Hemos estado dejando pasar el tiempo, esperando, porque sinceramente no sabíamos qué decirles al llegar estas fechas del Solsticio de Invierno en las que la tradición asoció la Saturnalia romana con la festividad del nacimiento de Jesús. Alguien único en la Historia; pero que pasó entonces tan desapercibido en medio de la pobreza, como pasa hoy desapercibido en la crisis de la riqueza de la sociedad occidental, incluidos los países llamados cristianos.
Muchas ideas acertadas, profundas, polifacéticas, se han expuesto por diversos colaboradores. No vamos a 'reincidir' en ellas.
Sólo queremos dejar dos reflexiones. La primera, que la Feliz Vanidad es la que está en crisis. La celebración del vivir para gastar y el gastar para vivir es un estilo de vida que ha terminado. El colapso económico ha derribado las Torres Gemelas del consumismo y el mundo no volverá a ser el mismo, como no lo fue tras el 11S.
Sólo que esta vez el suicidio terrorista ha sido el de la propia sociedad en su conjunto, unos con más responsabilidad que otros, con más o menos consciencia. Y todos estamos recogiendo escombros, nuestros o de quienes nos rodean.
La segunda reflexión es que hay quienes siguen haciendo negocio de la crisis. Hoy todos son/somos más pobres, pero hay una clase “privilegiada” que no sólo sigue siendo rica, sino que es aún más rica. Queda a la luz que había y siguen habiendo Faraones, y esclavos que construían pirámides (hipotecas, preferentes, el negocio del ocio) a cambio de una sociedad de bienestar y de vivir año tras año una Feliz Vanidad.
Nadie duda de que sean necesarios los ajustes; como creemos que nadie duda que esos ajustes no son proporcionales, y que quienes manejan los hilos logran que las pirámides se sigan construyendo (eso sí, a un menor precio y a veces a costa de la salud o la vida de los esclavos).
Dicho esto, no queremos quedarnos en estas ideas, que seguro que no son novedosas, pero que queríamos dejar reflejadas. Pero como final y por encima de todo lo expuesto queremos contraponer a esa Feliz Vanidad la auténtica Feliz Navidad.
Jesús no se hizo más rico a costa nuestra, sino que para hacernos ricos se hizo sencilla y grandiosamente pobre, semejante a nosotros, y así nació, vivió, murió y resucitó.
El no hizo negocio con la crisis moral y espiritual del ser humano, sino que vino a solucionar, a pagar, el precio de nuestra deuda.
El no es una tradición, o un mito, de contenido vano y vacío. Se revaloriza cada vez más, cobra mayor sentido cuanto más patente es la corrupción, la mafia económica del poder, la inmoralidad que tiñe todas las escalas de la vida social, política y religiosa.
Y finalmente, Él trajo la auténtica respuesta al sinsentido, a la injusticia, al vacío interior. Para los pastores pobres y los sabios ricos de Oriente.
Para enfrentarse al poder de los Faraones-Herodes y la jerarquía religiosa de los fariseos.
Para abrazar a Nicodemos inquietos e insatisfechos, adúlteras o prostitutas arrepentidas, ladrones de guante blanco (Zaqueos) que anhelaban cambiar de vida, leprosos rechazados por todos y samaritanos buenos.
Para señalar el camino, la verdad y la vida que sólo pueden venir de Él, no de ningún sistema religioso, político, filosófico o ideológico.
Jesús, el Jesús real del Evangelio, es la persona que responde a todas nuestras grandes preguntas. Cómo escribir esa respuesta en nuestra vida queda en la pluma y el tintero de cada uno de nuestros corazones ¡Feliz Escrituras! ¡Feliz Navidad!
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