El pasado sábado 2 de septiembre se celebró el 50 aniversario del surgimiento del movimiento denominado “Comunidades” con un encuentro/reencuentro en el monasterio cántabro de La Canal, al que asistieron un centenar de personas venidas desde diferentes puntos de la geografía española. 

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El programa de la efeméride no tenía un plan muy definido, pues según los organizadores la idea era simplemente volver a juntar a aquellas personas que asistieron al nacimiento del movimiento o participaron en él; así que el tiempo se fue diluyendo en animadas charlas en las que los asistentes pudieron recordar lo acontecido en aquellos años y compartir sus diferentes trayectorias vitales.

Tras la comida comunitaria se cantaron por diferentes personas canciones icónicas que marcaron aquellos tiempos y que fueron coreadas por todos los asistentes; asimismo se dieron testimonios y contaron anécdotas y diversas situaciones que marcaron el devenir de aquella eclosión de libertad y despertar espiritual.

En otro orden de cosas, un grupo de jóvenes, hijos de aquellos primeros componentes de este movimiento, presentaron el proyecto de realizar un documental acerca del acontecimiento para indagar y dejar un documento visual acerca de lo que aconteció y significó este avivamiento en la ciudad de Burgos. (Se puede obtener información de este proyecto y de cómo colaborar con él en la página web de la Iglesia Evangélica Comunidades Unidas Anabautistas – IECUA). 

Un movimiento espiritual en plena dictadura franquista

Para aquellos que no hayan oído hablar de este hecho hemos de contar que en la década de los 70 del siglo pasado, en pleno franquismo, y en los primeros años de los 80, surgió de manera espontánea un movimiento espiritual que afecto fundamentalmente a la ciudad de Burgos, pero que rápidamente se propagó por otros muchos lugares del norte de España y que se denominó “Comunidades”. 

En aquella época confluyeron en aquella ciudad diversos factores como la llegada de algunos misioneros evangélicos y un ansia de autenticidad y libertad que conllevó a que cientos de jóvenes de la ciudad, de todo tipo y condición, se reunieran, y conocieran y se apasionaran por Jesús. Un auténtico y genuino “despertar y mover del Espíritu Santo” que sacudió a la sociedad burgalesa. Dentro de un contexto de ansia de libertad y de cambio, también la fe y la espiritualidad experimentaron un despertar, un impulso hasta entonces desconocido que llevó a que muchos jóvenes y adolescentes rompieran con todo y tomaran decisiones que aún hoy pueden parecer transgresoras.

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Algunos de aquellos jóvenes, llevados por su fe y pasión por Dios, abandonaron sus hogares familiares y organizaron pequeñas comunidades de vida en las que vivir según el evangelio, se pronunciaron como objetores de conciencia al servicio militar, pero todos ellos produjeron un impacto con un testimonio claro y rotundo de lo que Dios puede hacer en las vidas de las personas cuando son tocadas por Él y testificaron de una fe que la iglesia como institución no estaba preparada en aquel entonces para comprender.

Fruto de ello, en años posteriores, fue el nacimiento de diversas comunidades evangélicas y grupos católicos en diferentes lugares de la cornisa cantábrica que siguen en la actualidad testificando de la veracidad de la fe en Jesucristo y en la vivencia de su evangelio.