Aves y lirios contra la ansiedad

El evangelista Mateo escribe algunas frases de Jesús acerca de las preocupaciones que éste detectaba en sus discípulos.

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Aparentemente parecía legítimo que quienes habían abandonado sus trabajos, mediante los cuales se ganaban la vida, para seguir al Maestro y predicar el Evangelio, estuvieran inquietos por saber de qué vivirían en el futuro.

Sin embargo, el Señor los tranquiliza mediante analogías con el mundo natural:

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” (Mt. 6:25-30).

Las aves y los lirios constituyen dos ejemplos magistrales de belleza y extrema diversidad biológica.

Se cree que actualmente existen en el mundo alrededor de 18 000 especies distintas de aves. En cambio, sólo se conocen unas 110 especies de lirios.

A pesar de esta divergencia numérica, el ejemplo de Jesús está sabiamente elegido. La gran variedad de colores, tamaños y cantos hacen de estos animales voladores todo un mundo lleno de sublime belleza y exquisito romanticismo.

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De ahí que las aves sean quizás los organismos más imitados y representados por los creadores de las bellas artes. Mientras que las flores liliáceas están tan revestidas de elegancia y perfección que parecen decoradas por el pincel de un artista.

La forma de sus pétalos y hojas, así como sus colores y aromas, son tan maravillosos que les proporcionan un atractivo capaz de evocar sentimientos positivos al ser humano.

Tanto las aves como las flores son capaces de provocarnos placeres sensoriales, emotivos, intelectuales e incluso espirituales.

Jesús se refiere a estos seres vivos con el fin de solventar la ansiedad de sus discípulos. La preocupación humana por el futuro o el miedo a lo desconocido tienen siempre su origen en la falta de fe.

Ésta fue la causa de que Pedro se hundiera en las aguas del mar de Galilea, del temor de los discípulos ante la tempestad, de la triple negación antes del canto del gallo y de tantos otros errores como también cometemos nosotros a diario.

No obstante, Jesucristo dice que tales ansiedades son innecesarias en sus seguidores porque de la misma manera que Dios cuida de todos los seres de la creación, lo hará también con sus discípulos.

El materialista que no cree en Dios tiene motivos para temer por su futuro pero quien ya ha nacido de nuevo y se ha acogido al sacrificio de Cristo no debe angustiarse.

Es evidente que debemos actuar con diligencia y proveer para nuestras necesidades materiales pero sabiendo siempre que nuestro destino está en las generosas manos de Dios.