Sea largo o corto, nuestra responsabilidad como expositores es abrir el texto de tal manera que hable su mensaje de manera clara, simple, precisa, relevante, sin añadir algo, sin quitar algo o falsificar algo.
Un fragmento de “Manual de predicación expositiva - ¿Qué es un sermón expositivo? Jesús como predicador”, de Luis M. Contreras (Editorial Clie, 2023). Puede saber más sobre el libro aquí.
En Segunda de Timoteo, Pablo le recordó a Timoteo varios elementos básicos del ministerio pastoral. Timoteo debía ser fiel en la predicación y la enseñanza (1:6), valiente (1:8) y cuidadoso en preservar la sana doctrina (1:13-14). Él debía ser fuerte (2:1) conforme preparaba a hombres fieles, evitando el error y el pecado y aferrándose a la sana doctrina (2:2-26). A pesar de los tiempos difíciles que Timoteo enfrentaba, él debía predicar las Escrituras inspiradas (capítulo 3 y 4). En resumen, Pablo escribe la carta para instruirlo a que se aferrara de la sana doctrina, “defendiéndola contra todo error, y soportando aflicciones como buen soldado” [1]. Ninguna de estas verdades era nueva para Timoteo, pero era esencial que él las tuviera frescas en su mente para ser fiel al legado que recibió de Pablo, conforme el Apóstol se acercaba a su muerte (2Ti 4:6). De la misma manera, vamos a comenzar con los elementos básicos de lo que es un sermón y algunos ejemplos de exposición en las Escrituras.
Mientras que algunos ven la predicación textual y expositiva como sinónimos [2], parece más preciso ver tres categorías diferentes de predicación: tópica, textual y expositiva [3]. Conforme definimos brevemente las dos primeras, una distinción en la predicación expositiva emergerá. Mientras que la predicación tópica conecta varios versículos relacionados con un tema, la predicación textual usa un pasaje como plataforma a partir de la cual el predicador va a un tema dado. El común denominador entre ambos métodos es que no representan un “esfuerzo serio por interpretar, entender, explicar o aplicar la verdad de Dios en el contexto de la(s) Escritura(s) usada(s)” [4]. Otra manera de expresarlo es que la predicación expositiva puntualiza lo que el autor original quiso que su audiencia original entendiera y después la aplica a la audiencia contemporánea [5]. A la luz de esta definición, es posible tener sermones expositivos de tópicos —la clave es explicar la intención del autor original y aplicarla a la audiencia contemporánea. Esto no significa que cada vez que mencionas una referencia cruzada en tu predicación, debes explicar el contexto histórico y literario de ese texto para predicar expositivamente, sino que significa que debes estudiar y entender la intención del autor en dicha referencia, para que puedas interpretarla y relacionarla correctamente con el pasaje que estás predicando. Puede haber ocasiones en las que explicas más del contexto histórico y literario de tu referencia cruzada. En otras ocasiones, quizás, únicamente menciones la referencia. Todo depende de lo que piensas que funcionará mejor en el uso de esa referencia —si estás usándola para ilustrar un punto, podría ser útil pasar algo de tiempo explicando el contexto de esa referencia. Stott nos ayuda a entender lo que es la predicación expositiva al señalar que: Exponer las Escrituras es extraer del texto lo que está ahí y colocarlo a la vista. El expositor abre lo que parece estar cerrado, aclara lo que es oscuro, desamarra lo que está amarrado y desempaca lo que está empacado de manera concentrada. Lo opuesto a la exposición es la ‘imposición’, lo cual es imponer en el texto lo que no está ahí. Pero el ‘texto’ en cuestión podría ser un versículo, una oración o inclusive una sola palabra. También podría ser un párrafo, un capítulo o un libro entero. El tamaño del texto no importa, siempre y cuando sea bíblico. Lo que importa es lo que hacemos con él. Sea largo o corto, nuestra responsabilidad como expositores es abrirlo de tal manera que hable su mensaje de manera clara, simple, precisa, relevante, sin añadir algo, sin quitar algo o falsificar algo.
En términos comparativos, el Nuevo Testamento contiene más ejemplos de predicación expositiva que el Antiguo Testamento.
La razón para dicha diferencia es que el Nuevo Testamento registra el cumplimiento del Antiguo Testamento. Hechos 26:22-23 es un buen ejemplo de esto conforme Pablo le dice al Rey Agripa, “...persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles”.
Teniendo esto presente, comenzamos en los evangelios con el Expositor Maestro —nuestro Señor Jesucristo. El Señor dio varias exposiciones del Antiguo Testamento, conforme explicó el significado de cierto pasaje y después lo aplicó a Su audiencia (como en Mt 9:10-13), o conforme explicó el cumplimiento de cierta profecía y llamó a Su audiencia a arrepentirse (como en Marcos 1:14-15). En el Sermón del Monte encontramos una exposición de la Ley —esto es visto particularmente en Mateo 5:21–7:12. Después de afirmar que el requisito para entrar en el Reino es poseer una justicia que es mayor que la de los escribas y fariseos (5:20), Jesús procede a dar varios ejemplos de dicha justicia. Al hacer esto, nuestro Señor da una exposición maestra de la Ley conforme explica el significado original y lo aplica a Su audiencia. En esencia, la justicia que se conforma a la ley de Dios no solo es externa sino también interna —al nivel de los pensamientos, deseos, motivos. Por ejemplo, nuestro Señor explica y aplica la Ley al afirmar que un asesino no solo es la persona que priva pecaminosamente de la vida a otra persona, sino también es la persona que odia a alguien (5:21-26). El adúltero no solo es el que comete el acto físico, sino también el que desea cometerlo (5:27-30). La adoración que agrada a Dios no solo se conforma externamente a la Ley, sino también internamente —al tener motivos puros (6:1-18). En Mateo 9:10-13 encontramos otro ejemplo de exposición. Después de que los fariseos condenan a Jesús por comer con los publicanos y pecadores (9:11), el Señor responde al explicarles el significado de Oseas 6:6 y exhortarlos a aplicarlo. Él les dice, como Oseas 6:6 mandó, que Él de hecho está mostrando misericordia a aquellos en necesidad y ellos necesitan aprender y hacer lo mismo (9:13). Mateo 22 es un capítulo que incluye varias exposiciones de nuestro Señor. En cada una de ellas, como vemos a lo largo de Su ministerio, Él explica el significado de un pasaje del Antiguo Testamento y llama a Su audiencia contemporánea a la acción. En el capítulo 22:23-33, Él explica Éxodo 3:6 y reprende la ignorancia de los saduceos por no conocer la Palabra de Dios (22:29). En el 22:34-40, Él explica Deuteronomio 6:5 como el mandamiento más importante y concluye explicando que Levítico 19:18 es el segundo mandamiento —estos dos resúmenes la responsabilidad moral del hombre (22:40). En el 22:41-46, Él explica el Salmo 110:1 y demuestra Manual de predicación expositiva 16 a los fariseos que Él es el Cristo, con una exhortación implícita que es el deber de ellos de creer en Él como tal. Al considerar el Evangelio de Marcos, encontramos una exposición de las Escrituras en el primer capítulo. Marcos 1:14-15 dice, “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. En esta afirmación, Cristo está explicando que las promesas de las Escrituras en relación al Rey y el Reino se cumplen en Él. Conforme hace esto, él aplica a Sus oyentes las implicaciones del cumplimiento de dichas Escrituras —necesitan arrepentirse y creer en el evangelio.11 En Lucas 4:16-21, nuestro Señor lee y explica cómo Él fue el cumplimiento de Isaías 61:1-2 con la implicación de que deben creer en Él —como es señalado por Sus comentarios acerca de la incredulidad que Él esperaba de ellos a pesar de Su gracia (Lucas 4:22-30). Hacia el final del libro, en Lucas 24:25-27, encontramos un ejemplo excelente de nuestro Señor explicando Su necesidad de sufrir y entrar en Su gloria. Después de Su resurrección, conforme habla con los dos discípulos en el camino a Emaús, Lucas dice que “...comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (24:27). Claro que la implicación de dicha explicación es que ellos debían creer. Inclusive, el mensaje del Evangelio que todo creyente del NT debe proclamar es una exposición de lo que el AT predijo (24:44-48) —al presentar el contenido del evangelio, el Señor no solo presenta una exposición del Antiguo Testamento, sino que los Apóstoles y creyentes en general siguen a nuestro Señor al exponer las Escrituras conforme evangelizan.
1. William Hendriksen y Simon J. Kistemaker, Exposition of the Pastoral Epistles, NTC (Grand Rapids: Baker Books, 2002).
2. Sidney Greidanus, The Modern Preacher and the Ancient Text: Interpreting and Preaching Biblical Literature (Grand Rapids: Eerdmans Publishing, 1988), 12.
3. Richard L. Mayhue, “Rediscovering Expository Preaching” en Rediscovering Expository Preaching, ed. John MacArthur Jr. (Dallas: Word Publishing, 1992), 9.
4. Ibid.
5. Sinclair Ferguson, “Exegesis”, en The Preacher and Preaching: Reviving the Art in the Twentieth Century, ed. Samuel T. Logan Jr. (New Jersey: Presbyterian and Reformed, 1986), 192–93.
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