Hoy 23 de noviembre se conmemorarán los 480 años exactos de la traducción del Nuevo Testamento. La cita es en la Librería Papiro 52.
Si Dios lo permitiera así, querría publicar antes de mi muerte el trabajo de la Biblia, en la que llevo bregando quince años ya […] que no tengo nada más en mi cabeza sino conseguir, sea como sea, que no se me eche a perder un trabajo de tantos años, que encaré para gloria de Dios.1
F. de Enzinas
Que la traducción de la Biblia completa al castellano quitó el sueño a muchos españoles simpatizantes de la Reforma protestante, es un hecho comprobado e irrefutable. Basta con ver las expresiones y apuros de personajes como Juan Pérez de ¨Pineda y Casiodoro de Reina, quienes después de Francisco de Enzinas dieron continuidad a su trabajo. El segundo de ellos consiguió, en 1569, 27 años después de la publicación de siete “salmos penitenciales”, 26 después de la publicación de su Nuevo Testamento, y 19 de las demás traducciones (Job, Salmos, Proverbios y Eclesiástico, aparecidas en 1550 en Estrasburgo, la Argentina de los humanistas, dos años antes de su muerte temprana), dar a las prensas la famosa Biblia del Oso.
La obsesión de Enzinas por poner a disposición de los españoles de su tiempo la Biblia íntegra forma parte de la reconstrucción de Jorge Bergua Cavero de la última etapa de la vida de Enzinas, quien, como subraya Jonathan L. Nelson, no cejó en su empeño por trasladar a su idioma obras sagradas y profanas: “En Estrasburgo, en 1550, Enzinas produjo seis obras que aún se conservan: Diálogos de Luciano, El Psalterio de David, Exemplo de la Paciencia de Job, Libro de Jesús hijo de Sirach que’s llamado el Ecclesiastico, Los Proverbios de Salomón yCompendio de las catorze décadas de Tito Livio. El primero en publicarse fue probablemente el Psalterio, pues en agosto Sebastián Castellio y [Oswald] Miconio enviaron agradecimientos por el regalo de algunos ejemplares”.2 Todos estos libros aparecerían sin mención del traductor y todos, menos el último, salieron “con falso pie de imprenta, pues dicen estar publicados en León (es decir, Lyon), en las prensas de Sebastián Grypho (Gryphe)”.3 Serían, en total, nueve libros publicados en poco más de dos años, lo que sugiere un frenético ritmo de trabajo.
En esa etapa, denominada por Bergua Cavero como “Estrasburgo y final (1550-1552)”, luego del regreso de Inglaterra, en donde no encontró condiciones óptimas para publicar su trabajo,4 y la breve estancia en Basilea, Enzinas se vio en la necesidad de montar él mismo una imprenta adecuada para sus propósitos: “La desesperación por la pérdida de tiempo y la inutilidad de su esfuerzo le llevaron a aceptar una solución nuevamente inesperada: en la primavera de 1550 decidió establecer en Basilea su propia imprenta, tomando para ello bajo su protección a un impresor de Zúrich llamado Augustin Fries”.5 A principios de junio, ya junto con su familia que volvió de Londres, y con Fries, cuyas deudas saldó, se estableció finalmente en Estrasburgo. Los primeros meses de trabajo en 1551 están atestiguados en una carta a Calvino del 12 de marzo: “…hace ya ocho meses completos que estoy sujeto al duro banco, en el que me parece que ningún esclavo ha trabajado nunca ni tan incómodamente ni tan a disgusto”.6 A principios de agosto se había terminado ya el primer libro, el Salterio. Melanchton casi inmediatamente fue informado de que Enzinas “estaba dedicado en cuerpo y alma a sus trabajos editoriales”, de los que esperaba obtener algún beneficio.7
Con los volúmenes bíblicos mencionados, estamos, pues, delante de la obra, anticipada y trunca, que anticipaba la consecución del gran proyecto que terminó siendo fallido. Enzinas soñaba con una gran edición ilustrada con alrededor de 600 grabados para lo cual contrató a Franz Oberriter, grabador de tipos, por el que éste se comprometió a “[…] trabajar para Francisco de Enzinas, español, en exclusiva, […] hasta que se acaben las figuras de la Biblia, que han de llegar hasta el número de seiscientas figuras, […] voy a realizar una obra de alta calidad en madera de boj, tanto en las figuras de la Biblia como en las demás cuestiones”.8
La introducción de Alba María Caballero Bravo ubica muy bien la edición de estos libros en el marco biográfico de Enzinas y ofrece la referencia exacta acerca de los ejemplares que utilizó para su edición de los cuatro libros del Antiguo Testamento (incluyendo al deuterocanónico sapiencial Eclesiástico), en lo que sigue a Carlos Gilly: 1. Ejemplo de la paciencia de Job, fondo Usoz de la Biblioteca Nacional de España y Biblioteca Municipal de Lyon; 2. Salterio, Biblioteca Británica y Biblioteca Nacional de Austria; 3. Los Proverbios de Salomón y 4. Libro de Jesús, hijo de Sirac, Biblioteca Nacional de Austria.9 Esta autora rastreó muy bien la investigación previa sobre estas obras desde el siglo XVIII por Jacques Le Long hasta el siglo XX con las definitorias conclusiones de Gilly, pasando por las intuiciones de Menéndez y Pelayo, “sobre una base todavía muy limitada”: “En 1550 imprimió en León de Francia, Sebastián Gripho, traducciones anónimas del libro de Josué, de los Salmos y de los Proverbios. No he visto más que esta última, ajustada a la verdad hebraica. La falta de todo preliminar y de licencias me hacen sospechar que sean de fábrica protestante; quizá de Francisco de Enzinas”.10
Luego de atribuirse a otros autores en diferentes acercamientos, en 1985, Gilly aportó, en su tesis doctoral, toda la información necesaria en medio de la azarosa vida del humanista burgalés.11 Gilly destaca, sobre todo, la enorme influencia de Sebastián Castellio en estas traducciones, pues definitivamente Enzinas dependió de ellas, incluso en el caso de Proverbios, considerada por éste como una “declaración”, es decir, una especie de paráfrasis. En este libro, Enzinas amplificó la versión de Castellio, parafraseó bastante e incluso introdujo pasajes de otros libros bíblicos.12 El humanista francés trabajó también en una traducción de la Biblia al latín clásico, de la cual aparecieron parcialmente el Pentateuco (1546) y el Salterio (1547).13 A pesar de proclamar que los libros estaban traducidos “conforme a la verdad hebraica” o “del griego” (para el Eclesiástico), Enzinas utilizó la Biblia latina de Castellio, quien la concluyó en 1549, aun cuando no se había impreso, por lo que debió contar con una versión manuscrita, con la excepción del Salterio.14 Gilly señala que la traducción directa del latín de Castellio es muy evidente en el Salterio y en Job, pero que es más matizada en Proverbios y Eclesiástico. Los detalles filológicos y estilísticos de estas traducciones son explicados sucintamente por Caballero Bravo, por ejemplo, la distribución de capítulos, el uso de nombres propios, la relación con la Vulgata.
Pero el ímpetu traductor de Enzinas no terminó allí: Gilly describe cómo dedicó todo el año de 1552 (moriría el 30 de diciembre) a preparar la edición de la Biblia completa. Sus palabras son precisas: “Verdad es que, en el entusiasmo por Castellion y en la utilización de sus escritos, a Reina y Corro se les habían ya adelantado algunos años antes otros dos españoles: el burgalés Francisco de Enzinas, quien, aun antes de su publicación, tradujo del latín al español e imprimió en Estrasburgo partes de la Biblia de Castellion”.15 Si ya en 1542 había publicado siete “salmos penitenciales” (6, 32, 37, 51, 102, 130, 143), el proyecto, como ya se ha dicho, era una edición lujosa que seguiría la pauta, en el caso del Antiguo Testamento de las producciones de 1550. Gilly agrega: “Ya, en 1549, Conrad Gessner en Zúrich sabía que Enzinas estaba traduciendo el Antiguo Testamento al español”.16 Y ejemplifica puntualmente la forma en que Enzinas siguió a Castellio en las traducciones de los libros mencionados.17
Una característica del trabajo enziniano de la traducción bíblica en marcha es destacado también por Gilly: “Parece, pues, que Enzinas, siguiendo a su amigo Castellion, no tenía nada en contra de enriquecer la Biblia con textos complementarios, aunque no podemos decir, por haberse perdido el manuscrito, si en su versión castellana completa de la Biblia el burgalés hubiera llegado tan lejos como su modelo saboyardo, quien completó la laguna histórica desde el tiempo de los macabeos hasta el nacimiento de Cristo añadiendo simplemente los textos de Flavio Josefo”.18
Las palabras finales de Caballero Bravo son dignas de recordarse por la forma en que proyectan la visión sobre el trabajo de Enzinas como traductor bíblico:
Queda patente el amor de Enzinas hacia la Escritura. Para publicar los volúmenes de 1550 tuvo que arrostrar enormes dificultades y gastos, y todo ello por el afán de ofrecer a sus compatriotas unos textos fácilmente legibles, elegantes e impresos en un formato asequible. Desconocemos la difusión que estos libritos pudieron tener en los territorios hispánicos, pero no parece haber sido grande. Las cautelas tomadas (anonimia, falso pie de imprenta) han causado confusión durante siglos, de modo que ni siquiera hoy aparecen todos estos volúmenes atribuidos a la imprenta de Fries o reconocidos como traducción de Enzinas. Nuestras incertidumbres persisten en cuanto a las peculiaridades de algunas de estas traducciones frente a otras. Esperemos que futuras generaciones de investigadores se enfrenten a esas cuestiones con nuevos bríos.19
A 480 años de la aparición de la traducción más famosa de Enzinas, su fe, pasión, talento y habilidades concentrados en esta incansable labor llegan hasta nosotros como muestra de la forma en que la persistencia de la Palabra en la sociedad humana se abre paso para hacerse presente e influir decididamente en el curso de las ideas, las actitudes y las acciones. El legado de este eminente humanista, pensador y filólogo sigue muy vivo en la zona ideológica y cultural que reivindica su nombre y el de otros muchos esforzados promotores/as de la lectura de la Biblia como factor de transformación social.
Nota. Hoy 23 de noviembre, a las 19 horas, tiempo de la Ciudad de México, se conmemorarán los 480 años exactos de la traducción del Nuevo Testamento. La cita es en la Librería Papiro 52, Tlalpan 1237, Alc. Benito Juárez, muy cerca del Metro Portales (). Participan: Luis Fajardo, director de la Sociedad Bíblica de España, Carlos Martínez García y Leopoldo Cervantes-Ortiz. Modera. Carlos Mondragón. Habrá transmisión por Facebook.
1 F. de Enzinas, carta a Juan Calvino, 30 de octubre de 1552, cit. por Alba María Caballero Bravo, “Introducción”, en F. de Enzinas, Sabiduría de lo alto. Cuatro traducciones bíblicas del siglo XVI. Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla, 2017, p. 21.
2 J.L. Nelson, Francisco de Enzinas (Dryander) and Spanish evangelical humanism before the Council of Trent. Tesis doctoral, Universidad de Manchester, 1999, p. 91. Versión propia.
3 J. Bergua Cavero, Francisco de Enzinas. Un humanista reformado en la Europa de Carlos V. Madrid, Trotta, 2006, p. 141.
4 En una carta de Enzinas a Johannes Marbach del 17 de diciembre de 1549, afirma: “Si en nuestra isla tuviéramos un impresor hábil, yo tendría esperanza de que hubiera un lugar donde poder vivir siendo de provecho a la comunidad. Pero no hay ningún experto en esta arte” (cit. por M.A. Caballero Bravo, op. cit., p. 13, nota 14).
5 M.A. Caballero Bravo, op. cit., pp. 14-15.
6 F. de Enzinas, Epistolario, pp. 606-607.
7 Ibid., Ep. 61, p. 565, n. 1, cit. por J. Bergua Cavero, op. cit., p. 141.
8 F. de Enzinas, Ep. 65, en Epistolario, pp. 610-611. Bergua Cavero asegura que Ignacio García Pinilla encontró estos grabados. La tipografía francesa la utilizaría después el impresor Oporino en la segunda edición de Vesalio, De corporis humani fabrica (1555).
9 A.M. Caballero Bravo, op. cit., p. 22.
10 M. Menéndez y Pelayo, “Noticia de varias obras anónimas o seudónimas dadas a la luz por protestantes españoles de los siglos XVI y XVII”, en Historia de los heterodoxos españoles, www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-de-los-heterodoxos-espanoles/html/fee78e52-82b1-11df-acc7-002185ce6064_78.html.
11 Cf. C. Gilly, “Francisco de Enzinas”, en Spanien und der Basler Buchdruck bis 1600. Ein Querschnitt durch die spanische Geistesgeschichte aus der Sicht einer europäischen Buchdruckerstad. Basilea, 1985, pp. 326-353.
12 C. Gilly, “El influjo de Sébastien Castellion sobre los heterodoxos españoles del siglo XVI”, en Michel Boeglin, Ignasi Fernández Terricabaras y David Kahn, dirs., Reforma y disidencia religiosa. La recepción de las doctrinas reformadas en la península ibérica en el siglo XVI. Madrid, Casa de Velázquez, 2018, p. 323, https://books.openedition.org/cvz/5834?lang=es.
13 A.M. Caballero Bravo, op. cit., p. 13.
14 C. Gilly, “Francisco de Enzinas”, pp. 347-349.
15 C. Gilly, “El influjo de Sébastien Castellion…”, p. 305.
16 Ibid., p. 320, nota 63.
17 Ibid., pp. 321-323.
18 Ibid., p. 323.
19 M.A. Caballero Bravo, op. cit., p. 22.
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