Pero vayamos paso a paso.
El Secretario general de la Alianza Evangélica Mundial (WEA), Geoff Tunnicliffe, en el ejercicio habitual que practica durante sus muchas visitas a cualquier país del mundo, solicitó un encuentro con el Gobierno de España. Pocos son los líderes evangélicos mundiales que tienen esta capacidad, que supone -desde su representación democrática de 430 millones de evangélicos- hacer visible esa unidad internacional del protestantismo que se reúne en torno a la WEA.
Sin duda que Tunnicliffe asistiese con Zapatero al último Desayuno Nacional de Oración en Washington fue un apoyo circunstancial (¿providencial?), pero
es muy de agradecer que por primera vez el Gobierno haya tenido un encuentro formal con un líder internacional protestante en España. Un signo de normalización progresiva, que aún mantiene peldaños por ascender, ha salido ya de los sótanos de la represión y camina por el terreno de la convivencia en pluralidad.
Que participase la Alianza Evangélica Española en el encuentro con el Gobierno (que delegó en el Ministro de Justicia) es lo normal, dado que es la entidad que representa a España en las Alianzas Evangélicas Europea y Mundial.
Pero
sin duda era necesario, aunque no imprescindible, que fuese invitada la FEREDE. No en vano la Federación Evangélica realiza un papel insustituible y altamente valorado y reconocido en el protestantismo español: la representación legal y negociación del desarrollo de los Acuerdos firmados con el Estado por la propia FEREDE en 1992.
La Alianza Evangélica, que fue cofundadora de FEREDE, ha plasmado este apoyo histórico de la necesaria colaboración mutua, que la Alianza siempre ha mantenido, en el desarrollo de la propia reunión.
Tunnicliffe puso sobre la mesa temas importantes -en forma de asuntos no resueltos- en el diálogo Estado-FEREDE, y que estaban en el armario de “pendientes” de la cargada agenda del Ministro. Sin duda el encuentro sirvió para desatascar la espera, y que cuestiones tan importantes como la jubilación de pastores protestantes de tiempos del franquismo, o el preocupante cierre de templos evangélicos –especialmente en Cataluña- que está creando alarma y seria preocupación en el protestantismo español.
Así, y como también se dijo en la reunión con el Ministro de Justicia, ambas entidades (AEE y FEREDE) son complementarias y diferentes desde su libertad sin condiciones como instituciones independientes. Algo que ha quedado reflejado en todo lo ocurrido en torno a este encuentro.
Tampoco podemos dejar de reflejar la importancia, aún no siendo Gobierno, de
la acogida que el principal partido de la oposición –el Partido Popular- ha realizado con Tunnicliffe. Un gesto que indica también que el grupo político que algún día, por la leyes de la alternancia democrática, llegará al poder de la nación española, está realizando un acercamiento sincero y abierto al protestantismo español. No en vano publicaron este encuentro en la portada de su web institucional, un gesto que indica que no se trató de un simple trámite protocolario; sino también de un diálogo y acercamiento real.
Todo ello, todos los aspectos y áreas mencionados, significan –como dijo Tunnicliffe- que las entidades evangélicas deben sentarse a la mesa del diálogo social y político “no para mandar en la mesa, sino para tener la opción de dejar oír su voz”.
Que el Ministerio de Justicia y líderes del Partido Popular sigan –como nos manifestaron- este medio de comunicación, es también un motivo de agradecimiento a ellos, y signo añadido a la normalidad de la que estamos hablando en este Editorial.
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