José Miguel Cuevas, psicólogo del centro público, advierte que este tipo de organizaciones se esconden bajo múltiples disfraces, y que cualquiera es susceptible de verse atrapado bajo su nefasta influencia. De hecho, muchas de las personas que ha tratado a través del programa de adicción a sectas que desarrolla en la asociación Marbella Solidaria, responde a un perfil de profesionales con un nivel cultural medio, e incluso alto. «Es verdad que los jóvenes son más vulnerables, porque están en pleno proceso de creación de la personalidad, pero ahora estamos detectando que también entra gente mayor, y profesionales de mediana edad».
FENÓMENO EN AUGE
El psicólogo afirma que sólo en la provincia de Málaga pueden estar actuando más de medio centenar de grupos a los que se les puede considerar como sectas destructivas. Estas se ocultan bajo disfraces tan variados y sutiles como cursos de psicología, inteligencia emocional, evolución, astronomía, matemáticas, espiritismo, hadas, parapsicología, egiptología, actividades deportivas, religión, meditación, relajación, yoga, nuevas terapias, conferencias y seminarios, franquicias de productos de supuesta calidad, asociaciones… La lista es tan larga que, así dicha, cualquier actividad podría ser sospechosa de conducir a un grupo sectario.
Entonces, ¿cuál es el indicador que debería hacer saltar la alarma? «La alarma debe saltar cuando la actividad pasa a ocupar toda tu vida, llega a transformar tus hábitos, cambia todas tus relaciones, te aleja de familia y amigos, te incapacita para tomar cualquier decisión propia y se convierte en una obsesión; es decir, en una adicción», dice el experto.
ESTRATEGIAS DE CAPTACIÓN
El alejamiento de la familia para promover un mayor control del adepto es una de las características casi comunes a todas las sectas, aunque se puede dar en mayor o menor grado. De hecho, el programa que se desarrolla en Marbella Solidaria no sólo atiende a personas que han salido o que quieren salir de una secta, sino a familiares que tienen a alguien dentro de ellas: «Los familiares llegan desesperados, no saben qué hacer, cómo actuar. Quieren recuperar la relación y se ven incapacitados hasta para hablar con el hijo. Cuando hay comunicación, siempre está dirigida por el grupo».
Para llegar a las personas, las sectas suelen seguir un proceso similar. El acercamiento, que la mayoría de las veces se produce a través de un amigo en el que se confía y que ya está en el grupo, comienza con lo que Cuevas denomina etapa de seducción. Durante ella, la persona a la que se pretende captar se siente aceptada, «y además ve que el grupo está compuesto por personas majas; por personas ´sanas´».
La seducción da paso a la captación, en la que la persona empieza a participar en algunas de las actividades de la secta, acude a conferencias, a encuentros, a fiestas... Luego vendrá la fase de conversión: «Yo he hecho mucho por ti, y ahora te toca a ti responder con tu compromiso», dice el experto. Posteriormente viene el adoctrinamiento, donde el adepto se empapa de la filosofía de la secta y asume sus principios. Pasa así a formar parte de un grupo de élite. Este convencimiento sirve para reforzar su pertenencia al mismo y también para que se separe aún más del común de los mortales, que supuestamente ni saben nada ni tienen razón. Finalmente, el ´sectodependiente´ pasaría a captar a nuevas personas que introducir en el grupo.
LÍDERES DELIRANTES
No suele ser el dinero la motivación principal que lleva a una persona a convertirse en líder de una secta, según afirma el psicólogo José Miguel Cuevas: «En muchos casos, el líder es una persona con una patología mental, presenta trastornos de la personalidad, delirios de grandeza y en ocasiones, incluso esquizofrenia».
Eso sí, son ambiciosos, carismáticos y creíbles: «La inteligencia no está reñida con la locura», afirma el experto, que asegura que el líder realmente se llega a creer un ser superior y también asume parte de esa mentira.
TRATAMIENTO INDIVIDUALIZADO
José Miguel Cuevas deja claro que el programa que sigue para el tratamiento de la adicción a sectas es individualizado y diferente en cada caso. No obstante, la mayoría de los pacientes sufren consecuencias destructivas de la personalidad en diferentes áreas de sus vidas. Es frecuente que, una vez fuera, el paciente pueda tener dificultades de adaptación social y que presente fuertes sentimientos de culpabilidad y frustración, así como síntomas depresivos y cuadros de ansiedad.
Cuando una persona se encuentra en la fase de abandonar la secta o incluso cuando está fuera puede sentir malestar, porque duda de si está haciendo o no lo correcto: «Puede pensar que está fallando a Dios, al líder o incluso a su salud mental. Hay que tener en cuenta que lleva años viviendo una realidad distorsionada, pero al fin y al cabo su realidad. Aún cuando está fuera es difícil acabar con algunas concepciones, que puede mantener como ciertas porque están muy instaladas en su mente».
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