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Una década sin José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco es una figura insoslayable de la literatura en castellano de los últimos años.

GINEBRA VIVA AUTOR 79/Leopoldo_CervantesOrtiz 02 DE FEBRERO DE 2024 11:05 h
José Emilio Pacheco, en 2014./[link]Octavio Nava / Secretaria de Cultura[/link], Flickr, CC 2.0

Sigo pensando

que es otra cosa la poesía:

una forma de amor que sólo existe en silencio,

en un pacto secreto de dos personas,

de dos desconocidos casi siempre. […]



Si le gustaron mis versos



¿qué más da que sean míos / de otros / de nadie?



En realidad los poemas que leyó son de usted:



usted, su autor, que los inventa al leerlos.1



J.E.P.



 



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Integrante, junto con Sergio Pitol y Carlos Monsiváis, de una triada obligada de escritores mexicanos de la segunda mitad del siglo XX, José Emilio Pacheco es una figura insoslayable de la literatura en castellano de los últimos años pues obtuvo el Premio Cervantes en 2010 y antes el Reina Sofía en 2009.2 Pitol, Premio Cervantes también en 2005, se refirió en una entrevista a la amistad que entablaron: “no considera que José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y él [hayan sido] ‘una generación’, sino ‘tres amigos que desde los años 50 vimos en la literatura nuestro mundo’”.3 A diferencia de estos autores, Pacheco fue un poeta consumado cuyo trabajo se publicó en España luego de muchos años de desconocimiento (aun cuando Alianza publicó una antología en 1985). El volumen que reúne su poesía lleva por título Tarde o temprano (1980, 2009, 2010 en España).4



Cuando obtuvo el Premio García Lorca en 2006 comenzó a difundirse más en la Península Ibérica:



La poesía de José Emilio Pacheco vive un momento de fulgor y celebración en España, al romper con la atávica tradición de la escasa, por no decir nula comunicación entre poetas de ambas orillas. Los poemas del autor mexicano se leen en voz alta y se comparten en distintos círculos literarios madrileños, como la histórica Residencia de Estudiantes, donde hace décadas compartieron horas de tertulia y debate autores como Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti y Federico García Lorca, entre otros. […] La obra de José Emilio Pacheco ha sido homenajeada en dos ocasiones la pasada semana, la primera en la Residencia de Estudiantes, donde además se editó un libro con poemas inéditos del autor, y la que se efectuará este viernes y sábado en Salamanca, donde será nombrado ‘huésped de honor de la ciudad’ y por esa razón se editó la antología especial titulada Epitafio del fuego.5



 



Crítico, ensayista, narrador y traductor, después de su muerte en enero de 2014 han aparecido libros inéditos, recopilaciones de artículos y reediciones de importantes estudios y antologías que llevó a cabo. Entre los primeros están los dedicados a Ramón López Velarde (La lumbre inmóvil) (“El más antiguo de estos textos fue publicado en 1970, y el más nuevo está fechado en 2009. Treinta y nueve años. Este libro se fragua a espaldas a la voluntad más visible del autor. Se trata de un título que se cocinó al fuego lentísimo de la admiración verdadera, del estudio despacioso y retozón, al deleite de las relecturas y bajo la sombra de las conmemoraciones, los números redondos de los aniversarios, las circunstancias que ofrecen buenos pretextos para compartir un hallazgo bibliotecario o comentar un dato ya conocido pero viéndolo desde una perspectiva novedosa”6) y Jorge Luis Borges (aparecido en 1999): “…lo que encontró José Emilio en el escritor argentino es una ética de escribirlo todo rigurosamente bien, no importaba, una vez más, si era una nota anónima. Cuando habla José Emilio de Borges está hablando de sí mismo […] ve en Borges la capacidad de escribir bien todo: la reseña, la pequeña nota, hacer las traducciones de manera implacable, impecable; es algo que tienen en común”.7



Inventario es una selección en tres tomos de los textos varios publicados en la revista Proceso:



La publicación de Inventario […] nos concede la dicha de ver por fin organizada una selección de textos de una de las más originales proezas de la crítica literaria del periodismo en México. Los más de cuarenta años que comprende el periodo de estas publicaciones, primero en Diorama de la Cultura del Excélsior (1973-1976) […] y después […] en la revista Proceso (1976-2014), marcan el itinerario de la voz de un crítico y la de un valioso testigo de su tiempo.



Resulta por demás sorprendente cómo esta serie de colaboraciones, fraguadas en tan sólo unos días, eran una exacta conjugación de rigor y sabiduría pocas veces acostumbrada en los medios periodísticos. Siempre ganaba la batalla contra el tiempo limitado el ágil investigador, el lector que acumulaba en su infinita memoria una manera muy particular de ver la literatura, el escritor cuidadoso y ameno que acorde con la visión de Alfonso Reyes, fue “fiel a la idea de que la literatura no se escribe sólo para ser estudiada y analizada sino ante todo para que la aproveche el mayor número de personas” (t. II: 525).8





[photo_footer]Borges y Pacheco.[/photo_footer]



Antología de poesía mexicana. Siglo XIX es la muy esperada reaparición de uno de sus proyectos más amplios.9 Aquí hay que agregar que en los años 80 aparecieron dos cuadernos breves con poemas mexicanos de los siglos XIX y XX en una colección que se vendió en puestos de periódicos. Los resúmenes de Pacheco sobre cada poeta son magistrales. Uno de los libros que lamentablemente no se ha reeditado es Aproximaciones (1984), en donde incluyó traducciones de diversos autores. Su versión de los Cuatro cuartetos, de T.S. Eliot, a la que dedicó 40 años, que también se ha reeditado, es magistral.10



José Emilio admite que en sus años verdes aprendió a escribir poesía leyendo poesía y, mejor aún, traduciendo poesía. ¿Quiénes fueron sus mentores, por así decirlo, cuando era un muchacho de 23 años? Samuel Beckett, Oscar Wilde, Eisenstein, Tennessee Williams y Harold Pinter. Esta idea del poema en el poema es el título de un libro del crítico George Steiner, Poem into Poem, en torno al Penguin Book of Modern Verse Translation, editado por él en 1966 (After Babel, 1975). También en épocas tempranas descubrió a John Donne, Baudelaire, Rimbaud y Salvatore Quasimodo.



Pero, además, tradujo mucho haikú, porque para él hay que poner un especial empeño en las lenguas orientales que tienen antecedentes esplendorosos de traducciones británicas admirables. Por ello, hace falta universalizar la poesía, contemporizarla. Traerla de sus confines geográficos y hacerlos cruzar la barrera del tiempo y la distancia. En eso, la labor de Paz y de Pacheco no tiene rival, sin demérito de los excelentísimos trabajos de tantos de nuestros escritores.11



 



Se han reeditado también su estudio y antología sobre la poesía modernista, sin olvidar la antología correspondiente al Premio Cervantes y Los días que no se nombran (2017), prologada por Jorge Fernández Granados. Mención aparte merecen sus narraciones: Morirás lejos (1967), el ya clásico Las batallas en el desierto (1981), cuya edición de aniversario apareció en 2012, y los relatos reunidos en De algún tiempo a esta parte (2014).



Sus aficiones bíblicas se volcaron en textos muy diversos,12 desde las múltiples referencias al tema a propósito de Carlos Monsiváis hasta las minucias relacionadas con el versículo y su uso en la poesía de Whitman y otros poetas, sin dejar de lado su propia utilización de heterónimos tomados de la onomástica de los heterodoxos españoles del siglo XVI.13 Uno de ellos, Julián Hernández, apodado Julianillo, fue un personaje que traficaba, literalmente, con libros prohibidos en la época de la persecución de simpatizantes con las reformas protestantes, tal como lo refiere Marcelino Menéndez y Pelayo.14 Entre lo más reciente que se ha escrito sobre Pacheco y el versículo destaca un penetrante ensayo de Evodio Escalante, quien lo cita una vez más: “La literatura española tiene una obra maestra desconocida en la Biblia que tradujo Casiodoro de Reina en 1569 y que revisó Cipriano de Valera en 1602. […] Ya que se trata de la Biblia protestante no igualada como verso ni como prosa por ninguna de las Biblias católicas, nuestra cultura ha vivido a espaldas de ella, a diferencia de lo que ocurre en lengua inglesa”.15 El texto citado por Escalante, “Voz de la Biblia y verso de Walt Whitman’: nota sobre León Felipe y la tradición del versículo”, era de inclusión obligada en el volumen La Biblia del Oso y Casiodoro de Reina: antología de textos, recopilado en 2019 por quien escribe estas líneas.



Quizá el volumen más interesante y creativo al respecto sea su versión personal del Cantar de los Cantares, en la que puso en marcha todo el arsenal literario de que disponía, como es el caso del libro políglota que en 1891 publicó en Aguascalientes Jesús Díaz de León. En la introducción explica:



Nunca sabremos quién escribió El Cantar de los Cantares atribuido a Salomón. Si fue el rey (hacia 980-922 antes de Cristo), que hizo también el Eclesiastés, los Proverbios y el Libro de la Sabiduría, no hay poeta que iguale su grandeza. Sin embargo, hoy se cree que el texto es obra de muchas generaciones y se fue elaborando a lo largo de varios siglos. Quizá los sucesivos poetas trabajaron a partir de un texto básico escrito en la corte salomónica. Entre sus poetas, según Harold Bloom y David Rosenberg, hubo una escritora a quien sólo puede identificarse como “J”. La intervención de “J” explicaría por qué, a diferencia de tantos poemas eróticos, El Cantar de los Cantares es más femenino que masculino y domina en sus líneas el punto de vista de La Sulamita. […] En vez de intentar el verso o el versículo, se optó por un género del que no dispusieron los antecesores ilustres: el poema en prosa.16



 



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Para luego soltarse con su propia versión:



La Sulamita:



Entre diez mil destacaría mi amado como un manzano entre los árboles silvestres. Su cabeza es de oro puro. Sus cabellos, racimos de palmera, son negros como los cuervos. Sus ojos son como palomas que se posan junto al estanque o se bañan en el arroyo. Sus mejillas son campos de bálsamo, macizos de perfume. Sus labios parecen lirios de los que fluye mirra.



Sus manos están torneadas en oro y las adornan joyas de Tarsis. Su vientre es de pálido marfil cubierto de zafiros. Sus piernas son columnas de alabastro con basamento de oro. Su porte es como el Líbano y se levanta esbelto como sus cedros. Su palabra es dulcísima y todo en él encanta. Así es mi amado, mujeres de Jerusalén.



 



Una anécdota puede servir para pintar de cuerpo entero a JEP (como solía firmar sus colaboraciones). En el homenaje que se le rindió al cumplir 70 años, en 2009 (ha habido otros dos después de su muerte, en 2014 y 2015), se presentó a escuchar las ponencias iniciales en las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana. Apoyado en su bastón parecía dormitar, pero al escuchar la lectura de un poema de inmediato reaccionó al ver que los cortes de versos no correspondían a la versión original. Se levantó a corregir puntualmente al expositor, quien, apenadísimo, no atinó más que a prometer que haría las correcciones necesarias en caso de publicar su texto.



Estos diez años de ausencia han representado un enorme vacío para la literatura mexicana, el cual solo se puede subsanar con la promoción constante de una lectura atenta de su obra. En las redes sociales se ha mantenido un espacio virtual (“José Emilio Pacheco: Textos a la deriva”) en donde es posible asomarse a la enorme variedad de intereses literarios que llenaron la vida de este escritor proteico y oceánico, a quien tanto se echa de menos en este país que amaba, aun cuando abominaba del patrioterismo, tal como lo escribió en el que es quizá su poema más famoso, “Alta traición”:



No amo mi patria.

Su fulgor abstracto

es inasible.

Pero (aunque suene mal)

daría la vida

por diez lugares suyos,

cierta gente,

puertos, bosques de pinos,

fortalezas,

una ciudad deshecha,

gris, monstruosa,

varias figuras de su historia,

montañas

—y tres o cuatro ríos.



 



Notas



1 J.E. Pacheco, “Una defensa del anonimato. Carta a George E. Moore para negarle una entrevista”, en Los trabajos del mar. Poemas 1979-1984. México, Ediciones Era, 1984.



2 Cf. L. Cervantes-O., “José Emilio Pacheco”, Premio Cervantes”, en Protestante Digital, 7 de mayo de 2010; y Hernán Bravo Varela, “Nuevo elogio de la fugacidad. Una conversación con José Emilio Pacheco”, en Letras Libres, 31 de julio de 2009.



3 Mónica Mateos-Vega, “Pacheco, Monsiváis y yo vimos en la literatura nuestro mundo: Pitol”, en La Jornada, 6 de mayo de 2010.



4 Cf. Luis Muñoz, “Un poeta en el tiempo”, en Babelia, supl. de El País, 17 de abril de 2010.



5 Armando G. Tejeda, “La poesía de José Emilio Pacheco vive instantes de fulgor en España”, en La Jornada, 6 de octubre de 2006.



6 Luis Jorge Boone, “José Emilio Pacheco, un lector fuera del tiempo”, en Confabulario, 6 de abril de 2018. Cf. J.E. Pacheco, “Sobre Ramón López Velarde”, en Revista de la Universidad de México, p. 3.



7 Ricardo Quiroga, “Reeditan el libro que José Emilio Pacheco escribió sobre Borges”, en El Economista, 7 de diciembre de 2019; Cf. Marco Antonio Campos, “Borges y Pacheco”, en La Jornada Semanal, núm. 1009, 6 de julio de 2014, J.E. Pacheco, “La invención de Borges”, en Nexos, 30 de junio de 2019.



8 Luis Guillermo Ibarra Ramírez, “José Emilio Pacheco, Inventario. Antología. Tres tomos (1973-2014).”, en Literatura Mexicana, vol. 30, núm. 2, julio-diciembre de 2019, pp. 175-176.



9 Cf. Reyna Paz Avendaño, “Regresan antologías de poesía mexicana sin los versos de Octavio Paz”, en La Crónica, 1 de agosto de 2022.



10Cuatro cuartetos, poema fundamental de la literatura del siglo XX”, en Universo, 28 de abril de 2018.



11 Zulai Marcela Fuentes, “Aproximaciones poéticas de José Emilio Pacheco, traductor”, en Soma, 22 de junio de 2021.



12 Cf. L. Cervantes-Ortiz, “El lenguaje bíblico en la poesía de José Emilio Pacheco”, en Letralia, año XIV, núm. 213, 6 de julio de 2009. Ponencia presentada en el homenaje a Pacheco en 2009.



13 Fernando García Ramírez, “La invasión de Tlön”, en Letras Libres, 9 de noviembre de 2023.



14 Cf. “Julián Hernández (pp. s. XVI- 1560)”, en 1517-2017, La Reforma en Sevilla. Reflexiones sobre un fenómeno olvidado.



15 E. Escalante, “José Emilio Pacheco, la Biblia y el versículo”, en La Jornada Semanal, 26 de noviembre de 2023.



16 “El Cantar de los Cantares, de José Emilio Pacheco”, en La Jornada, 8 de febrero de 2009.


 

 


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