¿Puede la crisis ir a peor? Según las previsiones sobre España hechas públicas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 2013 no será un año fácil: llegaremos a 6 millones de parados y la economía seguirá en caída, sin signos de recuperación durante los próximos doce meses.
Si se avecinan tiempos difíciles para España, también lo son para las iglesias evangélicas. El paro y la inestabilidad laboral está afectando a los miembros de las iglesias; muchas también han sufrido los
ajustes presupuestarios realizados a la Fundación Pluralismo y Convivencia, que tendrá un recorte superior al de este año, menguando la aportación a los proyectos de las iglesias. Así, las obras sociales y ONG evangélicas saben que viene una etapa complicada, en la que además la sociedad está aumentando su demanda de ayuda.
“Como iglesias evangélicas es tiempo de dar una respuesta de solidaridad ante una sociedad que mira con poca esperanza su futuro inmediato”, decía Enrique del Árbol en un
artículo publicado hace unas semanas en la web de Diaconía (
www.diaconia.es), la entidad que agrupa a varias organizaciones evangélicas de ayuda y obra social.
El director de Diaconía expresa que los problemas “de dinero, desempleo, hambre y hasta miseria” están permeando la sociedad de una profunda desesperanza. Y se pregunta cuál es el papel de los cristianos ante esta situación de recesión que no se espera que mejore a corto plazo.
CRISIS ENTRE NOSOTROS
Lo primero que mencionan desde Diaconía, tras enumerar las consecuencias de la crisis, es que
“la iglesia, integrada por personas que trabajan y no trabajan, recibe también un impacto económico, y se hace evidente en que miembros de las iglesias pierden sus empleos y negocios. La recesión los afecta de manera directa en el empleo, ingreso, ahorro e inversión”.
Esto tiene dos consecuencias directas: la
necesidad de que la iglesia adquiera un mayor compromiso social en un entorno en el que se reducen los donativos de sus miembros. “Los efectos sobre las finanzas de la iglesia obligará a las mismas a replantear y priorizar la ayuda a los más afectados de la recesión, generalmente pobres, antes que invertir fuertemente en construcción e infraestructura”, defiende Diaconía.
Desde
Misión Urbana (www.misionurbana.org), otra entidad evangélica que se esfuerza en la ayuda al necesitado, expresan sensaciones similares.
Juan Simarro, su director, explica que
“la Misión está recibiendo menos ayudas económicas, tanto de parte de los creyentes como de las ayudas que recibe a través de alguna que otra subvención. Tenemos que reinventarnos día a día para no dejar a nadie fuera de nuestros servicios si realmente están en situación de gran emergencia o exclusión social”.
“Sabemos y somos conscientes de que podemos tener también nuestras carencias en las ayudas, carencias que asumimos con dolor”, explica Simarro.
LA EMERGENCIA ACTUAL
Las entidades evangélicas están notando no sólo dificultades para financiarse, sino también un
claro aumento de la demanda de sus servicios. “Más que nunca – dice Simarro - vemos la emergencia con que nos derivan de los diferentes servicios sociales, tanto públicos como privados, a personas que ellos no pueden atender por demasiado flujo en la demanda”.
Este flujo de personas hace que haya necesidades que queden sin cubrir. “Desgraciadamente, para nosotros como Misión Urbana, el problema es que tampoco podemos dar acogida a todas las peticiones y tenemos que estar controlando los flujos.
Casi todos vienen a por las ayudas más básicas: necesitan alimentos, ropa, participar en nuestros Programas de Búsqueda Activa de Empleo...”.
RESPUESTAS DE UNIDAD
Es una época en las que es difícil dar soluciones. Sin embargo, desde Diaconía y Misión Urbana señalan un punto común. Del Árbol menciona en su artículo que
es tiempo de formar “redes de Apoyo” entre iglesias y organizaciones “a fin de que se minimicen las consecuencias de la recesión”.
Simarro apoya esta idea:
“Las iglesias de cada ciudad deberían reunirse para ver como pueden crear tejido social evangélico, a la vez que apoyar a los que estamos trabajando en primera línea entre los pobres”.
En Diaconía proponen que a nivel local se realicen cuatro acciones: formar redes solidarias, crear coaliciones entre sectores (con actores de la sociedad civil), crear grupos de reflexión que busquen acciones concretas, y guiar a los líderes para que tomen su lugar protagónico en la comunidad.
“Los cristianos – continúa el artículo - debemos familiarizarnos con la naturaleza y el entorno de las necesidades de la comunidad y de su gente”.
EN ACCIÓN
Ambas entidades llevan a cabo su labor de ayuda por la que son reconocidos en la sociedad. Simarro explica que a pesar de las dificultades
“la Misión continúa trabajando no solamente en la ayuda asistencial, que es lo que demandan, sino en la orientación de las personas, la información profesionalizada, nuestro Programa Da Vida, la búsqueda Activa de Empleo... sin que el agobio de tantos pobres y empobrecidos reduzcan nuestro trabajo sólo a lo asistencial”. La idea es
que las personas sean ayudadas de forma integral, con un servicio “tendente a la integración y la restauración de la persona”.
Desde
Diaconía Madrid, por su parte, acaban de anunciar un nuevo servicio, el Servicio de Asesoramiento en Obra Social (SAOS), que está dirigido a iglesias y asociaciones de acción social de la Comunidad madrileña que quieran iniciar o fortalecer un modelo de obra social adaptado al entorno actual. Con este servicio Diaconía Madrid pretende dar asesoría para que cada punto evangélico de ayuda, por pequeño que sea, sea efectivo en su lugar. Para ello ofrecerán formación y asesoramiento legal, entre otras ayudas.
UNA IGLESIA COMPROMETIDA
Tanto estas como otras entidades evangélicas llevan adelante sus programas de ayuda como una respuesta al compromiso con Jesús.
Juan Simarro entiende que “hoy, más que nunca, los evangélicos deberíamos organizarnos y predicar con más énfasis el Evangelio de la misericordia. Desde las iglesias hay que ayudar más a las ONGs evangélicas que están en medio de los focos de pobreza y son un referente para los pobres. Debemos predicar el compartir y el amor al prójimo, fundamentalmente al prójimo necesitado. Lo otro, el mirar para otro lado, sería practicar el pecado de omisión”.
Enrique del Árbol afirma que “desde el punto de vista de hijos de Dios, estamos en el deber de reevaluar nuestro estilo de vida y compromiso solidario”. Ante una crisis que “trastoca los valores elementales de la convivencia humana”, cambiando “el individualismo por la comunidad y el egoísmo por la solidaridad (…) hemos sido llamados a ser luz y sal en medio de las circunstancias adversas, y a ser proactivos, a esforzarnos y a actuar. Nos gustaría poder contar contigo, con tu familia, con tu iglesia….y con cada una de las entidades que trabajan en nuestras iglesias”.
Si quieres comentar o