Pequeño hombre, un gran Dios

Quizás, frente a la “santa laicidad” de las ONGs (como dice José de Segovia) somos los cristianos un grupo más que hace buenas obras. Y frente a la lucha moral (cuasi Cruzada ) de la Iglesia católica, poco se nos escuche a los cristianos evangélicos, especialmente si entramos en la misma dinámica de exigir que la moral sea una ley, en vez de anunciar que la realidad es que la ley moral es de una exigencia tal que condena sin remisión a todo ser humano (“buenos” y “malos”); siendo la buena noticia que la sangre del niño que nació en Belén sin juguetes, comida ni techo es capaz de limpiar y transformar el interior más hondo del hombre. Y sólo a partir de ahí es posible un corazón nuevo y una vida nueva.
Tanto en la película sobre la vida de Lutero, como en las “Crónicas de Narnia” es evidente que el mensaje de las buenas noticias de Jesús sigue teniendo fuerza; y que lo que de nada sirve es la fuerza como mensaje; ni los ritos edulcorados navideños, cada vez más vacíos de contenido real.
Dice José de Segovia en una entrevista (audio, 2'4 MB) sobre la película de Lutero que no fue el reformador alemán un gran hombre, sino un hombre que se encontró con un gran Dios. Eso es esperanza: no hay seres moralmente superiores, sino los que reconocen su necesidad de Dios y los que no. Y esto sigue sin hacerlos/nos mejores, simplemente capaces de vivir por la fe una vida plena y libre de culpa que en sí mismos ni pudieron, ni pueden ni podrán realizar jamás.
Quizás la sociedad actual nos está diciendo que lo que necesita ver no son “grandes hombres de Dios”, sino hombres normales que confían en un Dios grande para ofrecer una vida llena de fe y ética, pero lejos de los ritos, las tradiciones, las apariencias, lo establecido y lo esperado.
Lutero y C.S. Lewis lo consiguieron en su tiempo, y lo vuelven a lograr ahora a través del séptimo arte ¿Por qué no también nosotros? ¿Por qué no?