Desde el interior del movimiento protestante ecuménico Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) se suscitó un enorme interés por la obra pedagógica de Paulo Freire.
La pedagogía del oprimido no es más que el análisis de sus alienaciones, hecha por él mismo. Una labor pedagógica orientada por esta realidad pone al descubierto la relación dialéctica que hay entre la conciencia del opresor y la del oprimido. En otras palabras, la conciencia dominada está constituida, estructurada, en base a una relación dialéctica con la conciencia dominadora. El uso de la palabra conciencia no tiene, en este caso, ninguna connotación idealista. Se refiere al hombre, como un ser consciente, puesto en el mundo, en relación con la Naturaleza, con las cosas, con los demás y siendo el sujeto de su propia historia. Si no es así, es un ser oprimido. Hay que liberarlo, si decimos que tenemos amor por los demás.[1]
J. B.
Desde el interior del movimiento protestante ecuménico Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) se suscitó un enorme interés por la obra pedagógica de Paulo Freire, sobre todo en los años que pasó en Chile (1964-1969) y durante su estancia en Ginebra como parte del equipo del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), patrocinador de dicho movimiento desde sus inicios en 1961.[2] Cuando en mayo de 1968 un grupo de militantes metodistas uruguayos participó en un taller de Freire se abrió la posibilidad de una colaboración entre ISAL y el pedagogo brasileño, la cual desembocó en la publicación de sus primeras obras bajo el sello Tierra Nueva. Un año después de ese taller se publicó Conciencia y revolución. Contribución al proceso de concientización del hombre en América Latina, pequeño volumen de poco más de 100 páginas que, bajo el influjo de Freire y de la idea mayormente asociada a su pensamiento, la concientización, incluyó la colaboración de cinco pensadores uruguayos o que vivían en ese país: Hiber Conteris, Julio Barreiro, Julio de Santa Ana, Ricardo Cetrulo y Vincent Gilbert. Los tres primeros eran parte importante de ISAL, Conteris y Santa Ana desde los inicios de la revista Cristianismo y Sociedad, y Barreiro la dirigiría entre 1965 y 1980.
El concepto de concientización que fue identificado como uno de los temas centrales de la pedagogía freireana, no surgió directamente del autor brasileño, como él mismo lo explicó sino de dos profesores coterráneos suyos, el filósofo Álvaro Vieira Pinto y el sociólogo Alberto Guerreiro Ramos del del Instituto Superior de Estudios Brasileños.[3] Uno de sus principales difusores fue el arzobispo católico Hélder Cámara en su faceta de traductor al inglés y al francés. Así se refiere Freire a la fascinación que produjo esa palabra: “Al oír la primera vez la palabra concientización, me di cuenta inmediatamente de la profundidad de su significado, porque estoy absolutamente convencido de que la educación, como práctica de la libertad, es un acto de conocimiento, una aproximación crítica de la realidad”.[4]
Según Ana Lúcia Souza de Freitas, la concientización es “entendida como proceso que permite la crítica de las relaciones conciencia-mundo, es la condición para asumir el comportamiento humano frente al contexto histórico-social. […] A través de la concientización los sujetos asumen su compromiso histórico en el proceso de hacer y rehacer el mundo, dentro de posibilidades concretas, haciéndose y rehaciéndose también a sí mismos”.[5] Esta autora identifica tres momentos en el uso de la categoría por parte de Freire: a) un primer momento “donde reconoce la concientización como la finalidad primera de toda educación como una actitud de crítica frente al mundo y posibilidad de transformación”; b) un segundo momento “donde evita hacer referencia a la noción ya que percibe ‘malos usos’ […] como si tomar conciencia se tratara de una ‘píldora mágica’ que se aplica en dosis según las circunstancias; y c) un tercer momento, “ya durante la década del noventa, como una tarea de resistencia crítica frente al neoliberalismo. Es posible reconocer una tensión inherente al concepto en tanto se lo conciba como una relación de conocimiento ante lo real o bien un contenido político específico a ser transmitido”.[6] Sobre esta tensión se articularon las reflexiones de los lectores montevideanos de Freire.
Alrededor de esa idea gira el libro colectivo Conciencia y revolución, del cual Brugaletta tomó los elementos principales de las aportaciones de los autores. Conteris, fundador de ISAL y miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, en “Cambio social e ideología. Sobre el significado de la acción política en el proceso de cambio social”. “Allí distinguía distintos niveles de análisis para caracterizar la ‘acción revolucionaria’: el ideológico, el político y el económico en correspondencia con una perspectiva marxista. Apelaba a Paulo Freire para referir al primer nivel de análisis, en tanto, la ‘concientización’ propuesta por el pedagogo era pensada como la actitud inicial de distanciamiento necesaria para todo proceso de clarificación ideológica que debía ser continuado luego en análisis basados en los aportes de las ciencias sociales”.[7]
Barreiro, a su vez, en “La alienación como conciencia dual”, siguiendo las ideas de Marx planteos de Karl Marx, definió “como característica propia de la conciencia su carácter inacabado, lanzado al mundo y siempre en mediación con otro”.[8] A las citas de Freire las acompañan otras de Karl Jaspers, Ortega y Gasset y Hegel. Le otorgó particular importancia a la organización de “círculos de cultura” basados en el método freireano “como un paso relevante en la preparación de ellos mismos —los protestantes que participaban de la experiencia— como ‘concientizadores de otros’”.[9] El texto concluye con “tres exigencias” necesarias para esa tarea: “no tratar de ‘sustituir’ la conciencia del educando por la propia conciencia; poner el énfasis en la acción más que en el mero verbalismo; y partir del propio mundo del oprimido para realizar cualquier acción”.[10]
Brugaletta cita directamente a Barreiro: “La insistencia de Paulo Freire en la capacidad creadora del pueblo se debe a su fe en el hombre liberado que es capaz de transformar hasta nuestro propio mundo. Nuestros esquemas políticos como educadores no ofrecen ninguna garantía de que sean precisamente los que el pueblo necesita para quebrar su opresión. Si pensamos de otra manera, corremos el riesgo de los dogmatismos o actuaremos en forma subyacente como nuevos opresores. Ello no implica que no aspiremos en el mismo proceso, a encontrar ámbitos comunes de acción política”.[11] Santa Ana, por su parte, en “De la conciencia oprimida a la conciencia crítica” se concentró “en el problema del ‘tránsito de la conciencia’, esto es, el pasaje de la conciencia oprimida a la conciencia crítica como umbral del proceso de concientización cuya meta era la adquisición de una conciencia revolucionaria”.[12] El texto finaliza con tres aspectos que destacan en el proceso de “concientización”: la importancia del cuerpo, de la acción y de la conformación de grupos como expresión de “democracia” y “espíritu comunitario”. Y, parafraseando a Freire: “Nadie se concientiza solo”.[13]
Los tres libros más vendidos de Freire en Tierra Nueva editados en Montevideo fueron: La educación como práctica de la libertad (1969), Pedagogía del oprimido (1970) y ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural (1973). Brugaletta hace notar el efecto del impacto de los libros de Freire en él mismo como autor, para lo cual refiere una nota incluida en ¿Extensión o comunicación?... redactada en Ginebra en 1972:
En verdad, a mí no me gusta cambiar mis libros en sus diferentes ediciones, sino superarlos —si lo puedo— a través de otros. Es esto lo que intento ahora, al escribir un nuevo libro en el cual, tomando distancia de mis experiencias anteriores de educador, busco sorprender y criticar lo que me parece haber sido ingenuo en mis primeros trabajos. De esta forma, siendo el primero en reconocer mis propias debilidades, acepto siempre con humildad las críticas que me hacen. Por ello mismo, jamás las recibo como quien se siente ofendido, lo que no significa, con todo, que esté de acuerdo con todas ellas o que a todas les dé la misma atención.[14]
Y añade, al señalar como se forjó en Freire una “conciencia editorial”, esto es, “el registro de los tiempos de edición y efectos de la publicación de sus textos. Freire estaba atento a las críticas que producían sus libros una vez publicados y las discusiones que generaba, se enfrentaba a ellas con ‘humildad’ y las respondía a través de nuevos libros”.[15] Barreiro fungió como un editor de tiempo completo encargado del trato con el autor, la adquisición de los derechos, la preparación del texto, la impresión y la distribución de los volúmenes. Brugaletta calcula que el acercamiento con Armmnnaldo Orfila Reynal, director de Siglo XXI, comenzó en Buenos Aires, cuando se abrió la sucursal argentina, coincidentemente el tiempo en que Barreiro se mudó a esa ciudad, luego de la persecución de la dictadura en Montevideo. De hecho, este editor pasó unas dos semanas en la cárcel en septiembre de 1973.[16] Con Pedagogía del oprimido se puede decir que despegó el boom de la obra freireana en toda América Latina. Dada su importancia, Brugaletta le dedica largas páginas a los avatares de su edición, traducción y distribución incluso en Estados Unidos, adonde Richard Shaull prologó la edición neoyorquina. Shaull apuntó hacia la importancia de esta obra en Shaull inscribía de este modo la publicación de este libro de Paulo Freire en sectores estadounidenses muy específicos: negros, mexicanos migrantes y jóvenes de clases medias.[17]
Fue tal el éxito que Barreiro debió negociar con Siglo XXI Editores para mejorar la distribución y potenciar la venta de reediciones y nuevos títulos. Brugaletta presenta una tabla para apreciar cómo avanzaron las ediciones y traducciones de Pedagogía del oprimido entre 1970 y 1979.[18] La siguiente observación suya es crucial para entender el fenómeno editorial que representó en los circuitos de lectura que alcanzó: “Es posible reconocer al menos dos circuitos de circulación de Pedagogía del oprimido: uno asociado a editoriales cristianas y otro asociado a editoriales seculares de izquierda. Tanto en uno y otro caso, las editoriales proliferan según las lenguas de traducción ya que el mercado del libro está fuertemente segmentado por un criterio idiomático. Los derechos de autor son exclusivos para una determinada lengua”.[19]
Ya instalado en Buenos Aires, Barreiro retomó el hilo del trabajo editorial de Tierra Nueva, por lo que las nuevas obras de Freire aparecieron allí, aun cuando tuvo que dar el paso para asociarse con Ediciones La Aurora, la antigua casa protestante de publicaciones. Eso sucedió con Acción cultural para la libertad y Educación para el cambio social. En 1980 se cerraría el ciclo de la vida editorial del abogado e intelectual uruguayo. En 1981 partiría al exilio ginebrino del cual volvería definitivamente unos cuatro años después.[20] Cartas a Guinea-Bissau: apuntes de una experiencia pedagógica en proceso (1977) fue el último libro que publicó del brasileño.[21]
Brugaletta concluye esta etapa de las ediciones de Freire diciendo: “Es posible afirmar que, durante los primeros años de la década del ochenta, Julio Barreiro dejó de ser el editor de los textos de Paulo Freire en castellano para ser solo su representante comercial en la gestión de los derechos de autor ante Siglo XXI”.[22] De tal modo que la transnacionalización de la obra freireana y su conversión en un auténtico best-seller pasó, literalmente, por las manos de Barreiro, quien debió profesionalizarse completamente para ser, primero, el editor de Tierra Nueva como empresa protestante, y luego el intermediario directo que gestionó las publicaciones de Freire para darlo a conocer al gran público de habla castellana.
El último libro que publicó Tierra Nueva en 1984 (en coedición con La Aurora) fue Comunicación y humanización. Reflexión política sobre los medios de comunicación de masas. Y no puede concluir este artículo sin la mención de cómo Barreiro, gracias al contacto directo con Orfila Reynal y Siglo XXI Editores, llegó a ser autor de esa empresa en donde publicó varios de sus libros más importantes: Violencia y política en América Latina (1968), Educación popular y proceso de concientización (1974, en donde da fe de todo su aprendizaje educativo con Freire), y Los molinos de la ira. Pronóstico sobre la situación en América Latina (1980, Premio de Ensayo). Indudablemente, Barreiro fue uno de los más notables intelectuales protestantes latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX, por lo que su vida y obra amerita mayores y más sesudos análisis.
Notas
*Esta colaboración está dedicada a la agencia ALC Noticias que, luego de 30 años de fructífera labor al servicio de la comunicación cristiana en América Latina, cierra sus puertas y proyecta la posibilidad de nuevos horizontes en el futuro inmediato.
[1] Julio Barreiro, “La alienación como conciencia dual”, en Conciencia y revolución. Contribución al proceso de concientización del hombre en América Latina. Montevideo, Tierra Nueva, 1969, p. 62.
[2] Cf. Tomás Gutiérrez Sánchez, “Diálogo entre los evangélicos y el socialismo a través del movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL)”, en Protestantismo y poder. Acción política de los evangélicos en América Latina. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2019, pp. 220-264.
[3] P. Freire, Concientización. Buenos Aires, Búsqueda, 1974, p. 29, cit. por. Federico Brugaletta, La edición de Paulo Freire en la historia reciente de América Latina: religión, política y mercado en la circulación de una pedagogía para la liberación (1969-1977). Universidad de la Plata, 2020, p. 189.
[4] Ídem., cit. por F. Brugaletta, op. cit., p. 190.
[5] A. L. Souza de Freitas, “Conscientização”, en D. Streck, E. Redin y J. J. Zitkoski, eds., Dicionário Paulo Freire. Belo Horizonte, Autêntica Editora, p. 105, cit. por F. Brugaletta, op. cit., p. 190. (Edición en español: Lima, CEAAL, 2015, https://documentos.una.ac.cr/bitstream/handle/unadocs/8129/Diccionario%20Paulo%20Freire.pdf?seque.)
[6] F. Brugaletta, op. cit., p. 190.
[7] Ídem.
[8] Ibid., p. 191.
[9] Ídem.
[10] Ídem.
[11] J. Barreiro, op. cit., p. 63, cit. por F. Brugaletta, op. cit., p. 191.
[12] F. Brugaletta, op. cit., p. 191.
[13] J. de Santa Ana, “De la conciencia oprimida a la conciencia crítica”, en Conciencia y revolución…, p. 86.
[14] F. Brugaletta, op. cit., p. 196.
[15] Ídem.
[16] Ibid., p. 159.
[17] Ibid., p. 206.
[18]Ibid., p. 207.
[19] Ibid., p. 208.
[20] Ibid., p. 167.
[22] Ibid., p. 251.
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