El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Hablamos con el director general de Asuntos Religiosos de la Generalitat, Enric Vendrell: “Para una buena convivencia hay que trabajar para un mayor conocimiento social de las confesiones”, afirma.
Una semana después de los atentados en Cataluña que segaron quince vidas y dejaron 100 heridos de diversa gravedad, el director general de Asuntos Religiosos atiende a Protestante Digital para hablar sobre libertad religiosa, islamofobia, convivencia, y los retos que se plantean para el presente y el futuro inmediato.
Vendrell considera que se debe evitar que las comunidades religiosas -y en particular las islámicas- caigan en el aislamiento tras los atentados. “Soy optimista”, dice, porque “creo que tenemos una sociedad catalana cohesionada, que saldrá adelante”.
Aunque algunos medios se está discutiendo si sería necesario algún tipo de control gubernamental sobre los imanes, Vendrell está convencido de que ese camino no es el adecuado. “Cada confesión es absolutamente libre, autónoma e independiente para escoger y formar a sus ministros de culto (…) Si nos creemos de verdad que el sistema está presidido por la libertad religiosa, no nos corresponde controlar”, afirma, valorando que la vigilancia está en manos de “los cuerpos y fuerzas de seguridad”, que hacen una labor “intachable”.
El director general de Asuntos Religiosos destaca asimismo la buena relación con los evangélicos y anuncia que desde el Gobierno autonómico se apoyan las conmemoraciones del 500º Aniversario de la Reforma en octubre de este año.
Pueden escuchar la entrevista íntegra al final de la noticia
P. Señor Vendrell, ha pasado una semana de los atentados en Cataluña. ¿Cómo describiría la situación, cuáles son sus sensaciones?
R. Es una sensación conscientemente ambivalente. El Gobierno, no podría ser de otra forma, es consciente de que estos hechos han conmocionado a nuestra ciudadanía, han supuesto un golpe muy duro. Pero por otra parte, no sé si será porque soy optimista, pero creo que tenemos una sociedad catalana cohesionada, que saldrá adelante. Una sociedad que sabrá colocar cada cosa en su sitio, sabrá distinguir y sabrá seguir considerando a la población musulmana como sus vecinos, gente de confianza, gente integrada en esta sociedad.
P. Estos días se está hablando mucho de integración. ¿Hay un nivel aceptable de integración de las comunidades islámicas en la sociedad catalana?
R. Me cuesta usar la palabra “integración”. A lo largo de estos años he repetido varias veces que no estamos ante la necesidad de que un colectivo como el musulmán deba integrarse en esta sociedad catalana. El reto de Cataluña es que todos los que provienen de países de mayoría musulmana, o los que vienen de Sudamérica, o los que vienen de los países del Este de Europa, o los que ya llevan viviendo aquí por generaciones, todos debemos integrarnos en una nueva realidad. La sociedad catalana ha vivido en los últimos años una transformación impresionante desde muchos puntos de vista, también desde el punto de vista religioso. La realidad religiosa de Cataluña hoy no tiene nada que ver con la que se podía encontrar hace 25 o 30 años. Todos estamos obligados a integrarnos a esta nueva realidad social.
P. ¿Cuál es el trabajo que se realiza desde Asuntos Religiosos para favorecer esta convivencia, y en concreto, con respecto a las comunidades islámicas?
R. Nosotros tenemos tres grandes líneas de trabajo. Primero, la Dirección General de Asuntos Religiosos tiene la tarea de relacionarse con las comunidades y confesiones religiosas presentes en Cataluña. En este sentido, estamos asesorando, acompañando a estas comunidades, que en estos últimos decenios se han ido implantando en nuestro territorio, para ayudarles a formalizar esta presencia.
Otra línea de trabajo es la colaboración y el asesoramiento a los Ayuntamientos de Cataluña, dado que a nadie se le escapa que en buena medida la actuación de las confesiones se concreta en los municipios. Allí trabajamos para que esta novedad religiosa, que ha cambiado tanto en tan pocos años, obliga a los municipios se adapten a la nueva realidad y faciliten la actividad a estas comunidades. El principio rector de nuestra actuación es la libertad religiosa, nos hemos dotado de un sistema jurídico presidido por el derecho a la libertad religiosa y eso nos obliga a trabajar con las comunidades religiosas y con los ayuntamientos para que la libertad religiosa no quede en frases bonitas, sino que podamos irlo concretando en el día a día.
El tercer ámbito de actuación, importantísimo y que de alguna forma engloba todo: El gobierno de Cataluña lleva a cabo un ambicioso trabajo de sensibilización, de pedagogía, lo que nos ocupa es dar a conocer esta diversidad religiosa. Tenemos una sociedad que valora positivamente la presencia de las distintas confesiones, pero a la vez sabemos que hay un elevado grado de desconocimiento de las distintas confesiones. Para una buena convivencia hay que trabajar en el mayor conocimiento de las confesiones. Lo peor que nos puede pasar es que la ciudadanía no conozca nada de estas confesiones, porque el no conocer lleva consigo los prejuicios, la estigmatización, etc. Este ámbito de trabajo es importantísimo, dar a conocer y explicar, presentar y normalizar esta diversidad religiosa.
P. En el caso de estos atentados, se apunta al factor de radicalización dentro de las comunidades islámicas, y en este caso concreto se considera que el imán de Ripoll ha sido quien les ha llevado a hacer este ataque. ¿Qué se puede hacer desde el Gobierno?
R. El trabajo nuestro, no a consecuencia de estos atentados, sino que este país lleva una larga trayectoria de acompañamiento, es de darle a estas comunidades la capacidad de que conozcan cuál es la realidad social y política de este país, ayudarles a darse a conocer a las autoridades municipales. Ese trabajo para nosotros es muy importante. No nos conviene en absoluto que las comunidades religiosas -tampoco las evangélicas, ni las judías- vivan encerradas en ellas mismas. Esto es un aspecto casi obsesivo. Necesitamos unas comunidades abiertas, en diálogo con las autoridades municipales, con las organizaciones de vecinos, con las organizaciones políticas. Necesitamos que estas comunidades estén muy abiertas a la sociedad.
Con lo que ha sucedido esta semana, es evidente que puede haber consecuencias. Una podría ser un cierto replegamiento, un cierto paso atrás. Ahí estamos trabajando para que no suceda. En Ripoll, trabajando con la comunidad, con el Ayuntamiento, con las asociaciones. El tejido asociativo en Cataluña es impresionante, esto da estructura a nuestra ciudadanía, y es importante que trabajemos. La consejera de Gobernación salió rápido a decir que es importante no estigmatizar a estas comunidades musulmanas. Es importante estar a su lado y que estos hechos no conlleven una marcha atrás.
P. Estos días la investigación gira en torno al imán de Ripoll, quien se sospecha que ha sido quien ha instruido a los jóvenes. Se está hablando en la prensa de si es necesario establecer algún tipo de protocolo de control sobre los imanes, o si se debe mantener el autocontrol por parte de las comunidades religiosas. ¿Qué piensa?
R. Estos días he contestado infinidad de veces esta cuestión. Creo que en este medio, al ser protestantes, se entenderá y será más fácil. Nuestro derecho jurídico está presidido por el derecho a la libertad religiosa. Uno de los ámbitos en los que se concreta esta libertad religiosa, porque es necesario concretarlo, es que cada confesión es absolutamente libre, autónoma e independiente para escoger y formar a sus ministros de culto. Se ha dicho que si hay o no hay que tener un registro, un control… De verdad, no creo. No nos corresponde. Si nos creemos de verdad que el sistema está presidido por la libertad religiosa, no nos corresponde controlar. ¿A alguien se le pasa por la cabeza que el Gobierno tenga que controlar en un registro a los pastores, o a los rabinos, o a los párrocos? No nos corresponde. Ya hay mecanismos en nuestra legislación y en nuestra Administración por si en algún momento determinado algún párroco, o algún rabino o algún pastor, resulta que su prédica no está de acuerdo con las leyes y principios que conforman nuestro ordenamiento, ya hay formas de dar respuesta. Este es mi argumentación. Insisto: siempre acompañado del trabajo que llevan a cabo los cuerpos y fuerzas de seguridad, que trabajan de forma impecable y hacen el seguimiento que hay que hacer, y detectan lo que haya que detectar.
Hay que añadir además que en este momento la radicalización no se está produciendo en el interior de las mezquitas. Hay trabajos sobre esta materia. Los imanes, que son trabajadores asalariados de las comunidades musulmanas, son absolutamente conscientes de en qué país estamos, cuál es el régimen jurídico, cuáles son los principios fundamentales, y son las primeras interesadas en que el imán no se salga de este marco jurídico vigente. No es en la predicación de los viernes, dentro de la mezquita, donde se da el mensaje de radicalización. El caso de Ripoll es coincidente con lo que digo. Nadie detectó dentro de la mezquita un discurso preocupante por parte de este imán. Este señor tenía una doble vida. Una vida en la comunidad, en la predicación de los viernes, que era intachable, y otra actuación fuera de la mezquita, en esta relación con los jóvenes.
P. ¿Cuál es su valoración sobre el acto interreligioso celebrado ayer en Barcelona?
R. Tal vez no soy imparcial, pero estamos muy satisfechos. Es un acto que creo que es la primera vez que se realiza, al menos en Barcelona, algo de estas características. Un acto en el que el protagonismo lo tuvieron las confesiones religiosas, al que asistieron todas, donde los jóvenes de las distinas confesiones participaron. Asistieron las máximas autoridades políticas de este país, desde el ministro de Justicia hasta el presidente de la Generalitat, la presidenta del Parlamento de Cataluña, numerosos consejeros del Gobierno de Cataluña, la alcaldesa de la ciudad, concejales de la ciudad, diputados del Parlamento. Aunque estaban presentes las máximas autoridades, el protagonismo no fue para ellos, algo que se quiso de esta forma. Admito que se puedan hacer observaciones, ojalá no haya que repetirlo, pero si debe hacerse, estaremos encantados de procurar mejorarlo. Pero estoy satisfecho. Las fechas no ayudan y aún así la asistencia fue importantísima. Creo que ha sido un buen acto simbólico, que no era teatro, sino que tuvo contenido.
P. ¿Cómo valoraría la aportación de los protestantes a la sociedad catalana? ¿Considera que ante esta situación hay algo en especial que los protestantes puedan hacer?
R. El día siguiente al atentado escribí una nota a todas las comunidades religiosas. Muchísimas personas me contestaron, también muchos pastores protestantes, poníendose a disposición del Gobierno, dando muestras de estar decididos a trabajar en favor de la convivencia. Las comunidades protestantes en Cataluña las conocemos bien. Tengo muy buena relación con muchísimas de ellas. He tenido interés en estos años de viajar por toda Cataluña para ir conociendo y saludando a las iglesias en la medida de lo posible. En Cataluña las confesiones presentes son trece, todas ellas muy vivas con una presencia importante.
Conozco bien el mundo evangélico y me satisface saber que las iglesias están comprometidas con el trabajo que estamos llevando a cabo. Estamos en el año del 500º Aniversario de la Reforma, y estamos trabajando bien para que el Gobierno y las iglesias podamos conmemorar este aniversario. Tenemos un buen nivel de colaboración. Por ejemplo, en estos años hemos podido cerrar un tema que sé que las iglesias evangélicas venían solicitando desde hace mucho, en cuanto a la asistencia religiosa en hospitales, por medio de un convenio de colaboración. Es un ejemplo del trabajo de colaboración que creo que llevamos bien enfocado.
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