Nuestros colaboradores

Así, por ejemplo, ocurre con Jaime Fernández Garrrido, nuevo colaborador fijo en la columna “Con otro ritmo”. Jaime es amigo y una de las personas que llevan el Evangelio en su mejor dimensión, la de “buenas noticias”, a todo lo que hace.

Su humanismo inquieto que mezcla arte y deporte (no en vano es amigo de Juan Luis Guerra y responsable de Atletas de Cristo en España), así como su trabajo al frente de los programas evangélicos de la radio y televisión de Galicia (RTVG) hacen de él una persona muy cercana a la realidad que vivimos, y a la vez un convencido de que el mensaje de Jesús debe llegar a nuestro tiempo con toda la fuerza incontenible que tiene y que no debemos limitar. Le damos la bienvenida.

Pero quería llamarles la atención sobre otra persona quizás menos conocida en España, pero a la que tenemos un gran aprecio. Se trata de Carlos Martínez García. Apellidos comunes para una persona poco común, en el mejor sentido de la palabra. Le conocimos de una manera atípica: a través de internet por sus escritos en los grandes medios de comunicación mexicanos. Allí aprendimos a valorar su calidad literaria, su lucha a favor de los evangélicos oprimidos de Chiapas; su aprecio por el pensamiento y su relación con personajes como Monsiváis. Y a la vez con unas bases firmes y sólidas ancladas en el Evangelio.

Fue una alegría cuando (por iniciativa de ambas partes) llegamos al acuerdo de que escribiese una columna fija (Kairós y Cronos), en la que nos deleita con un repertorio que toca todos los aspectos de la cultura y de su relación con la fe.

En su última aportación nos habla del recién fallecido genio del periodismo, Kapuscinski. Y dice Carlos, recordando al maestro (con minúsculas) que “Primero es necesario tener algo qué comunicar, después viene el cómo hacerlo.”

Y latimos con esta idea: tenemos algo que comunicar. Estos medios digitales que utilizamos son únicamente la manera de hacerlo llegar hasta ustedes. Tenemos una visión no sólo de la fe en Jesús, sino de un Jesús actual que no choca con el que enseñan los Evangelios. Un mensaje para nuestro tiempo y nuestra sociedad que en lo esencial no difiere con el de todos los tiempos y todas las edades, pero que sí sabe buscar las preguntas (sin tener todas las respuestas) que todos quienes vivimos en el siglo XXI nos hacemos.

Y añade Carlos Martínez en palabras de Kapuscinski: “El buen y el mal periodismo se diferencian fácilmente: en el buen periodismo, además de la descripción, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico”.

Y de nuevo nos entusiasmamos: no queremos sólo escribir piezas de datos, expuestas y troceadas como si se tratase de un matadero, o de un asunto legal. Hablamos de vida, de historia, de intereses y luchas que subyacen detrás de la información que damos. De realidades contrapuestas, de alianzas y conflictos, de amores y desencuentros. Queremos, y para ello luchamos con todas nuestras fuerzas, ser buenos periodistas cristianos. Mejor aún, buenos cristianos periodistas.

Por esta meta trabajamos cerca de cien personas en cada número que ustedes leen. Gracias por hacerlo.