Es uno de los pesos pesados del Gobierno socialista y, como ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui es el encargado oficial de gestionar la "cuestión religiosa" que, como él mismo reconoció, no siempre estuvo clara en el partido socialista. De hecho, el propio Jáuregui puso en marcha, hace ya dos décadas, con la ayuda de Carlos García de Andoín, el grupo "Cristianos socialistas" en el PSOE, "para cubrir una asignatura que teníamos pendiente".
De ahí que se esperase este 9 de abril con expectación su conferencia en la inauguración de Las Jornadas "Creencias Diversas, Ciudadan@s Iguales" sobre la gestión pública de la diversidad religiosa, organizadas por ‘Tender Puentes' de Madrid y la colaboración de la Fundación Ideas y la Fundación Pluralismo y Convivencia.
En el salón del hotel High Tech de Madrid, unos 150 especialistas en diversidad religiosa y representantes de todas las confesiones religiosas. Con predominio de los protestantes, que son siempre los más participativos y abiertos al diálogo. Ausencia significativa de representantes católicos clericales. Ni un solo obispo o sacerdote de la alta clerecía católica, relata
Jose Manuel Vidal en Religión digital..
Oficiaban de anfitriones de la Jornada Carlos García de Andoín y José Manuel López. El primero ejerce de alma mater de Cristianos Socialistas desde su fundación, es el subdirector del ministerio de Presidencia, fue asesor de la ex vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y fulge como uno de los máximos expertos en cuestiones religiosas del socialismo español. Un político de consenso que creó, con el apoyo de Jáuregui, el grupo de cristianos socialistas con la idea de "tender puentes" entre el socialismo y el universo religioso español, especialmente el católico, de donde él mismo procede.
Si Andoín es el máximo experto del Gobierno en las relaciones con la Iglesia católica, José Manuel López, el director de la Fundación Pluralismo y Convivencia, es el que más y mejor conoce la realidad multirreligiosa española. Tanto a pié de obra, en su constante relación con las religiones minoritarias, como en el diseño teórico de la incorporación de la diversidad religiosa a la reflexión política y su plasmación en las políticas públicas.
PRESENCIA DE PERSONALIDADES SOCIALISTAS.
En la mesa, Anyes Segura, concejala del ayuntamiento de Almería, que ejerció de moderadora; Jaime Lissavetzky, candidato al ayuntamiento de Madrid; Ramón Jáuregui, ministro de presidencia; Álvaro Cuesta, presidente de la comisión de Justicia del Congreso, y Carlos García de Andoín. Entre los asistentes, destacados socialistas como Henar Corbi o Jordi López Camps.
RAMÓN JÁUREGUI Y LA "LAICIDAD INCLUYENTE"
El plato fuerte de las Jornadas fue la ponencia de Ramón Jáuregui. Por la propia personalidad del ministro y por saber qué piensa realmente el gobierno de Rodríguez Zapatero sobre una cuestión, como la religiosa, que ha levantado ampollas en algunas confesiones religiosas, especialmente en la católica, a lo largo de la dos legislaturas socialistas, sobre todo en la primera.
El ministro socialista comenzó su disertación con una pregunta: ¿Cómo están afrontando las religiones el cambio de época en el que estamos sumidos? Con luces y sombras. Para empezar por ésta últimas, Jáuregui destacó las siguientes:
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La connotación peyorativa que arrastran las religiones: "El hecho religioso tiene una carga negativa por la vinculación que se hace con el terrorismo. Desde el 11-S es así, lo queramos o no". Y añadió otro ejemplo, el del pastor norteamericano Jones: "Hace nada que el pastor Jones quemó un Corán pese a la oposición de muchos y a miles de kilómetros murieron personas". De ahí que "la opinión de las religiones como factor de odio, intolerancia y violencia se haya extendido. Las religiones deben ser conscientes de ello".
En este contexto, citó el reciente debate entre el católico ex primer ministro británico, Tony Blair, y el escritor Chris Hitchens. Mientras éste último sostiene que "la religión e absolutista, lo envenena todo y es un factor de odio e intolerancia", el político británico converso defiende que "en un mundo sin religión desaparecerían los fanáticos religiosos pero ello no implicaría la desaparición del fanatismo". Y para probar su tesis aduce los ejemplos de Hitler o Pol Pot, en cuyos regímenes la violencia no tuvo origen religioso. Para Jáuregui, está clara la existencia del fanatismo religioso, pero no se le puede adjudicar a las religiones, sino a grupos minoritarios dentro de ellas.
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La segunda sombra de las religiones en la coyuntura actual es su "resistencia a los cambios". Y Jáuregui puso el ejemplo de la resistencia ante la igualdad de la Iglesia católica, a la que calificó, en este ámbito, de "baluarte de la cultura patriarcal", lo que "le ha llevado a definirse como adversaria de la ideología de género".
Las religiones "también se muestran contrarias al cambio en el ámbito de las biotecnologías y de la biomedicina, donde los avances son imparables. Un ámbito en el que, según Jáuregui, las "religiones tienen razón cuando piden la introducción de la pregunta ética", pero "se quedan sin ella, cuando se muestran en oposición sistemática a todo tipo de avances en este campo". Y volvió a referirse, en concreto y sin citarla, a la Iglesia católica española: "Raya en el ridículo apelar a la ley natural para justificar la oposición al preservativo".
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La tercera sombra religiosa que señalo el ministro fue la, a su juicio, molicie a la hora de combatir la "cultura de la satisfacción" de Galbraith o la "sociedad líquida y sin valores" que diagnostica Bauman. Frente a estos dos fenómenos
, las religiones "han mantenido una actitud excesivamente pasiva" y no los combatieron suficientemente.
Tras analizar las sombras religiosas, el ministro abordó el fenómeno de la diversidad religiosa, como una de las luces de la situación actual. "La religión es un factor determinante de la diversidad de las sociedades europeas, junto a otras como la clase social, el grupo racial..."
Para Jáuregui, "la gestión democrática de la diversidad religiosa en España es fundamental; no sé si lo estamos haciendo bien, mal o mediopensionista". Pero, en cualquier caso, mejor que en otros países europeos. "Las experiencias de los conflictos en los suburbios en Francia, en Inglaterra, en Alemania, son un fracaso. Las políticas de asimilación han fracasado", señaló el ministro, que
recordó que en España un 27,7% de la población se considera católica practicante y el 45,8, no practicante. Pero, además, hay 1,2 millones de musulmanes, 800.000 protestantes, 500.000 ortodoxos, un 14,55% de no creyentes y un 9,6% de indiferentes.
A su juicio, España tiene que seguir gestionando "la multirreligiosidad", porque "yerran los que dicen que el hecho religioso es privado". Para llevar a cabo esa gestión, el ministro anunció que, después de las elecciones, La Federación española de municipios y provincias y la Fundación Pluralismo y Convivencia van a lanzar un programa de colaboración de cara a una "mejor gestión del pluralismo religioso" especialmente a nivel local. "Estamos trabajando en un acuerdo por el cual la FEMP y el Gobierno van a trabajar juntos sobre cómo gestionar el pluralismo religioso".
Una mejor gestión de la diversidad religiosa que, según Jáuregui, debería plasmarse también en la escuela, donde se debería ofrecer clases opcionales de religión islámica y protestante, asi como otra de ‘Cultura de las Religiones'.
LAICIDAD INCLUYENTE
El principio que Jáuregui coloca como la base de este redefinición de la gestión del hecho religioso en España, una vez descartada la aprobación de la Ley de libertad religiosa, es el de la "laicidad incluyente". Es decir, una "laicidad no agresiva e, incluso, reconocedora del hecho religioso".
Porque "la laicidad es tolerancia, una actitud que debe caracterizar la vida pública cuando en ella conviven cosmovisiones diferentes". Y añadía: "La laicidad es condición para la convivencia de la diversidad religiosa. Es consustancial a la libertad, la igualdad y derechos humanos. No creo en una laicidad arrojada contra las religiones, sino en una laicidad de cooperación con los agentes religiosos".
Jáuregui se comprometió, en nombre del Gobierno, a trabajar desde el compromiso con una sociedad que "avanza en valores de libertad, igualdad y justicia". Y para conseguirlo "es más necesaria que nunca esta convergencia entre el compromiso derivado de la fe y los valores que siempre ha defendido el partido socialista".
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