En la entrevista concedida a emision.net,
Suárez, médico y político, intenta ahondar en la raíz de varios de los problemas políticos y sociales que España está pasando. Además de la corrupción ("que existe potencialmente en cualquier estructura humana") Suárez criticó la tendencia a acusar sólo a «los del otro bando», algo que no sólo existe en el ambiente político, sino que es una marca de nuestra sociedad actual.
Manuel Suárez forma parte del grupo de Participación en la Vida Pública, de la Alianza Evangélica Española. Su primer planteamiento es el de valorar lo positivo de la democracia, como demuestra la triste experiencia de casos de corrupción que están saliendo estas últimas semanas. «En la época de Franco pasaban estas cosas y no nos enterábamos. Es bueno que nos enteremos, es salud democrática», explica Suárez.
Para Suárez, el precio político que pagará el Partido Popular puede ser alto porque la denuncia procede desde sectores de la izquierda, y no por una regulación propia interna del partido. «Lo normal sería que se hubiera denunciado antes», explica, y se cuestiona: «¿Cómo es que Aznar o Rajoy no estaban al tanto de esto, con las personas con las que colaboraron? ¿Por qué no se denunció?». Algo que llama la atención de los ciudadanos, que pueden perder la confianza en el sistema por culpa de estas reacciones en los líderes, y que se añade a otras situaciones similares en el pasado, como fue la financiación irregular del PSOE evidenciada en el caso FILESA.
Además, la población se vuelve escéptica hacia las virtudes de la política, lo que puede ser un caldo de cultivo peligroso para el surgimiento de movimientos extremistas. «Este escepticismo atroz viene a decir que no merece la pena participar en la vida pública», explica Suárez. «Nos puede llevar al totalitarismo, o al levantamiento de algún cabecilla de que se imponga». De seguir así, «vamos hacia nuevas formas de dictadura», advierte.
¿ES ESPAÑA TRANSPARENTE?
Dentro de los países de cultura democrática, aquellos de pasado protestante son los que menos corrupción tienen. España, por su parte, ocupa el puesto 28 en el mundo, «mejor que muchos», considera Suárez, pero un puesto que evidencia que «nos queda mucho por avanzar, mucho por recorrer, hay mucha tolerancia con la mentira, con la corrupción». Lo positivo es que aunque haya «ladrones» ahora estos tienen «más riesgo de que sean pillados».
En cuanto al germen que vuelve a las personas corruptas, Suárez detecta un afán por conseguir lo que se quiere de forma rápida y esquivando las consecuencias. Pero sin embargo a largo plazo «acaba degradando a quienes la ejercen». «Se puede estar engañando a la gente un tiempo», agrega Suárez, pero «por corruptelas se pueden llegar a perder unas elecciones que estarían ganadas».
En cierta forma, lo que sucede en la política española no es más que un reflejo de lo que sucede en la población. No sólo en cuanto a la corrupción y el afán de dinero y éxito fácil, sino también en la forma de atacar al contrario y defender al propio. «ES como si los míos siempre tienen razón y los demás no la tienen», ejemplifica Suárez. «La población se afilia por bandos, de forma que no se llega a ver si los del otro bando están haciendo algo bien», una actitud que se refleja no sólo en la política, sino también en los medios de comunicación, las empresas y las organizaciones de todo tipo.
AMOR AL DINERO
Suárez recurre a la Biblia para entender el por qué de la corrupción. «La codicia -explica- es lo que ha perdido a muchos, que probablemente acaben en la cárcel. Algunos que se creyeron que tenían el mundo en sus manos y se quedarán sin nada». Suárez recuerda que Jesús enseño que «donde está tu tesoro está tu corazón; y el dinero es un señor que te lleva al desastre». Mientras el corazón «no es regenerado, habrá esta tendencia a la corrupción».
Otro problema derivado de este afán por tener dinero es el ansia de poder que también se refleja en muchos gobernantes. Un poder que además se ejerce muchas veces de forma opresiva. «Es un problema del corazón humano», explica Suárez. «Las democracias surgen en un contexto protestante, porque hay que establecer límites al abuso del poder que tiene raíces en el corazón», recuerda.
Además, hizo un llamado a que los cristianos podamos diferenciarnos en este aspecto de la sociedad en la que estamos. «Las relaciones sociales y políticas tienen que ser diferentes entre nosotros» porque «la autoridad (bíblica) no se basa en el poder del que está encima, sino en el servicio del que está debajo», señala Suárez.
Otro consejo para los creyentes fue a que sepan defenderse de los abusos de poder exteriores. «Como ciudadanos debemos exigir que se respeten los derechos de todo el mundo. No podemos tolerar el abuso de autoridad». Para él esta es «un forma cristiana de entender la política», sabiendo que «callar no es lo más cristiano».
MULTIMEDIA
Puede escuchar aquí la
entrevista completa a Manuel Suárez sobre el Caso Gürtel y la corrupción política en España.
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