Finales de Septiembre. Poco a poco, una universidad tras otra va recuperando el ambiente. Uno de cada cuatro estudiantes pisan por primera vez las aulas. Otros esperan que éste sea el último año y puedan, por fin, graduarse. Hemos preguntado a tres estudiantes universitarios cristianos sobre lo que les ilusiona y reta en este nuevo curso, más allá de aprobar exámenes.
Más de 1 millón y medio de jóvenes llenan ya las centenares de facultades de las grandes ciudades de toda España. Algunos han pasado el verano viajando con amigos, otros trabajando para pagarse la matrícula, y los más precavidos incluso han repasado apuntes. Sea como sea, la vuelta a los estudios marca un cambio de ritmo.
“Es duro volver de vacaciones, empezar de nuevo una rutina y ponerse las pilas para concentrarse después de tanto tiempo sin estudiar”, dice
Joelle Philippe, que va a empezar el tercer año de grado en Periodismo, en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Aunque también es verdad que le hace gracia “volver a ver a los amigos que no has visto en todo el verano” y “las opciones de vivir en una gran ciudad” también le ilusionan, explica, porque comparte piso con otros estudiantes.
José Manuel Vidal, que está acabando Ciencias Biológicas en la Universidad de Granada, está de acuerdo en que las largas vacaciones universitarias no siempre ayudan: “Significan una desconexión casi total del ritmo universitario”. Es más, todas esas semanas le acaban ilusionando por volver a “las asignaturas nuevas, el reencuentro con los amigos” y retomar un ritmo de vida universitario.
Darse cuenta de que uno va avanzando en la vida también es un aliciente.
Mateus Rodrigues, estudiante de Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, enfoca la segunda parte de su carrera con ganas de probar cosas nuevas. Le motivan especialmente “las prácticas que haremos en clase, pues ya se nos pide empezar a poner en práctica la teoría de los primeros años”. Para él, sin embargo, significará también “saber que en los próximos meses veré poco a mis padres”.
LOS RETOS DE VOLVER A CLASE
Cada uno tiene sus sensaciones, al volver a entrar por las puertas de la Facultad el primer día. Uno de los primeros retos que se le viene a la cabeza Joelle es “hablar del evangelio y compartir mi fe”. Si bien la universidad es presentada a menudo como el hervidero de ideas de la sociedad y el espacio lógico para la tolerancia, “la aparente libertad”, cree, “se ve encerrada por los prejuicios”. Pese a que debería poder expresar sus opiniones sin problemas, “te das cuenta que pasa exactamente lo mismo que en Secundaria, pero a una escala más ‘intelectual’: se forman grupos con etiquetas y hay un montón de prejuicios”, observa.
Hablar con otros sobre Dios es también una de los retos que destaca José Manuel, que quiere poder hacerlo “sin sonar religioso o friki”, sino
“de forma natural y sencilla”.
Para Mateus, ser cristiano en la universidad es “mantenerse fiel” ante todo tipo de situaciones, desde la frustración cuando uno saca peores notas de la que cree que merece hasta el encontrarse fuera de juego en situaciones en las que tiene que recordar cuáles son sus valores. El testimonio personal, opina, dependerá mucho de cómo uno se comporta en las situaciones del día a día.
FORMAS DE ENFOCAR LA VIDA
Entre todos los estudiantes universitarios, los cristianos son una minoría. Entonces, ¿cuál es la forma de pensar más habitual en la universidad española?, les preguntamos.
En su Facultad, José Manuel ha observado un perfil bastante peculiar: con humor los define como “naturalistas con tendencia hippie-campestre totalmente ateos y a favor de forma febril de la naturaleza como obsesión a proteger”. A parte, lo más común sería
gente “más bien agnóstica” que “se centra en vivir el momento”.
“En clase hablan mucho de salir”, explica de su Facultad Mateus. Dentro de clase, le destaca el apoyo de unos estudiantes a otros, a la hora de estudiar. Joelle, que estudia Periodismo como Mateus, pero en Barcelona, sí ve estudiantes "muy competitivos”, y cree que es una pena que pueda llevar a la "rivalidad" entre compañeros.
FE Y ESTUDIOS
Para José Manuel, Joelle y Mateus, ser universitario significa formarse académicamente, pero esto se complementa con compartir su cosmovisión con otros. Creen en Jesús y consideran que seguirle es un estilo de vida que no sólo “funciona” para ellos sino que puede impactar a otras personas también.
“
Los biólogos siempre queremos respuestas demostrables científicamente y si quieres compartir de Jesús en esa línea de juego te arriesgas a encontrar el día en que no tengas respuestas para saciar la incredulidad de muchos”. Así que José Manuel cree que la mejor forma de mostrar a Dios es “ser tú mismo, que primeramente te conozcan como eres, una vida de testimonio que terminarán husmeando, y cuando eso suceda el evangelio fluirá de la forma más sencilla y natural”.
“Es difícil encontrar a alguien que sea sincero consigo mismo o que busque más allá del placer momentáneo”, opina Joelle de lo que ha sido su experiencia hasta ahora. Por eso, está de acuerdo en que la fe ha de ser auténtica, porque
“la gente observa y saca sus conclusiones, y entonces, a veces, te preguntan espontáneamente”.
También Mateus cree que más allá de grandes actividades, “la mejor manera de compartir de Jesús allí es a través de las relaciones personales”. “Al ver que los cristianos nos portamos diferente, antes o después hay compañeros que tocan en asuntos que acaban desembocando en el tema religioso”.
VIAJES, AMISTADES Y CRECIMIENTO
Eso sí, los tres estudiantes están de acuerdo en que la experiencia universitaria es algo único.
“Ahora entiendo la vida mucho mejor”, explica José Manuel, “y no porque haya estudiado Biología, sino porque las experiencias y situaciones a las que me he visto en todo este tiempo me han servido para aprender, para entender mejor cuál es la voluntad de Dios a mi vida”. ¿Con qué se queda? “Con las amistades, los contactos para trabajos de cara al futuro y por supuesto, el paquete de información que tengo en algún lugar de la cabeza”.
“Conoces a tanta gente, tienes acceso a tanta información, a tantos recursos, ¡a tantas posibilidades de aprender y crecer!”, resume Joelle. En los 3 o 4 años de carrera “hay tiempo para todo: viajes, amistades, exámenes (¡incluso!), trabajos en equipo y compartir experiencias”.
“Creo que recordaré los años de universidad como un tiempo de crecimiento”, dice Mateus. Tanto en su formación de periodista como a la hora de “conocer a muchos jóvenes cristianos con los mismos desafíos que yo”. Esto ha sido clave “ante las nuevas situaciones y desafíos que tengo que enfrentar al haber empezado a vivir una vida más independiente”.
UNIDOS PARA SER LUZ EN EL CAMPUS
Joelle, Mateus y José Manuel tienen en común el el hecho de que forman parte de los Grupos Bíblicos Universitarios (GBU) en Barcelona, Madrid y Granada, respectivamente. Los aproximadamente 300 estudiantes que forman los GBU en diferentes partes de España tienen la visión de conectar con el entorno universitario en el que se encuentran para presentar Jesús a sus compañeros de clase. La asociación existe desde hace más de 45 años y está reconocida en decenas de campus en toda España.
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