El crecimiento, aunque ininterrumpido, tiene aún una cadencia baja y está vinculado a dos fenómenos fundamentales. Por un lado la paulatina y muy notable incorporación al culto evangélico del pueblo gitano y, por otro, el auge de la inmigración latinoamericana, frenada en los dos últimos años por el deterioro de la situación económica. Esos han sido los dos pilares sobre los que se ha asentado el aumento de los evangélicos en Galicia y que han provocado que la cifra en España supere ya los 1,3 millones.
Sin embargo y pese a su cada vez mayor presencia, los evangélicos siguen siendo un colectivo prácticamente invisible. «Nos estamos normalizando, pero aún queda bastante camino», admite David Rego, secretario ejecutivo del Consello Evangélico de Galicia. «Nuestra asignatura pendiente es la visibilidad de lo que se hace en cada iglesia, de nuestra labor social», explica Rego, coordinador de una compleja estructura eclesial. Los 150 templos evangélicos que hay en Galicia están repartidos entre una veintena de iglesias diferentes, unidas por un patrón común pero con desarrollos distintos. La más importante es la Asamblea de Hermanos, que tiene 38 templos en Galicia; la Iglesia de Filadelfia, a la que pertenecen los creyentes gitanos, tiene 27, y así sucesivamente agrupando a colectivos como el Ejército de Salvación o los centros Reto, vinculados a la reinserción de toxicómanos.
Pese a su crecimiento, Xavier Alcalá, escritor que acaba de publicar una saga histórica sobre los evangélicos gallegos opina: «Tienen el mismo problema que los católicos: se enfrentan a una sociedad fuertemente secularizada». Alcalá señala que, en Galicia, los evangélicos «siempre fueron tenidos por gente rara, pero de una moral muy estricta y, en cierto modo, ese punto de vista todavía pervive».
AUMENTO DE PROFESORADO
Rego asegura que llamar a alguna puerta de la Administración y declararse evangélico todavía resulta difícil y que a otras confesiones se las trata con más condescendencia. Con todo, el secretario del Consello Evangélico de Galicia dice estar satisfecho con el trato de la Consellería de Educación: en diez años han pasado de tener dos profesores de religión en los colegios públicos a cuarenta. Los diez mil evangélicos que viven en la comunidad gallega arrastran a un colectivo más amplio, ya que los nuevos creyentes no son bautizados hasta la edad adulta.
La diversidad de las iglesias evangélicas permite que se agrupen con características casi étnicas. De hecho, en Galicia las hay formadas mayoritariamente por latinoamericanos o gitanos, en tanto otras las forma una población netamente gallega. La provincia de A Coruña, donde se fundó la primera iglesia evangélica gallega en 1875, agrupa casi la mitad de todos los templos de Galicia (73).
LUCHA POR LA TOLERANCIA
De las dificultades que todavía existen para la normalización de la convivencia da fe el episodio que ocurrió el año pasado en Ourense, similar al que sufrieron en Oleiros hace dos años. La policía municipal desalojó y cerró una iglesia evangélica por falta de licencia pese a que había estado en tramitación durante años.
La situación se ha solucionado y el templo se ha reabierto, aunque en verano no dudaron en manifestar su disconformidad celebrando las reuniones en un céntrico parque de la ciudad. El templo fue abierto pero con un sonógrafo permanente, «algo que no exigen ni en un bar de copas», recuerda Rego.
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