El rapto

— ¿Y dice usted que quiere casarse?

— Sí. Pero… ¿por qué me han raptado? Exijo hablar con mi familia.

— Según nuestros informes, usted ha cambiado recientemente de ideología. ¿Es consciente de la gravedad de tal acción?

— ¡Les pido que me suelten! ¿Quiénes son ustedes?

— Somos el Poder Fáctico e Invicto de la España No Reformada. Y usted, sin nuestra autorización, no puede hacer absolutamente nada.

—¿Ni siquiera casarme? Lo haré ante la autoridad civil y religiosa correspondiente. ¿Quién puede impedírmelo?

— Parece que no comprende con quién está hablando. Lea este documento y fírmelo si desea ver cumplidos sus propósitos.

El reo, al principio, se negó: aquel escrito contrariaba sus más profundas convicciones. Pero terminó cediendo cuando le obligaron a ingerir unas sustancias químicas abrasivas que doblegaron su resistencia.

Acto seguido fue introducido en un furgón, con los ojos vendados, y arrojado en marcha en una curva perdida de una carretera secundaria.

Cuando, al fin, logró regresar a su domicilio, su familia escuchó incrédula la explicación. Él tampoco contaba con prueba alguna que respaldara la veracidad de lo vivido.

Sin embargo —¡alto! — recordó algo: dentro del furgón, el Google Maps de su móvil había registrado el trayecto. Esa podía ser su vía para reconstruir los hechos.

Así que decidió desandar el camino, siguiendo cada desvío, cada carretera secundaria, hasta internarse en un espacio natural. Finalmente, ante él apareció una construcción de grandes dimensiones, completamente enrejada.

— ¿Qué será este edificio…?

Un enorme rótulo lo explicaba: Clínica Mental.

La recepcionista escuchó con atención su relato.

— ¿Y dice que esta institución no pertenece al Poder Fáctico e Invicto de la España No Reformada? — preguntó él.

— Le repito que no sé de qué me está hablando. ¿Viene solo o le acompaña alguien? — respondió ella.

— ¿Por qué lo pregunta?

— Espere en la salita; el médico de guardia le atenderá en unos minutos. Le veo muy agitado. Trate de tranquilizarse.

— No, no… estoy perfectamente. Me marcho… ¿puedo? Quiero decir… ¡¡adiós!!

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