El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Hablamos con cinco venezolanos que están en España sobre cómo perciben la situación crítica que atraviesa el país. Señalan la importancia del acogimiento de las iglesias evangélicas.
Cada vez más venezolanos salen de su país en un éxodo forzado por las circunstancias difíciles que atraviesa Venezuela. En uno de los países más ricos en recursos naturales, la escasez de alimentos o medicinas, la inseguridad y la falta de perspectiva de mejora está llevando a que millones atraviesen su frontera sin saber cuándo podrán regresar.
Uno de los países de destino de cientos de miles de venezolanos en estos últimos diez años es España. La cercanía cultural, los lazos familiares -Venezuela acogió a miles de inmigrantes españoles durante el siglo XX- y las facilidades que desde el Gobierno se están dando en los últimos meses para garantizar la permanencia en el país son algunos de los factores que llevan a que este sea uno de los países principales de destino.
El crecimiento de la población venezolana en España es perceptible en muchos contextos, entre ellos las iglesias evangélicas. Los evangélicos en España han crecido en las últimas dos décadas con el impulso de los inmigrantes, la mayoría procedentes de Sudamérica. Esa realidad pluricultural, así como la importante actividad de ayuda social de las iglesias evangélicas, son factores que también están ayudando a la integración de más venezolanos en las congregaciones locales.
SALIR DE VENEZUELA
Mena Giuliano está en Valencia desde octubre de 2017. Es farmacéutica de profesión y llegó España por la situación crítica que atraviesa Venezuela. “La escasez de medicinas y comida, la devaluación económica, y no tener ningún tipo de estabilidad hacía que no supiera si podría darle lo necesario a mi familia”, explica a Protestante Digital.
Para Luisana Arias, joven ingeniera medioambiental de 28 años que está afincada en Barcelona, se sentían “arrinconados” hasta el punto de que no podían estabilizarse o buscar una mínima calidad de vida “debido a las políticas adoptadas por el Gobierno”. “Ya no hay calidad de vida”, añade Larry Márquez, que también está en Barcelona.
La inseguridad y la violencia han sido el detonante de muchas otras salidas del país. Es el caso de Luis Troconis, arquitecto afincado en Madrid, que en 2003 “fui atracado, secuestrado, me dieron un golpe en la cabeza con una pistola”. Los captores le amenazaron, advirtiéndole que no podría desarrollar su actividad empresarial “porque había firmado en el referéndum en contra de Chávez”. “Eso era en 2006… Ahora, en 2019, hay un asesinato cada 16 minutos en Venezuela”, explica.
Tomar la decisión de marcharse nunca es fácil. “Dejaba atrás a todo lo que más quiero, mi familia, y más aún porque sabía que seguirían sufriendo las consecuencias de las malas políticas”, cuenta Luisana Arias.
ANGUSTIA EN LA DISTANCIA
Ante las noticias que surgen estos días sobre Venezuela, se entremezclan sentimientos y sensaciones. Todos tienen amigos, o familiares, que todavía están en el país y con quienes mantienen una comunicación fluida. “La información que nos llega es peor de la que podemos ver u oír en los medios de comunicación”, dice Enrique García, que lleva en España desde 2004. “La carencia de alimentos y medicinas es constante. La inflación galopante y la inseguridad en las calles es abrumadora”, cuenta.
“Mi madre sigue allí, está sola”, comenta Luis Troconis. “Cada día sale menos de casa. No hay productos en el supermercado. Los hospitales destruidos… Yo recibo las malas noticias, y aún así hay que estar allí para ver lo mal que está. Admiro mucho a la gente que sigue allí, luchando contra esta dictadura disfrazada”, agrega Luis.
En el caso de Mena Giuliano, algunos de sus hermanos siguen en Venezuela. “Sobreviven gracias a una base económica estable de hace muchos años, y con lo poco que se tiene lo están logrando. Pero lo que nos aflige es el duelo de la separación”, expresa con la voz quebrada. “La separación del país, de tu zona de confort, de los afectos. Para cada inmigrante, es un duelo lo que estamos viviendo”.
ACOGIDOS EN LA IGLESIA
La integración en un nuevo país, a pesar de la cercanía del idioma, no es fácil. “Me tocó ver racismo y discriminación”, explica Luis Troconis, que en 2006 era el único extranjero de su clase cursando un máster en Madrid. “Todavía cuando escuchan mi acento hay veces que cambian la actitud. Incluso ahora que estoy buscando piso o habitación… Pero poco a poco va mejorando”.
Algo que los venezolanos valoran positivamente es poder encontrar en las iglesias evangélicas una comunidad que les esté acompañando y ayudando a integrarse.
“Conocí a un grupo de personas dentro de la iglesia que me han ayudado en este proceso de adaptación”, dice Luisana Arias, que está en Barcelona. También Larry Márquez, en esta ciudad, agradece “el cariño, la recepción y la ayuda brindado”.
Para Mena Giuliano, en Valencia, la experiencia está siendo positiva. “Es una ciudad acogedora, la gente es agradable”, pero además “no pasó ni un mes cuando Dios me puso en el camino a dos hermanas cristianas que me dieron la bienvenida y a través de las iglesias me han ayudado infinitamente. Me he sentido llena de bendiciones”, dice. La dificultad, agrega, sigue estando en el ámbito laboral donde considera que “es difícil integrar a un ciudadano venezolano”.
ESPERANDO UN CAMBIO
¿Qué puede suceder en Venezuela en los próximos meses en el ámbito político? Nuestros entrevistados reconocen la dificultad de poder predecirlo en un país con una situación tan crítica y polarizada.
La proclamación de Guaidó como presidente interino ha traído esperanza a muchos venezolanos en la diáspora. “Mi expectativa es que, Dios mediante, se acabe la tiranía”, afirma Enrique García, muy crítico con el gobierno de Maduro. “Sin embargo -reconoce- ese será el inicio de un largo proceso de reconstrucción y reconciliación que no va a ser tampoco fácil”.
Larry Márquez espera que haya “un cambio político en el país”. Un cambio, opina Luisana Arias, que permita a Venezuela “resurgir y recomponerse del daño social ocasionado por el gobierno”.
“Es impredecible”, considera Luis Troconis, que recuerda que “nadie” esperaba la muerte de Chávez. “Es obvio que la mayoría quiere un cambio de gobierno, pero todas las instituciones están compradas. Las pocas empresas que quedan se han arrodillado y han pactado con el régimen. Siguen teniendo mucho dinero por el petróleo, ahora por el narcotráfico”, afirma este arquitecto afincado en Madrid. “Ha sido una combinación nefasta para Venezuela. Chávez promocionaba la expropiación a los que se hicieron ricos “robando”. Hay esa cultura de quitar, sea un ladrón o sea un policía, a día de hoy todo está muy corrupto”, denuncia.
Más cauta se muestra Mena Giuliano, que reconoce la dificultad política por el conflicto de intereses internacionales que tiene lugar en Venezuela. “Es difícil pensar que pueda cambiar a corto plazo y ser la Venezuela que era 15 o 20 años atrás. Me desanimo y pienso que Venezuela va a estar estancada hasta que esos intereses no permitan que salga del hoyo donde está insertada. Creo en un Dios inmenso, que la justicia prevalece y que este enredo se pueda aclarar y Venezuela vuelva a ser el país próspero que siempre fue”.
ORAR Y AYUDAR
Nuestros entrevistados muestran su agradecimiento por la ayuda mostrada en España, y piden que la iglesia siga orando.
“Oren para que este período de dificultad acabe pronto, y que las personas hayan tenido un acercamiento con Dios durante este proceso, y lograr dejar atrás tanta idolatría enraizada y patrocinada por los actuales políticos”, expresa Luisana Arias.
“Oren por nuestras familias, y por todas las personas que están en la oposición al gobierno actual”, expresa Larry Márquez.
Hay que “seguir orando para que Dios sea el Rey de la Nación, eso es lo fundamental”, dice Enrique García.
“En Venezuela hemos ido cada uno por el camino del egoísmo -apunta Luis Troconis-. Dios quiere nuestro bien pero nos hemos vuelto cada vez más egoístas. La oración la apreciamos un montón”.
“Sabemos que la oración del justo llega al corazón de Dios. Creo que como la ayuda económica, que la iglesia envía a Venezuela, también es importante. La mejor forma de ayudar es a sobrellevar el duelo, el dolor de la separación. Que tenemos un gran Dios que va a proveer. Ese apoyo, ese sentirme confortada, deberíamos hacerlo con todos los venezolanos que lleguen, de una forma comunitaria. Necesitamos esa ayuda espiritual y emocional”, concluye Mena Giuliano.
En las iglesias evangélicas españolas hay diversas iniciativas para enviar ayudar práctica a Venezuela. Si quieres información sobre una de ellas, contacta con Alianza Solidaria.
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