“Debemos oponernos con firmeza a la violencia doméstica”

Pastora de una iglesia en Alcobendas (Madrid), experta en e-learning y profesora del Seminario Bautista (UEBE), Raquel Molina fue una de las voces escuchadas durante el 8º Congreso Evangélico. 

En su intervención, expuso diversos ejemplos de cómo el evangelio debería marcar una diferencia en la forma en la que los cristianos responden ante los desafíos de la vida. La ética de trabajo, las relaciones familiares o la mayordomía fueron algunos de los aspectos tratados.

Pregunta. Comentaste varios aspectos sobre el testimonio, uno de ellos fue respecto a nuestra vida económica.

Respuesta. Nuestra vida en cualquier área debe ser testimonial. En este caso no podemos entrar en la corriente consumista que nos rodea. Cuando enfrentamos crisis económicas hemos de ser austeros y quitar aquello que es accesorio, que es mucho más de lo que pensamos. Debemos ahcer una mayordomía responsable. Se dice desde los púpitos, pero solo cuando llega la crisis es que nos planteamos de verdad hacer una mayordomía de vida. Estoy pensando en José, en como fue un previsor y almacenó y procuró que hubiera una solvencia en lo económico. Es un ejemplo a seguir. Podemos ejercer una mayordomía responsable y confiar. No somos parados en el Reino de los cielos, sino unos buenos administradores del tiempo y del dinero. Decir esto cuando uno está sin empleo, o con la carga de una hipoteca… En último término estamos demasiado apegados a lo material y le damos una relevancia que en muchas no es real. Confiar en la Palabra se ejerce en esos momentos. Dice la Palabra que no hay justo que mendigue pan. El Señor muchas veces permite que nos encontremos en estas situaciones difíciles y es ahí donde afrontamos la crisis con él. Y cuando vemos a nuestros hermanos o vecinos en necesidad, es el momento de ejercitar la fe. Cuando atendemos, también estamos impactando a la sociedad de esa manera. Ese es uno de los principios de la Reforma, impactando a la sociedad también con nuestros bienes. Esto significa saber tener buena mayordomía y ayudar a quienes no tienen.

P. En un segundo aspecto hablaste de la familia, las relaciones cercanas, y también abordaste la cuestión de la violencia de género, algo que no siempre se trata en las iglesias.

R. Tristemente, la violencia doméstica es algo que se da mucho más en nuestros contextos de lo que pensamos. Son muchas las ocasiones en la pastoral que atendemos a personas con violencia doméstica. Por eso debemos oponernos radicalmente. Cuando hablo de violencia doméstica, no me refiero solo a la violencia contra la mujer, sino también en casos -menos- contra los hombres. Debemos ser equilibrados porque es un problema que afecta a muchas familias. Nombré dos palabras, machismo y feminismo, que parece que no se pueden decir, pero ambas no aportan nada bueno a las familias y a las iglesias. No debemos ser ni machistas ni feministas, creo que debemos ser previsores, educando en la prevención de ambas posturas que radicalizadas son malísimas, y ponernos del lado de la víctima, que significa arriesgarse.

P. Mencionaste la necesidad de que se reconozca a la mujer y sus dones en la iglesia. ¿Crees que debería haber un cambio en la iglesia evangélica?

R. Creo que sí, porque así la iglesia evangélica se beneficiaría en su global de la diversidad. La teología, tanto en su parte teórica como práctica, se queda sin un elemento distintivo si la perspectiva femenina no está. Más en unos tiempos en los que vivimos, donde se producen radicalizaciones en este sentido.

P. Si hay algo más que quieras añadir…

R. Esta ha sido una buena experiencia, compartiendo juntos con personas que pueden tener otras perspectivas o visiones. Creo que esto es enriquecedor. Espero que pronto tengamos la oportunidad de impactar a la sociedad de forma que no haya vuelta atrás.