El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Tratamos un asunto que suscita dudas en la actualidad entre muchos evangélicos. Opinan autores de Protestante Digital.
Desde su elección en febrero de 2013 el Papa Francisco ha mostrado una actitud de apertura hacia el diálogo con otras confesiones que pocas veces se había visto en el papado. Los encuentros de Bergoglio con evangélicos no son aislados. Ha llamado “hermanos” a los pastores, con algunos mantiene una relación de amistad de años, y ha hecho varios llamamientos a cerrar las heridas históricas y buscar la unidad de todos los cristianos.
Esta apertura por parte del papado ha encontrado una acogida positiva en la mayoría de las entidades protestantes y evangélicas. Sin embargo, este acercamiento también ha provocado reacciones por parte de entidades como la Alianza Evangélica Italiana o la Española, que han querido marcar algunos límites al ecumenismo con la Iglesia Católica.
Por otra parte, las iglesias evangélicas, como entidades locales, se encuentran en España con la presencia mayoritaria de la iglesia católica. Algunas iglesias establecen relaciones de diálogo fluido, otras encuentran ámbitos de colaboración. Algunas participan en las iniciativas ecuménicas impulsadas desde la Conferencia Episcopal, como la reciente Semana de oración por la unidad de los cristianos; otras iglesias evangélicas se abstienen. También hay evangélicos que, a título personal, participan de estos eventos.
Ante la diversidad de criterios, toma interés el panel que celebrará el próximo 21 de febrero la Alianza Evangélica Española en su Asamblea, Idea 2015. “Ecumenismo y nuestra relación con el nuevo catolicismo. Principios guía para la Alianza en su diálogo con otras confesiones”, es el título bajo el cual dialogarán los pastores Marcos Zapata y José de Segovia.
Adelantándonos a este interesante panel, preguntamos a varios autores de Protestante Digital:
“En relación a la Iglesia Católica, ¿cómo crees que deberían actuar los evangélicos?”
SAMUEL ESCOBAR: Creo que como evangélicos no podemos aceptar las pretensiones hegemónicas de la Iglesia Católica Romana ni la práctica religiosa tradicional que busca la salvación por obras. Por otra parte no podemos negar que hay sectores dentro del catolicismo español que toman muy en serio la Palabra de Dios, publican mucho más material bíblico y teológico que los protestantes y buscan la práctica de un cristianismo más bíblico. Hay esfuerzos de cooperación locales que son edificantes, especialmente en la causa bíblica. Sorprende el número de profesores evangélicos que han estudiado en Facultades Católicas y saben examinarlo todo y retener lo bueno. Creo que la existencia de una traducción interconfesional es un ejemplo valioso. Hemos de superar el victimismo y mirar al catolicismo con madurez, en lo cívico-social-político de igual a igual. Además debemos conocer mejor y evaluar el cristianismo de los primeros siglos en España. De los dos San Vicentes que se veneran en Valencia, me atrae e inspira San Vicente Mártir pero me repugna San Vicente Ferrer.
ALFREDO PÉREZ ALENCART: No puedo aconsejar a otros, pues cada quien debe ser libre de actuar dentro de un marco cristiano de amor al prójimo. Pero nunca me han interesado las jerarquías, sean católicas o no. Sí las personas y por ende, puedo tener – y de hecho tengo- muy buenas relaciones con católicos de base, personas cuyo ejemplo de vida bien merecen mi más profundo respeto. En esto creo seguir las lecciones del Rabí.
JULIO PÉREZ: Con el debido respeto a una institución religiosa de su magnitud, pero sin complejos para denunciar sus manipulaciones y su prepotencia en los diferentes foros sociales, religiosos y políticos cuando sea el caso. Hemos de reivindicar a toda costa la normalización religiosa en nuestro país para que haya autentica justicia democrática respecto a derechos y libertades públicas. Por otra parte no hemos de aparecer como unos revanchistas o resentidos históricos por las tropelías de la Inquisición. Soy partidario de un diálogo abierto y una clara colaboración en cuestiones éticas con la iglesia católica, pero otro tipo de compromisos no me parecen pertinentes.
EMILIO MONJO: La relación con el papado, que niega todo lo anterior, no puede ser otra que la de la destrucción. La estructura debe ser derribada; usurpan el lugar de nuestro Redentor, y confunden a sus redimidos con sus doctrinas de demonios. Otra cosa es la relación con los redimidos que están en ese espacio (y puedo afirmarlo personalmente), a los cuales se tratan como a hermanos, miembros del mismo cuerpo, y unidos en la misma esperanza. Pero a la estructura, cualquier palabra que le hable la comunidad de los redimidos, tiene que ser la de su condenación si no se arrepienten. Su identidad es contraria a la fe. Y a los evangélicos que se meten en ella, felizmente parece (caso reciente de Warren), pues lo mismo.
ISABEL PAVÓN: En la creencia de ser luz y sal, nuestra actuación ha de ser cercana pues creemos en el mismo Dios. Los católicos comprometidos con su fe buscan conocer al Señor, yo misma, unida a un grupo de jóvenes, conocí el evangelio a través de un sacerdote, siendo católica. Es cierto que tenemos diferencias considerables en la interpretación de la Palabra, no obstante, es el Señor quien se muestra a los que le buscan. Entre los católicos hay que distinguir entre los que sólo lo son de nombre y los que están comprometidos seriamente con el evangelio. Sería interesante la unión con estos para trabajar sobre problemas comunes. Unirnos para hablar de diversos temas doctrinales que nos separan y algunos problemas que tenemos en común, por poner un solo ejemplo, la discriminación de la mujer en ambas corrientes eclesiales.
JUAN SIMARRO: Yo creo que el adversario de los evangélicos no está en el mundo católico, sino en la increencia, en el secularismo y el ateísmo. Sin defender las relaciones ecuménicas, ni la unidad irreflexiva y, menos aún, una integración, creo que sí deberíamos tener cierto diálogo para atajar la increencia y dar algo de testimonio conjunto al mundo. Se pueden compartir experiencias en muchas áreas sean de amor y ayuda al prójimo en los ámbitos de reducir la pobreza en el mundo o, incluso, compartir líneas evangelizadoras. En los católicos podemos encontrar cristianos con los que no deberíamos ver como negativo o malo el establecer amplias líneas de relación contrastando la adecuación de la Iglesia Católica y la Evangélica a las Escrituras, aunque no coincidamos en algunas doctrinas o en la visión jerarquizada del catolicismo romano.
NOA ALARCÓN: Es una cuestión difícil, y yo no tengo ni idea. Hay quienes están muy a favor del ecumenismo y quienes lo consideran un pecado, y ambos puntos de vista pueden llegar a ser igual de extremos. En circunstancias específicas, no es mala idea unirse para momentos, acciones o proyectos concretos, pero por lo general es complicado. No creo que fuera producente una directriz acerca de cómo deben actuar los evangélicos, así en general, cuando ni nosotros mismos sabemos bien quiénes somos. Creo que deben analizarse los casos y no caer en situaciones y declaraciones que a veces producen cierta vergüenza ajena. Como regla básica, seguir a rajatabla lo de amar al prójimo como a ti mismo y el respeto al que piensa diferente siempre por delante.
OSCAR MARGENET: La ICAR es una institución religiosa con una historia innegable. No pocos católicos y no católicos ignoran esa historia y fracasan en su intento de entablar un diálogo provechoso. Tengo amigos católicos que viven ejemplarmente su fe en Dios y su relación con el prójimo. Con sus vidas me alientan a revisar mi fe en Cristo y mi conducta con los demás. En lo personal considero que los distintos ecumenismos no pueden sustituir la tarea de ocuparnos individualmente de nuestra salvación “con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Me parece la manera adecuada de tratarnos entre los que decimos amar y seguir a Cristo es la de Meldenius: “En lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; en todo, amor (caridad)”.
BEATRIZ GARRIDO: Me parecen fantásticas muchas cosas del Papa actual. ¡Sí! Mucho los pobres, mucha tolerancia ante todo, mucho no querer vivir en el Vaticano y demás. Pero no soy ecuménica bajo ningún concepto; una cosa es respetar, ver lo bueno, saber que “No son todos los que están ni están todos los que son” e incluso ir a una iglesia católica a predicar el evangelio, confieso que no tendría ni el más mínimo problema... Y otra hermanarme con una iglesia que... miles de cosas: Mediadores además de Cristo, no seguridad de salvación, transubstanciación, y mucha tolerancia. ¿Con qué? Con lo que la Biblia llama pecado. Con la homosexualidad, con todas las bendiciones para alguien transexual que vive en pareja con otra mujer. ¡Perdón señores míos! Pero yo respeto; aunque hay cosas con las que no trago. Amo a todo el mundo y estoy llamada a llevar el evangelio a donde sea, pero… ¡Lo siento! no puedo comulgar con lo que la Palabra de mi Dios dice que no es correcto.
PABLO ACUÑA: Vivimos en un país de ideas polarizadas. Todos los aspectos de la sociedad los están (política, deporte, estado) y la religión no es una excepción. La Iglesia Católica no es nuestra enemiga, no existe un combate Protestantes-Católicos. Nuestra posición debería ser apoyar toda iniciativa o acción que esté de acuerdo con la moral y ética de la Biblia, proponga quien lo proponga. De la misma forma debemos rebatir y denunciar toda actitud que contradiga la Palabra de Dios, proponga quien lo proponga.
ANTONIO CRUZ: Con amor y respeto. A pesar de las diferencias que separan la identidad católica de la evangélica, deberíamos tratarnos como hermanos y colaborar en aquellas áreas que podamos hacerlo. Seguramente las relaciones ecuménicas no culminarán con la fusión real de ambas identidades y estructuras. Sin embargo, el ejemplo de cooperación fraternal con las personas concretas puede ser un buen testimonio para la sociedad contemporánea.
WILL GRAHAM: Podemos tener comunión con los católicos romanos hasta cierto punto. Todos –tanto católicos como evangélicos- creemos en los credos universales de la Iglesia (el credo apostólico y el niceno-constantinopolitano) además de los concilios de Éfeso y Caledonia. Pero luego hay muchas doctrinas que nos separan de la Iglesia Católica. Algunas de las más importantes tendrían que ver con la Mariología, la idolatría institucionalizada, la sucesión apostólica, la infalibilidad papal, la división clero/ laicos, la transubstanciación, los libros apócrifos, el purgatorio, los siete sacramentos, la división entre pecados mortales y veniales y la eliminación del segundo mandamiento del Catecismo católico. Así que puede haber cierta relación, sin embargo, siempre con matices.
Anterior en la serie: ¿Hay una identidad evangélica? Parte 1 y parte 2.
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