Que salvó a un miserable como yo

“Y codician los campos y los roban; y casa, y las quitan; así oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad. Por tanto, así ha dicho Jehová; He aquí, yo tramo contra esta familia un mal, del cual no sacaréis vuestros cuellos ni andaréis erguidos, porque el tiempo será malo.” Miqueas 2:2-3

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Toda ocupación de territorio ajeno tiene consecuencias. Dependiendo de cual sea la intención del cruce de frontera, éstas serán positivas o negativas, pero nada permanecerá como era antes. Esta afirmación, que corrobora la historia de la humanidad, es la que sirve de cimiento a Kevin Costner para edificar un mastodóntico western (más que como género, como contexto al elegir las localizaciones de Wyoming, Montana y Kansas a mediados del siglo XIX) y, sobre todo, una declaración de amor al aspecto físico de su país.

Horizon: An American Saga - Capítulo 1, con una duración de 3 horas, es la primera entrega de cuatro. La ambición parece desmedida, pero el responsable de recuperar el único género autóctono norteamericano en 1990 con el éxito tanto artístico como comercial que supuso Bailando con lobos, parece empeñado en que su nombre como director o autor quede definitivamente asociado a las películas de indios y vaqueros. Estamos ante su cuarto trabajo tras la cámara y, dejando a un lado la todavía incomprensible Mensajero del futuro (1997), también un western, pero futurista, Costner no ha querido desarrollar su esfuerzo y talento en otro marco.

El recibimiento de la película ha sido dispar: ovación en el festival de Cannes por parte del público y tibieza o incluso menosprecio por parte de la crítica. En ocasiones las expectativas juegan en contra de un estreno. Puede ser que uno espere gran cosa y, si la experiencia al visionar la película no se ajusta al nivel que uno demanda, queda decepcionado, sobre todo si el producto llega erróneamente publicitado. También el prejuicio por no gustarte el trabajo anterior del responsable puede provocar una exigencia injusta para que quedemos satisfechos. El hecho es que el esperado regreso de Costner tras la cámara se anuncia como una epopeya épica, el relato americano definitivo sobre la creación de un país, etc. y nada más lejos de la realidad. La intención de Costner se encuentra muy alejada de los iconos fundamentales y reconocibles del western clásico y tampoco tiene ningún interés en contribuir a la creación de la mitología que desprenden los grandes clásicos. Horizon… es un western contemporáneo en el que hasta los comienzos y las nuevas oportunidades se muestran irremediablemente crepusculares.

Dos tipos de planos se alternan en esta superproducción: los panorámicos, espectaculares, pocas veces se ha podido contemplar en una pantalla el esplendor, la grandeza, la inmensidad, variedad y lo admirable del territorio norteamericano. Más allá del interés que pueda tener lo que Costner nos está contando, considero que el hecho de contemplar el tratamiento que hace de los diversos paisajes justifica la entrada para verse en pantalla grande; y planos cortos. Una vez Costner enmarca su historia (lugar geográfico y época), no pierde tiempo en el planteamiento. Directamente nos sitúa tras los créditos en el nudo y desarrollo, un incesante carrusel de personajes que son escritos y tratados como si fuesen también territorios.

A mi juicio, éste tratamiento es el hallazgo que Costner aporta como autor y hace que la película funcione (siempre que el espectador acepte la exigencia). Como territorios, esos personajes querrán conquistar o evitarán ser conquistados. Unos son acogedores o pacíficos, mientras otros se mostrarán áridos o conflictivos; lo que sí tienen en común prácticamente todos los territorios que se nos muestran es que se encuentran desolados. Territorios que se mueven por celos, egoísmo, orgullo, desprecio, crueldad, codicia, envidia, es decir, las mismas motivaciones que tiene el hombre desde que es hombre.

La sensación que uno tiene asistiendo a las diferentes historias que Costner entreteje es la necesidad de redención, la incapacidad que tienen esas almas de ficción de encontrar un propósito que las ayude a afrontar un futuro en el que su esperanza por encontrar un lugar en ese nuevo mundo está constantemente amenazada.

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La respuesta inesperadamente la incluye Costner tras el fundido en negro que da paso a los créditos finales durante los cuales podemos escuchar una versión étnica de Amazing Grace, el himno que John Newton escribió en 1772.

A la espera del segundo capítulo de Horizon…, no sé si alguno de los territorios/personajes se asombrará ante la gracia de Dios, y la sentirá dulce y transformadora. Si admitirá su condición de miserable y celebrará su nueva claridad. Si sentirá el alivio de sentir libertad donde antes tenía temor. Si se sentirá protegido y guiado. Si confiará en la seguridad y protección de las promesas de Dios. Si por fin sentirá paz.