Sociedad y violencia

La violencia no es nunca una solución, como mucho aparentemente a corto plazo. Pero a la larga, quien siembre vientos recoge tempestades.

No hay más que ver las guerras civiles, que dejan heridas abiertas por generaciones.

Y no se trata de resignarse. Algunos de los mayores cambios de la humanidad fueron originados o provocados desde la paz.

Jesús, Luther King, Nelson Mandela, Gandhi son algunos de los nombres que todos conocemos.

No fueron pasivos, al revés, podríamos catalogarlos como revolucionarios, socialmente provocadores y contestatarios, inconformistas, denunciadores del mal y la injusticia que veían a su alrededor. Pero desde la paz, es decir, desde la no violencia.

Tenían contundencia en sus ideas, en las afirmaciones que hacían, eran transgresores, pero nunca agrediendo al otro, invadiendo o impidiendo su derecho a la libertad de expresarse, a su integridad e identidad.

Por el contrario, todos ellos sufrieron la violencia de “los otros”. Los que en su –legítimo- derecho a opinar en desacuerdo, eligieron como argumento el camino de la violencia.

Hoy en día se está entrando en una espiral de violencia y de limitación a la libertad de expresión en manifestaciones públicas en España y en otros países llamados democráticos.

Estábamos habituados a la extrema derecha y a los neonazis, a los ultras de fútbol y a los delincuentes que agredían sin causa alguna.

Ahora es cada vez más frecuente que se agreda y se coharte la libertad de los otros en nombre –curiosamente- de la libertad, de los derechos humanos, de la defensa del derecho a decidir de la mujer, de la expresión de la diversidad sexual.

Parece que hay grupos que pueden “marcarse” como indignos de respeto, de optar a la libertad de expresión, de elegir el derecho a ser diferente, de estar en desacuerdo con alguna idea, de defender su identidad y separarse de quien no está de acuerdo con él en cosas que considera esenciales.

En definitiva, se legitima la violencia y la coartación de la libertad cuando se trata de actuar contra ciertos colectivos o posturas.

Los cristianos son uno de ellos, por ejemplo por defender el derecho a la vida del no nacido (equiparándola al derecho a decidir de la madre, que también defiende). Hace poco se atacó a un grupo de católicos en una Universidad madrileña. Iglesias y actos evangélicos son asaltados por este motivo. El colectivo Femen se considera con derecho de reventar una manifestación legal y democrática porque no están de acuerdo con ella.

No es cuestión de decidir ahora quién tiene razón o no. Sino de defender la razón, el sentido cívico. Y la paz como camino.