VII Congreso Evangélico Español

Como vicepresidente del Comité organizador del Congreso me complace dedicar este editorial a tal evento. Al escribirlo hay un propósito central en mi corazón: motivar al pueblo evangélico a apoyar y asistir a tan significado acontecimiento. Muchas son las razones que podría aducir, pero me centraré en las dos principales.

Es una oportunidad singular para expresar nuestra unidad como pueblo de Dios. El Congreso en sí mismo no genera unidad. Siempre hemos sostenido que la unidad cristiana es una realidad espiritual que no depende de reuniones o eventos. Pero sí es muy importante la expresión de esta unidad, para lo cual el Congreso constituye un marco idóneo. Cuando creyentes de todas las familias denominacionales se reúnen desde todos los rincones del país para alabar a Dios y dar testimonio juntos de su común fe, ello supone dejar de lado lo secundario para afirmar -«pro-testar»- que es mucho más lo que nos une que aquello que pueda separarnos. Estamos proclamando que somos un cuerpo en Cristo.

Un «pequeño» esfuerzo, no obstante, es necesario: superar la fuerte tendencia individualista de nuestra sociedad que, por desgracia, también penetra en la Iglesia. El parcelismo, la visión estrecha sólo de lo que «organizan los míos o de aquello en lo que yo participo directamente», en una palabra la visión de «partido» y no la de la Obra de Dios en su conjunto es uno de los peores enemigos de la Iglesia hoy, y puede constituir una razón, quizás inconsciente, para no asistir al Congreso. El Salmo 133, en el que se promete «bendición y vida eterna» al «habitar los hermanos juntos en armonía» debe aplicarse también a esta dimensión global como pueblo. La tribalización de la Iglesia, la fragmentación en «tribus», desagrada a Dios y desorienta a los que nos contemplan desde el mundo.

Ello nos lleva a la segunda razón: el testimonio ante nuestra sociedad. El impacto de la unidad cristiana es una de las mejores formas de evangelización. El Señor mismo así lo expresó en su oración sacerdotal: «.. .para que todos sean uno... para que el mundo crea que tú me enviaste» (Juan 17:21). El Evangelio es poder de Dios para derribar muros, acercar y reconciliar, es un instrumento de perdón y de pacificación. Podemos demostrar que esto es verdad de muchas maneras, pero una de las más sencillas es trabajando juntos.

El lema del Congreso -«Proclamando esperanza en Cristo»- apunta directamente en esta dirección: el Evangelio de Jesucristo es relevante para nuestra sociedad hoy porque ofrece una esperanza no sólo futura sino presente en un mundo sangrante.

Por todo ello, te animamos a que asistas al Congreso Evangélico Español. Con tu sola presencia ya estarás hablando. Y probablemente no sólo tú recibirás beneficio espiritual; tus hermanos saldrán beneficiados también de la comunión contigo. Es un privilegio y una forma muy práctica de expresar tu compromiso con todo el pueblo de Dios en España.


Pablo Martínez Vila
Vicepresidente del VII Congreso Evangélico Español
(adaptación del Editorial de “Idea”, revista oficial de la Alianza Evangélica Española)