y justicia”.
Otra opinión es la de Caleb Myers, fundador del consejo del Instituto de Justicia de Jerusalén. Cree necesaria la defensa de Israel de los ataques previos de Hamas, pero cree que eso no ha evitado evita que “las relaciones interétnicas entre creyentes en Jesús, en Israel y Palestina, hayan madurado hasta el punto que cada parte respete las opniones de la otra, aún cuando sean diametralmente opuestas”. Añade que “ahora es el momento para trabajar para conseguir nuestras metas comunes”.
“PODEMOS SER MODELO AL RESTO DEL PAÍS”
Salim J. Munayer, director de Musalaha, una entidad conocida por su trabajo de reconciliación entre israelíes y palestinos, dice que aunque hubo algunos enfrentamientos por posiciones distintas, durante la primera semana de conflicto, durante la segunda semana, muchos se unieron a orar, dejando que su fe estuviera por encima de sus aspiraciones nacionales.
“Tenemos gente orando en ambas partes, es un logro”, cree Munayer. Judíos mesiánicos y palestinos han estado enviando comida a Gaza, y varios han invitado a cristianos de la Franja a sus casas, para pasar un tiempo de recuperación, después del conflicto.
Para Munayer no hay duda. “Nuestros esfuerzos para buscar la reconciliación no se han acabado”, sino más bien “han aumentado, porque la gente se da cuenta más y más que no podemos seguir con este ciclo de violencia”. Existe la determinación de “trabajar más duro, tener una voz profética y ser un ejemplo para que la gente vea que palestinos e israelíes pueden coexistir”.
También Katanacho cree que es un momento esencial. “Nuestra sabiduría en común es mejor que nuestras perspectivas separadas”. Y concluye: “Si nosotros como cristianos palestinos y judíos mesiánicos nos unimos en una nueva visión sociopolítica basada en el entendimiento del evangelio, podemos convertirnos en un modelo para el resto del país”.
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