La noticia -en el diario “El País”- hace mención a los Grupos Bíblicos Universitarios (GBU), por haber cursado la solicitud del permiso para una de estas charlas en Vigo. GBU solicitó las instalaciones de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicaciones (ETSIT) para que allí tuviera lugar una de las conferencias que se van a celebrar en toda España y que lleva el título de “Lo que Darwin no sabía”. La ETSIT de Vigo, ha denegado el permiso después de haberlo concedido, por críticas y presiones - entre otros- de Sociedades científicas Españolas. Más tarde se unió a esta misma posición (permiso inicial y posterior rechazo) la Facultad de Biología de León.
El propio Manuel Soler, catedrático de Zoología de la Universidad de Granada, denuncia en El País la forma de entrar en escena de los creacionistas, "a través de una asociación de médicos aparentemente científica desde la que efectivamente no hablan de creacionismo, sino que intentan ir calando sus ideas para dinamitar la teoría de la evolución".
Si la Evolución es una teoría, lo lógico es que se pueda defender o cuestionar. De la misma forma que se puede debatir de las dudas del carácter científico del enfoque del Diseño Inteligente o del Creacionismo Científico. Pero los científicos (y ciudadanos) que apoyan la teoría de la evolución la convierten a menudo en un dogma infalible por incuestionable. Convierten la ciencia en fe, y la teórica tolerancia de nuestra sociedad en fundamentalismo científico al negarse “a priori” a la exposición de ideas y el debate en las universidades.
Porque estamos hablando de “conferencias”, no de “contenidos académicos”.
Curiosamente los GBU, que han solicitado el local sólo como trámite administrativo, sin ser organizadoras de estas conferencias, que en teoría serían “fundamentalistas” al permitir la exposición de estas ideas, afirman que en su Asociación y en las Iglesias Evangélicas existe un debate interno sobre estas cuestiones desde hace años. Pero no para censurarse a unos o a otros, sino (por ejemplo) para publicar libros -a través de su editorial Publicaciones Andamio-, como “En el Principio” y “¿Ha enterrado la ciencia a Dios?” en los que conocidos profesores universitarios de ciencias –miembros de GBU- están en pleno desacuerdo con la legitimidad científica del Diseño Inteligente; participando junto con otros escritores favorables al Creacionismo –miembros también de GBU- para debatir sobre esta cuestión sin cerrarse a ninguna teoría y al intercambio de ideas.
Así, los teóricos “fundamentalistas” según la noticia de “El País” son los auténticos tolerantes.
Y estas circunstancias, que podrían quedar en anécdota, se están repitiendo en multitud de aspectos de la vida social.
El teórico tolerante rechaza, censura y hasta expulsa de la vida pública a quien ose proclamar determinadas ideas que son “inadmisibles para la tolerancia”. Es la tiranía de lo políticamente correcto y del pensamiento único.
Mientras tanto, frecuentemente el teórico fundamentalista defiende el derecho a opinar de todos, incluido él mismo por supuesto, convirtiéndose en el perfecto tolerante sin renunciar a su derecho a opinar y posicionarse.
Estamos hablando siempre –por supuesto- dentro de los límites del respeto al otro (ama al prójimo como a ti mismo, si nos lo permiten), y los principios de los derechos humanos (que, si también nos lo permiten, se derivan bíblicamente del hecho de que los seres humanos estamos creados a la imagen de Dios).
Lo cual no quiere decir que no haya tolerantes entre quienes defienden la teoría de Darwin, ni que no se encuentren fundamentalistas entre quienes apoyan el creacionismo. Pero no por apostar por una u otra idea, sino por sus posturas personales en lo que tiene que ver con el derecho a la libre expresión de quien disiente de sus posicionamientos ideológicos.
Si quieres comentar o