La religión del poder

En el vídeo (una publicidad del Metro de Madrid) el seguidor rojiblanco aparece fumando y hablando por el móvil mientras conduce. El otro protagonista del vídeo, del Real Madrid, se dirige hacia el estadio en Metro.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha ordenado cesar a todos aquellos que hayan tenido que ver con la grabación del vídeo expuesto por Metro de Madrid. Horas antes, Metro de Madrid decidía retirar el vídeo promocional y pedía perdón al club de fútbol y a sus aficionados "por las ofensas que haya podido causar".

No vamos a cuestionar aquí el sentimiento de amor a los colores de ningún equipo o hincha de fútbol, que todo el mundo tiene su corazoncito. Pero no deja de ser curiosa la enorme sensibilidad política y social con los hechos referidos, que contrasta con la casi nula existente hacia el hecho religioso.

Porque manifestaciones sufragadas por instituciones públicas han ofendido –y muchísimo más que este video- a la fe y los sentimientos religiosos de los cristianos, sin que se haya dado un mísero paso atrás en la difusión pública de la ofensa.

Se ha alegado la sacrosanta libertad de expresión (que nosotros también defendemos, pero con el límite del respeto al otro).

Y no sólo es el caso de la religión. Se puede aplicar también a una reciente viñeta en la portada de “El Jueves”, claramente ofensiva con los Príncipes de España. Al retirar un juez el número de la revista se levantaron voces en contra de hacerlo… por la misma libertad de expresión. Y lo mismo en contra de la retirada de la también famosa viñeta de Mahoma… nada debe impedir la libertad del artista, aunque sea de dudoso gusto estético y ético, incluso aunque cause daño a los sentimientos más profundos de otros seres humanos.

Pero hete aquí que la ofensa más bien leve a un equipo de fútbol mueve y logra más que los vómitos mediáticos realizados en contra de las religiones y de la Casa Real: ninguna voz se ha levantado para criticar la censura a la difusión de este video, ni siquiera para defender el puesto de trabajo de sus responsables, cesados fulminantemente (a nuestro parecer, una medida excesiva).

Sin duda el voto y presencia social de un equipo de fútbol como el Atlético de Madrid tiene peso (menos mal que el ofendido no fue el Barcelona, o el Real Madrid; a lo peor hubiesen quemado a los culpables en una pira, por herejes sociales).

Y es que la gran religión, el auténtico culto, se celebra –es verdad- los domingos. Pero no en templos, sino en las catedrales del fútbol. Telepredicadores del balón, sacerdotes en pantalón corto, amuletos deportivos, odio al demonio del silbato… Y además, de esa religión se sacan pingües -¡muy pingües!- beneficios (¡Y nada de separación Iglesia del balón-Estado, al contrario!).

No hay duda. Lo verdaderamente “cristiano” de la religión más poderosa de nuestro tiempo es… Cristiano Ronaldo.

MULTIMEDIA
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