A finales de julio, el viaje “Memorias de Justos y Salvados: los protestantes frente a la Shoah” finalmente empezó su ruta. Una delegación de más de una veintena de evangélicos españoles participó en esta ruta por Francia. Con todo detalle, se mostró la historia de la persecución judía en la II Guerra Mundial y la reacción de sacrificio de muchos ciudadanos protestantes, ante el colaboracionismo de las autoridades francesas.
París y Dieulefit fueron las dos primeras etapas que acercaron a los participantes en el viaje a la realidad de los que fue la Shoah (el término judío para el Holocausto) en Francia, y todas las consecuencias sociales y humanas que llevó consigo. En un momento en el que Francia parecía doblegarse o mirar hacia otro lado ante los deseos nazis (el exterminio judío), muchos ciudadanos decidieron desobedecer a las autoridades para organizar una red civil de salvamento de niños.
Sus historias salieron a la luz durante el trayecto, por medio de historiadores, testigos, y herederos de estos ciudadanos ejemplares, movidos a actuar, en muchos casos, por su fe protestante.
Durante todo el día de llegada, y mientras muchos aún aterrizaban desde España, un buen grupo visitó el centro de París. Guiados por la historiadora
Evangelina Sierra (una de las impulsoras de este viaje), se pudieron descubrir edificios, calles y detalles que explican la historia del protestantismo en la capital francesa.
PLANTEANDO EXPECTATIVAS
Ya por la noche de este “día 0” hubo la primera reunión de todos los participantes del viaje. Tras las presentaciones, en las que cada participante explicó un poco su trasfondo, la directora del Área de Holocausto y Antisemitismo de la Casa Sefarad en España,
Henar Corbi entró a presentar el Viaje. Explicó que “se ha mantenido este proyecto pese a que por motivos económicos hemos tenido que aplazar otros”. Quiso recordar el
“papel heroico de los protestantes, no sólo de los franceses, durante la Segunda Guerra Mundial” y que por ello consideraba que era esencial construir más diálogo entre protestantes y judíos, que fue precisamente uno de los objetivos del viaje.
También el
subdirector de Relaciones con las Confesiones del Gobierno español, José María Contreras, se había añadido al viaje. Recordaba que “hace un año ya tuvimos en París un diálogo judío-cristiano” (aunque más bien judeo-católico) y que por tanto sus expectativas frente a los días por venir eran altas.
DÍA 1: PARÍS, CENTRO DE LA MEMORIA JUDÍA
El primer día oficial del viaje llevó al grupo desde su hotel directamente al
Memorial de la Shoah, en el centro de País. En más de 5.000 metros cuadrados se reúnen un importante archivo histórico sobre la II Guerra Mundial, un museo, varias salas de conferencias, y una cripta de homenaje a las víctimas. El Memorial quiere ser una voz potente para preservar la Memoria de todo lo sucedido durante el Holocausto, para asegurar que la Historia que se cuenta sea fidedigna a los hechos y para fomentar la formación y difusión. Es el principal centro de este tipo en Europa, y cuenta con más de un millón de archivos históricos.
Nada más llegar, el grupo pudo tener un tiempo para observar en detalle los muros que hay en la entrada del edificio, en el que uno por uno, se listan los nombres de los 76.000 hombres, mujeres y niños judíos que fueron deportados de Francia entre 1942 y 1944. Fue de especial impresión ver el nombre de niños sin identificar o
placas enteras con decenas de nombres con apellidos judíos muy comunes, como Levy.
Poco después, ya en una sala de conferencias con traducción simultánea, se pasó a un tiempo de participación de expertos invitados especialmente para la ocasión.
“Este es un Memorial algo atípico”, introdujo
Jaques Fredj, director del Memorial. Fue en 1943, en Grenoble, cuando se plantearon las bases para el proyecto, se empezó lo que llegaría a ser este centro de la memoria. Ya entonces, “los responsables judíos se dan cuenta que está pasando algo mucho más grave que el antisemitismo del siglo anterior”, por lo que “se empiezan a salvar archivos”, pensando en que
“un día, estos documentos servirán para hacer justicia”. Tenían razón esos impulsores tempranos, ya que en los próximos meses y años, un 25% de la comunidad judía en Francia sería deportada, “un total de 76.000 personas”. De aquí la función didáctica del Memorial, que se tuvo que afrontar situaciones complicadas como la “amnesia que intenta olvidar el colaboracionismo de Vichy” en los años 50, cuando la sociedad francés parecía querer olvidar el el colaboracionismo nazi de las autoridades.
También
Georges Bensoussan, historiador y director de la revista
Revue d’Histoire de la Shoah dio importancia a que “el Holocausto vaya más allá de una comunidad concreta, la judía”. Mirando atrás, Bensoussan remarcaba que
“el nazismo transformó el lenguaje, eufemizó la violencia”. Fue un época oscura en Europa en la que “se banaliza el mal” y se reduce el valor de la vida de una forma brutal. Ante las voces que se preguntan si la denuncia del Holocausto es necesaria aún hoy en día, el historiador planteaba que “sí, porque Shoah marca un antes y un después en la historia”, ya que se se inicia “la era del hombre superfluo en la Tierra”. “El Holocausto es consecuencia de la Biopolítica, el Darwinismo Social, ya no se trata de personas sino de un cuerpo humano, apto o no apto para el bien social”.
Bensoussan, por tanto, insistía en
el peligro de que hoy en día se “trivialice el Holocausto”, ya que “los prejuicios no se han ido, pese a la educación, ahora en Francia el antisemitismo ha resurgido con fuerza”. En el otro extremo está el riesgo, consideraba, de que el “holocausto se instrumentalice” por muchas partes. Añadía, como dato interesante, que “el nazismo se fraguó en Alemania en un entorno cristiano, especialmente de protestantes conservadores”, con una visión sesgada de la Biblia que apoya su antisemismo.
ESFUERZOS DE LA SOCIEDAD PARA SALVAR A INOCENTES
@MULT#IZQ#45376@Para frenar la barbarie en Francia, se fundaron
organizaciones como l’Oeuvre de Secours aux Enfants (OSE). Una “cadena de ayuda para rescatar a niños”, explicaba Kathy Hazan, historiadora, una red que se formó entre la población, tras la Noche de los Cristales Rotos. “Los propios judíos organizan el salvoconducto de sus niños” para llevarlos a casas de refugio en el sur de Francia, “donde los nazis llegaron menos y más tarde”. Organizaciones sociales ya existentes, como los escoltas, empiezan a variar sus actividades para ayudar a los judíos perseguidos, “en su mayoría refugiados extranjeros que habían llegado a Francia en los años veinte”.
Estas redes eran altamente efectivas, ya que cuando llegaron las redadas del 1942, casi no quedaban niños en el norte de Francia. “Se crea incluso un servicio de documentos falsos”, para identificar a los niños protegidos. Los que transportaran a estos niños de un lugar a otro, y hasta el extranjero eran ciudadanos no-judíos, entre los que destacaban muchos protestantes. “
Los niños tuvieron que aprender a cambiar su identidad, con el miedo de que con ello, sus padres no les pudieran identificar y encontrar una vez terminada la guerra”. Pese a todo, la OSE fue un éxito social en Francia, gracias a la importante colaboración de mucha gente, incluyendo internados y colegios. También organizaciones comunistas y socialistas formaron parte de la acción.
En esta sesión matinal en el Memorial también hubo tiempo para hablar de la reacción de España, en los años cuarenta.
Danielle Rozenberg, investigadora experta en la cuestión judía en España, explicaba qua aunque sea difícil de admitir, Franco permitió durante un tiempo el rescate de judíos procedentes de Francia. Su posición era reticente pero “ambigua”.
El régimen permitió la entrada en España de más de 20.000 judíos, muchos de ellos sefardíes, aunque con el paso del tiempo “Franco empieza a creer que hay demasiados judíos en el país”, por lo que todos los llegados a España por la frontera norte serán sacados del país al mismo ritmo. Los equilibrios del dictador se explican por la presión de Estados Unidos y otros aliados con los que España intentaba mantener cierta neutralidad.
TIEMPO DE REFLEXIÓN Y HOMENAJE
Tras una mañana repleta de conferencias, llegó el momento para el recuerdo. En la
cripta del Memorial, un espacio amplio, solemne, presidido por una gran estrella de David con una llama simbólica en el centro, hubo unos momentos de recuerdo a las víctimas.
Niek Tramper, secretario general de la Alianza Evangélica, había llegado a París para participar en el homenaje, y en su intervención se preguntó “cómo pudimos ser tan ingenuos como para escuchar las voces de los nazis”. Enfatizó que “no hay razón para la esperanza si no tenemos memoria del pasado”, y deseó que “este encuentro aquí sea un ejemplo para nuestra sociedad”.
También
Pablo Martínez Vila, psiquiatra y reconocido autor, participó en el acto, hablando sobre la “la reflexión necesaria sobre la naturaleza del mal”, y sobre la necesidad de “un bien absoluto que es requerido ante el mal absoluto” del Holocausto. Ante los crímenes que se dieron, decía Martínez,
“no basta con la simpatía, sino es necesaria la empatía”, que en el caso de los protestantes tiene doble motivación: “histórica y espiritual”. Recordó también, a través de textos de Isaías, que “el pueblo judío salió de la Shoah exhausto pero vivo”.
La última reflexión en la cripta fue la de
Daniel Farhi, un judío de origen español, que fue salvado por una familia protestante, en Francia. “Aquí estoy como testigo de una pequeña parte de la Historia sobre la que hemos escuchado esta mañana”, empezaba. En su breve relato, explicó como fue el cónsul español en Francia quien salvó a su padre, una acto arriesgado que llevó a la práctica, explicaba Farhi, “por su profunda fe cristiana”.
Tras las reflexiones, todos los participantes colocaron velas para recordar las víctimas de la Shoah en Francia y el resto de Europa. Los últimos momentos de esta interesante jornada en el Memorial de la Shoah sirvieron para hacer una breve visita al museo.
LA INVESTIGACIÓN QUE CONTINÚA
Ya por la tarde, aún en París, hubo la oportunidad de visitar una de las instituciones que se dedican a investigar el Holocausto en regiones aún poco estudiadas, como lo es Europa del Este. Tras la comida en la última planta del edificio donde se encuentra la
Asociación Yahad-In Unum, se dio, por parte del equipo investigador, una explicación de su trabajo en la actualidad.
“No somos una asociación religiosa”, aclaraba al principio Marco González, director de la entidad. Sí es una entidad dedicada a la investigación histórica de los asesinatos de judíos “en el frente del Este”. EL enfoque principal de la organización, en estos momentos, es descubrir más sobre lo que han denominado el
“Holocausto por Balas”: el asesinato sistemático de judíos que sin ser deportados, fueron muertos con armas de fuego en sus propias localidades. Ucrania, Bielorusia, Polonia y la propia Rusia son los lugares donde se trabaja para “documentar el Holocausto y proteger las fosas comunes”. Entre los objetivos de la organización está conocer nuevos datos sobre el terreno, documentar fotográficamente y en vídeo los nuevos descubrimientos, para después explicar los sucesos a la sociedad. Otro objetivo, explicaba González, es “formar a formadores” que expliquen en sus contextos en qué consistió el exterminio de judíos en toda Europa, “para evitar que se vuelva a repetir”.
Tras una amplia explicación de casos concretos, y las técnicas de investigación (por parte de varios miembros del joven equipo de investigación), la tarde terminó con una mesa redonda con Patrick Desbois, presidente de Yahad- In Unum y director de la conferencia episcopal francesa para las relaciones con el Judaísmo y Florence Taubmann, pastora protestante que preside la organización
Amistades Judeo-cristianas, en Francia. Taubmann explicó que esta organización se formó para evitar “el desprecio hacia los judíos” que había entre muchas comunidades cristianas francesas en los años 40. Tras un encuentro entre organizaciones cristianas y judías en 1947, la entidad nacería para acercar a cristianos y judíos a través de todo tipo de actividades. En la actualidad, la agrupación cuenta en toda Francia con 40 grupos y una revista.
Desbois también enfatizó, desde el punto de vista católico, la necesidad del diálogo y el acercamiento cristiano a los judíos.
“La Iglesia se despertó tras las II Guerra Mundial con un shock por lo que había pasado: jóvenes cristianos habían participado en las masacres en toda Europa”. “Nuestro trabajo”, concluía, “es ayudar a retroalimentar esa vocación de los que quieren conocer más a los judíos”.
Al final de este intenso día, aún había
una última cita. El grupo había sido invitado a un breve encuentro con los responsables de la Federación Protestante de Francia (equivalente a la FEREDE, en España) en el histórico edificio de la organización, tiempo en el que varios de los participantes en el viaje se interesaron en dialogar sobre las similitudes y diferencias (representatividad, funciones, áreas de actuación, relación con el gobierno) de este organismo en Francia, en comparación con la situación en España.
DÍA 2: ‘EL MILAGRO DE DIEULEFIT’
Llegar a la población de
Dieulefit, tras un interesante viaje en bus a través de paisajes rurales,
fue uno de los momentos álgidos de todo el viaje. Tras la acomodación, empezó una ruta por lugares de la población que han convertido a esta población en un lugar clave de la Historia judía en Francia.
Uno de los sitios emblemáticos de Dieulefit es su templo protestante, del siglo XVII. En su interior, daba la bienvenida al “grupo español” el pastor actual,
Jean Marie. “Yo tenía 14 años cuando empezó la guerra”, explicaba. El “1942 fue el año clave”, en el que se empezó a acusar a los judíos y a los masones de la derrota ante los alemanes, tres años antes. De ahí se pasaría rápidamente a las deportaciones.
Su padre, que era pastor en aquel entonces, fue contactado por la OSE para empezar a acoger a niños judíos que irían llegando regularmente.
La comunidad protestante en el pueblo decidió participar, así que empezaron a llegar niños “como Isaac, hijo de los Guardianes de la Sinagoga de Amberes, que habían sido deportados”. Después de pasar un tiempo conviviendo con otros muchos niños, e incluso yendo a la escuela como uno más, el chico judío sería llevado fuera del país. Al crecer mantuvo el contacto con la familia de acogida, hasta conseguir que el Yad-Vashem (institución de memoria del Holocausto en Israel) reconociera públicamente a su protector como Justo entre las Naciones. “
Mi padre cree que no hizo gran cosa”, explica Jean Marie, ya que simplemente se regía por el principio “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Otro testigo del pueblo, de avanzada edad y orgulloso de pertenecer a “una familia con profundas raíces protestantes” que retrocedía hasta los hugonotes, también explicaba los detalles de su experiencia como niño. Recordaba cómo llegaban mensajeros “en bicicleta, y dentro de los tubos de la bicicleta habían muchos billetes, dinero”. Así se ayudaba, desde lugares tan lejanos como Ginebra (Suiza) a pagar los gastos que significaba para las familias de Dieulefit tener bajo su custodia a los niños fugitivos.
Otro testimonio excepcional fue el de
una superviviente judía, que se acercó para acompañar al grupo durante su visita. “A partir de cierta edad nos llamaban por el nombre que había en un papel que nos habían dado”, explicaba. Ella había sido salvada y ocultada en el pueblo y recuerda que sus protectores decían hacerlo por “las partes de la Biblia que hablan sobre la necesidad de tratar bien a los extranjeros”.
“Se protegía a los judíos a riesgo de la propia vida y la de la familia”, añadía aún en el templo protestante Bernard Delpal, experto en Historia Contemporánea. “Las familias que participaban estaban en relación permanente con los pastores”, que por sus contactos con el exterior “sabían qué necesidades había” en otras zonas. “En Montelimar, por ejemplo, se arrestó tanto a los judíos como a los que les ayudaron”, relataba Delpal. Todos los alcaldes tenían la obligación de contar, listar e informar a las autoridades estatales sobre el número de judíos en cada población. “Dieulefit utilizó estas listas no para denunciar, sino para proteger”.
Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española, concluyó el tiempo en el templo. En este contexto especial, remarcó
la centralidad de la Biblia en estas comunidades protestantes que protegieron a judíos. Relacionó sus acciones heroicas con la parábola bíblica del buen samaritano, viendo a los judíos como los prójimos a socorrer. “El tercer hombre en la parábola vio a la víctima y la miró con compasión”, enfatizó, y recordó que “el buen samaritano tuvo un coste por lo que hizo”, de la misma forma en la que los habitantes de Diulefit se arriesgaban a pagar por su insumisión a los nazis. Pero ellos tuvieron claro, explicaba Llenas, que “es mejor temer a Dios que temer a los hombres”.
Ya paseando por las calles centrales del pueblo, por la tarde, surgió la
oportunidad de entrar en una de las casas en las que se protegió a varios niños judíos, durante la II GM. Una de las nietas de un matrimonio que había sido influyente en el pueblo, explicaba al grupo, en el salón de la casa, detalles de cómo se ocultaron a los menores refugiados. Uno de ellos, que acabaría siendo doctor en el extranjero tras la guerra, volvió a Dieulefit para servir como allí como médico.
No podía faltar, al final del día, la
visita al Ayuntamiento. Fue el poder político, el alcalde y sus funcionarios, los que evitaron que toda la red de desobediencia civil a las autoridades de Vichy se derrumbara. Olivier Cadier, actual miembro del gabinete del Gobierno, explicaba como “la secretaria del alcalde falsificaba documentación para los niños refugiados”, así como cartillas de racionamiento. De mientras, el alcalde de entonces, que a menudo se reunió para pasar tiempos libres con un comandante alemán, hacía la vista gorda.
Ya llegada la noche de este largo día en Dieulefit, de vuelta en la casa rural donde el grupo pasaría la noche, seguía la conversación. Con la presencia de una
pastora protestante, el adjunto del acalde y una superviviente judía,
Bernard Delpal recordaba que el gobierno francés de Vichy no sólo no actuó ante la persecución alemana sino que colaboró activamente con “la primera ley sobre los judíos, en el año 1940”, con la que empezaba “la persecución, primero de los extranjeros y después de los nacionales”. Ante ello, la Iglesia Católica francesa mantuvo silencio, siguiendo el ejemplo del Papa Pío XII, aunque algunos párrocos desobedecieron a título personal, por lo que algunos perdieron sus parroquias.
Muchos pastores protestantes, en cambio, pidieron abiertamente que se pararan las medidas anti-judías, lo cual llevó a que “la desobediencia civil se extendiera a la mayoría de protestantes”.
Por Dieulefit (que en francés significa “Dios lo ha hecho”) habían pasado al final de la II GM hasta 1700 refugiados. El llamado Milagro de Dieulefit, se dio, coinciden todos, por la gran complicidad y sacrificio de los habitantes. “Muchas familias albergaron a fugitivos, y las que no, fueron cómplices con su silencio”, recordaba una habitante. “No hubo aquí, durante la Guerra, ni fusilados, ni muertos”.
Por todo esto, se han reconocido hasta a 7 personas de la población con el título de “Justos entre las Naciones”, por haber arriesgado sus vidas a la hora de ocultar a judíos en Dieulefit. Una placa en la entrada principal del Ayuntamiento lo recuerda. El proceso de Memoria Histórica en el pueblo está aún abierto, así que, como recordaba otro habitante, posiblemente “serán más los reconocidos en este pueblo”.
LOS MOTIVOS DE LA IMPLICACIÓN PROTESTANTE
Más adelante llegaría una etapa más centrada en la Historia de los hugonotes y su resistencia a la persecución del Estado, siglos atrás. Pero
aún mirando al siglo XVI y XVII, los historiadores que se añadieron al viaje en el tercer día (ya en territorio hugonote) encontraron motivos por los que los protestantes se acercaron tanto a los judíos, cuando la sociedad parecía alejarse de ellos.
Philippe Joutard, considerado el mayor experto en Historia del Protestantismo en Francia, explicaba que
hubo dos razones principales por las que los protestantes se han sentido siempre especialmente cercanos a los judíos. En primer lugar, destacaba, “el sentimiento de minoría” compartido, y el haber vivido las discriminación en contextos diferentes, en otros momentos históricos. En segundo lugar, la “herencia del Antiguo Testamento”, común a las dos comunidades.
Como ejemplo de esta “cercanía”, Joutard destacó el “Caso Dreyfuss”, en el que los protestantes se declararon mayoritariamente a favor del militar judío ‘linchado’ públicamente por un supuesto crimen de espionaje, frente a una explosión de antisemitismo popular que hasta entonces parecía haber estado abajo la superficie.
Esta sensibilidad protestante llevó a que
ya en la Segunda Guerra Mundial, fueran otra vez los protestantes los primeros en denunciar la aparición del antisemitismo, tan pronto como en 1940, cuando aún no se había hecho ninguna deportación desde Francia.
Junto a Joutard,
Daniel Travier, otro historiador francés, experto en la región de Cevennes, remarcaba la idea de profunda conexión entre judíos y protestantes. “Para los hugonotes, que casi dan más importancia al Antiguo Testamento que al nuevo, está claro que los judíos son el Pueblo de Dios, elegido, lo cual les hace especiales”. Eso lleva a que
“casi no haya antisemitismo entre los protestantes”, en los momentos previos a la II Guerra Mundial, ya que los protestantes, como “antiguos perseguidos”, se sienten “muy cerca de los nuevos perseguidos” a lo que se añadió, cree Travier, “una unión espiritual”.
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