Filmin ha traído a España la adaptación para televisión que ha hecho Christopher Thompson de la colección de novelas de Robert Merle Fortune de France, bajo el título de The Huguenots, enfocándose en la historia de la familia Siorac, que abraza la Reforma protestante en Périgord, en el contexto de la guerra por la religión en Francia y la inquisición católica.

Thompson, que dice haber leído las novelas de Merle cuando era un adolescente, habla de una historia de “creencias opuestas” y de “amores frustrados” en un país “hundido en una guerra civil que busca salvarse”.

Y, precisamente, ese es el carácter de la serie, al menos en lo pocos episodios que ha traído la plataforma de contenidos en streaming catalana al territorio español: algo que navega entre las generalizaciones, lo cual siempre da lugar a imprecisiones, y una emotividad propia de la telenovelas de tarde. Parece que la cuestión histórica de la Reforma y los hugonotes en Francia sean simplemente la excusa para hablar de las experiencias de una saga familiar de hace siglos.

[photo_footer]La serie de Thompson se basa en la saga familiar de los Siorac, que Robert Merle crea para su conjunto de novelas Fortune de France. / Fotograma de la serie, Filmin.[/photo_footer]

¿Los hugonotes?

A pesar de ese sabor agridulce de boca que pueda dejar la serie, por el hecho de narrar a veces una historia tan profunda de una forma tan superficial, es de agradecer que Thompson y el resto de su equipo hayan centrado la historia (incluso hasta e título de la serie) en las vivencias de los hugonotes.

Como decía Thompson, yo también leí acerca de los hugonotes en mi adolescencia. Pero no de las novelas de Merle, sino del libro escrito por mi amigo ya fallecido, Félix Benlliure Andrieux. Pastor y escritor, quiso investigar más acerca de sus raíces francesas, lo que le llevó a un viaje por lugares clave de la historia hugonote en Francia del que luego publicó un libro con Clie.

Sin duda, su relato es más original que la serie de Thompson, que se enfoca únicamente en los rasgos generales del catolicismo y la incipiente teología reformada. Benlliure, en su libro, muestra toda una historia de personas y generaciones que, en su compromiso con el evangelio, arriesgaron y entregaron su vida por el Reino de Dios, y no por una institución eclesial, hasta el momento de la matanza de San Bartolomé, a la que Benlliure dedica especial atención.

En su libro, Benlliure muestra cómo lo emotivo no se mezcla con la conciencia tan fácilmente como le sucede a los Siorac en la serie de Thompson, sino que remarca el valor de la conciencia, la cual da lugar a unas emociones más concretas y filtradas. Y la conciencia en el caso de los hugonotes, como muestra Benlliure, tiene que ver con el evangelio. 

[photo_footer]El autor de Hebreos escribió que, con la sangre de Cristo en la cruz, Dios ha limpiado nuestras conciencias “de obras muertas para que le sirvamos”. / Fotograma de la serie, Filmin.[/photo_footer]

En la serie, a veces se cae en la simple apariencia de una disputa teológica entre Roma y Suiza y Alemania, mencionando apenas los nombres de Lutero y Calvino, y caricaturizando al Papa. Y, aunque es cierto que hubo tiempo para todo, lo fundamental a la hora de indagar en procesos como el de los hugonotes debe ser la transformación de la conciencia: es decir, qué la motiva y hacia donde se dirige. Es, de hecho, el compromiso de las conciencias renovadas por el evangelio lo que realmente impresiona, más allá de los horrores de los autos de fe, que también recoge Thompson en su serie, o de las confabulaciones entre religiosos y nobles.

“Los cambios no solo eran dogmático y eclesiásticos”, dice Benlliure, “sino también morales”. Y es que, para el pastor y escritor, la Reforma no solo se topó en Francia con “la incredulidad y la superstición”, sino también con una profunda “inmoralidad”. Esto es algo que sí refleja Thompson en su serie, aunque queda desvanecido por las relaciones entre los diferentes personajes y esa pátina de solemnidad superficial que acompaña a buena parte de la trama.

El autor de Hebreos escribió que, con la sangre de Cristo en la cruz, Dios ha limpiado nuestras conciencias “de obras muertas para que le sirvamos” (Hebreos 9:14). Y esto es lo que no pueden tocar ya quienes matan el cuerpo (Mateo 10:28), porque nuestra vida está “escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3) y no puede ser ya destruida en el infierno por la eternidad. 

Una conciencia transformada por esta verdad no puede limitarse en un mundo plagado de limitaciones: fronteras, guerras, persecuciones, etc. Y quienes la poseen alcanzan a ser esos “luminares en el mundo”, “irreprensibles y sencillos en medio de una generación maligna y perversa” (Filipenses 2:15), obstinada en destruir la verdad y rechazar la vida. 

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