La asociación evangélica Nueva Vida ha presentado su memoria anual, en la que se muestra el alcance de su actividad en beneficio de personas vulnerables.

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La memoria, que fue publicada en mayo, detalla cómo Nueva Vida trabajó en Cantabria, Euskadi y Baleares para socorrer a los más necesitados, entre ellos personas privadas de libertad, sin hogar, víctimas de la prostitución y trata, migrantes y refugiados.

“Nuestro equipo humano ha crecido y con ello la capacidad de llegar a un mayor número de personas. El año pasado pudimos contar con 113 profesionales y 82 voluntarios. De hecho, también participaron 24 estudiantes al realizar sus prácticas aquí”, señala Julio García Celorio, presidente de Nueva Vida.

Bajo el lema “Todos merecemos una segunda oportunidad”, la institución abordó a 312 privados de libertad; también fueron asistidas 583 víctimas de prostitución y trata sexual, 166 usuarios con necesidad de protección internacional, 1.454 personas sin hogar y 1.404 en riesgo de exclusión.

De las 389 personas que acudieron a los programas dedicados a la inserción sociolaboral y formación para el empleo, el 40% logró incorporarse al mundo laboral. Por otro parte, realizaron 487 pruebas para la detección y prevención del VIH en espacios de prostitución, atención jurídica, psicológica y enseñanza del idioma español, en los casos requeridos.

[photo_footer]Gráfico con la atención realizada en 2022 por la Asociación Nueva Vida.[/photo_footer]

Génesis de Nueva Vida

Julio García Celorio era un pastor de apenas 23 años de edad que cierto día, recibió la visita de unas personas para pedirle que fuera a la cárcel a ver a uno de sus familiares. “Lo último que hubiera querido hacer es entrar allí. Nunca me lo planteé como visión y ni lo sentía como vocación. Sin embargo, ante el constante llamado de estas personas, fui a cumplir mi responsabilidad”, recordó en una entrevista con Protestante Digital.

Explica que llevó una Biblia y el libro “La Cruz y el Puñal” cuando fue a visitar a este joven privado de libertad. “Me entrevisté con el muchacho y oré con él, hice lo que se esperaba de mí como pastor. Al final me preguntó si lo visitaría la próxima semana y le dije que sí. Al volver -cuenta Julio García Celorio- habían 14 más que también querían tener reuniones”.

Ese apenas fue el inicio. Julio indica que, junto a su esposa y voluntarios, empezaron a responder las demandas y solicitudes de personas que tenían familiares privados de libertad. Por otra parte, eran abordados para ayudar a personas relacionadas con la prostitución.

“En nuestra iglesia empezaron a venir chicas que huían de los prostíbulos. Sin dinero empezamos a crear una casa de acogida y emprender acciones para atender dentro y fuera de la iglesia, siempre con nuestra fe puesta en el Señor. Recuerdo que mi esposa fue la primera en entrar a un club como sanitaria para hacer pruebas de VIH”, agregó.

Todas estas realidades ameritaron una respuesta planificada y estructurada. Es así como nace la Asociación Evangélica Nueva Vida. “Era necesario llevar a otro nivel nuestras actividades ministeriales. Eso fue hace 25 años y desde entonces, trabajamos arduamente en colaboración con la administración local, autonómica y estatal”, cuenta el presidente y fundador de Nueva Vida.

[photo_footer]Julio García Celorio, fundador de Nueva Vida.[/photo_footer]

La obra sigue creciendo

Cada año, la asociación sigue diversificando sus actividades. En esta ocasión destacan la sensibilización entre la comunidad educativa, profesional y empresarial, a través de los programas No+Trata y STOP odios, además de promover el taller de confección Nueva Vida Textil, que en menos de un año, permitió consolidar siete puestos de trabajo para personas en situación de exclusión social.  

Otro de los aspectos comentados fue el reconocimiento de Nueva Vida como una de las 24 asociaciones de España autorizada por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones para asumir la gestión de programas de atención humanitaria a personas migrantes de forma directa.

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Este nuevo convenio de acción concertada para el Sistema de Acogida de Protección Internacional (SAPI) tiene una duración de cuatro años y ha supuesto un crecimiento cualitativo para la entidad cristiana, tanto a nivel de personal como de capacidad de atención a personas en situación de vulnerabilidad.

Julio finalizó agradeciendo a las entidades públicas y privadas que confían el trabajo de la asociación a través de la financiación de los programas. También felicitó a los voluntarios y al personal de Nueva Vida por los logros del 2022, pero en especial a los usuarios. Agregó: “Gracias por todas sus muestras de aprecio, cariño y agradecimiento que son, sin duda, la mejor recompensa a nuestro trabajo. Juntos, ¡seguimos adelante!”