El repaso que Stam hizo de la necesidad de una hermenéutica seria y contextual al momento de leer e interpretar la Biblia lo situó en la vertiente más avanzada de la teología protestante.
El déficit hermenéutico heredado del fundamentalismo norteamericano ha conducido, en las circunstancias complejas y conflictivas de hoy, a un caos exegético. Es alarmante, no sólo el abuso que a cada rato se hace de las Escrituras, sino la casi total desorientación en amplios sectores evangélicos en cuanto a los mínimos criterios de sana interpretación de la Palabra de Dios. A partir de la teoría de la lectura neutral, apolítica y ahistórica de la Biblia, se van produciendo cada día más distorsionadas interpretaciones de las Escrituras.1
Juan Stam
Como misionero, pastor y profesor, la estela que dejó John Bowman Stam durante su estancia en Costa Rica ha sido indeleble, pues más allá de su labor formal dejó un fuerte testimonio de inculturación al hacerse parte de la cultura del país que lo acogió y el cual no abandonó después de varias décadas de servicio. Al especializarse en el Apocalipsis, dejó una sólida escuela hermenéutica plasmada en los cuatro tomos de su comentario, aunque el sitio que abrió en internet (https://juanstam.com, más de 300 artículos) y que sigue vigente, da fe de los amplios intereses teológicos que abarcó desde los años en que fue profesor del Seminario Bíblico Latinoamericano (SBL, desde 1957 hasta los años 70) hasta cuando ejerció la docencia en la Universidad Nacional (años 80 y 90) y en diversas instituciones latinoamericanas. Su labor teológica estuvo marcada por los años que pasó en la Universidad de Basilea (1961-1963) en donde fue alumno de Karl Barth y Oscar Cullmann.2
El homenaje de que fue objeto en noviembre de 2018 marcó de manera muy clara el impacto que dejó su trabajo en toda América Latina, pues, aunque en sus inicios podría decirse que se ubicó en el ala más conservadora del protestantismo, acumuló varias “conversiones” a diferentes aspectos de su empeño como profundo conocedor de la Biblia.3 Dos de ellas tuvieron que ver precisamente con los giros ideológicos que debió experimentar, primero, como parte de una etapa en la que el SBL se radicalizó y optó por la línea ecuménica más abierta en los años 70 y, más tarde, cuando acompañó los cambios producidos por la revolución sandinista en Nicaragua. Ambos episodios dejaron una huella profunda en su trabajo docente y exegético. De esta manera valoró lo acontecido en aquellos años:
El SBL entró en los 70s con grandes expectativas. La institución ya se había “latinoamericanizado” profundamente, con tres rectores brillantes: Bonilla, Lores y Taylor. Habíamos superado el fundamentalismo y el legalismo del pasado para entrar plenamente en un proyecto “evangélico radical”. El método pedagógico de los seminarios, con ponentes y reactores, estaba aportando una nueva dinámica académica y teológica. Los graduandos escribieron algunas tesis brillantes, dignas de ser publicadas (y eso sin computadora y Google). El Seminario se caracterizaba por una apertura crítica hacia la teología radical de ISAL y la recién nacida teología de la liberación, el feminismo, las corrientes carismáticas y la misionología de Evangelismo a Fondo y la FTL4
De hecho, a Stam le correspondió sumarse a varios de esos proyectos en medio de los cuales su orientación hermenéutica le permitió producir notables aportaciones críticas, lo que puede apreciarse ampliamente en la recopilación de sus ensayos teológicos en dos tomos (2004) y en la gran variedad de textos que aparecen en su sitio web. Posiblemente, dos de sus ensayos más conocidos fueron “El Apocalipsis y el imperialismo romano” (1979), como parte de un volumen de homenaje a Wilton M. Nelson,5 y el ya citado “La Biblia, el lector y su contexto histórico: pautas para una hermenéutica evangélica contextual” (1982). Ambos representaron un auténtico parteaguas en su trabajo exegético, pues a partir de allí sus contribuciones en ese campo específico crecieron en número y en profundidad. Una revisión general de ambos textos puede ayudar a dimensionar los alcances de su tarea y de la forma en que atrajo la atención de miles de lectores en toda la región latinoamericana y fuera de ella.
El primer texto fue el germen de lo que llegaría a ser su obra exegética más importante, el comentario en cuatro tomos al último libro de la Biblia, fruto de décadas de investigación, diálogos y cursos impartidos en toda América Latina. Su análisis de las estructuras políticas, económicas, sociales y religiosas del imperio romano brinda un panorama completo para todo lector interesado. La lectura sobreespiritualizante del libro, tan común en el medio evangélico, fue echada abajo con aseveraciones firmemente arraigadas en un acercamiento filológico-histórico al texto, que se mostraría como un documento fundamental para la resistencia espiritual de los cristianos del primer siglo a la furia con que el imperio actuó contra ellos. Sus conclusiones apuntan hacia lo que han desarrollado muchos exegetas posteriores: una sana comprensión del Apocalipsis encaminada hacia el fortalecimiento de una fe cristiana bien situada ante las diversas coyunturas sociopolíticas:
Como hemos visto, se puede entender el libro de Apocalipsis únicamente en el contexto del Imperio Romano; sus figuras centrales (Bestia, profeta, ramera) se describen en términos de esa realidad histórica. Pero al terminar, debemos insistir que ese imperio antiguo era para Juan sólo la instancia de primera referencia y de aplicación inmediata. Es cierto que, en el Apocalipsis, Babilonia significa Roma, pero hay que agregar: Roma no agota todo cuanto significa Babilonia. Otros sistemas surgirán del abismo, y otras rameras cabalgarán sobre otras Bestias, hasta el fin de la historia. La iglesia está llamada hoy, como siempre, a discernir los espíritus y ser fiel a su Señor.6
Imposible reseñar con toda justicia los cuatro tomos de su comentario al Apocalipsis y el otro libro relacionado (Apocalipsis y profecía) que constituyen parte de su legado como estudioso apasionado que llevó a grandes alturas la interpretación académica y pastoral de este libro tan complejo.7 Así lo explicó en una entrevista: “Como pastor, Juan habla de lo que afecta y preocupa a su congregación, en un lenguaje que ellos y ellas podían entender. Hasta los simbolismos eran ya conocidos, fáciles de descifrar. Sospecho que para ellos el Apocalipsis era uno de los libros más fáciles de entender, a lo mejor el más fácil. Es cierto que hoy encontramos algunos detalles difíciles, mayormente porque no tenemos algunas claves de interpretación, pero me atrevo a decir que no hay ningún pasaje (o párrafo) cuyo significado no sea discernible hoy”.8
El segundo texto es, como se escribió en su momento, un deslumbrante acercamiento a los diversos aspectos de la hermenéutica, escrito con una seriedad impecable y desde una perspectiva que parece conservadora, pero que en realidad despliega un profundo conocimiento del tema, además de la preocupación por aplicar los mejores elementos interpretativos a la vida y misión de la iglesia. Cada aspecto de la interpretación encuentra su lugar en la exposición minuciosa y cabal de Stam. Es un texto fundamental de la hermenéutica evangélica latinoamericana. Así describe el objetivo de tan relevante documento:
Por una parte, el exégeta busca entender el mensaje bíblico dentro de la mayor fidelidad al contexto histórico original (esta se suele llamar exégesis gramático-histórica). A la vez, como discípulo del Señor, el exégeta está llamado a obedecer y proclamar el evangelio aquí y ahora. Le incumbe la tarea de entender a fondo nuestro propio contexto en todas sus dimensiones, y de captarla relación dinámica entre el mensaje bíblico y la Palabra de Dios para nuestra situación contemporánea. Sin percibir este mensaje actual, no habrá realmente escuchado la Palabra.9
El repaso que hizo de la necesidad de una hermenéutica seria y contextual al momento de leer e interpretar la Biblia lo situó, por igual, en la vertiente más avanzada de la teología protestante (Paul Ricoeur) y, al mismo tiempo, en la vanguardia teológica de claro énfasis liberador en diálogo directo con quienes propugnaban esta corriente, específicamente con autores católicos como Juan Luis Segundo y, sobre todo, José Severino Croatto. En ese sentido expone impecablemente el problema del “círculo hermenéutico” desde una dimensión pastoral y eclesial a partir de elementos tomados de Rudolf Bultmann y Segundo: va de la nueva vivencia histórica (realidad) hasta la concientización ideológica (relectura), pasando por la concientización teologal (relectura) y la nueva vivencia teologal (hermenéutica) bajo la advertencia de que estos elementos en nada contradicen la fidelidad a las Escrituras, la gran obsesión evangélica tradicional, “sino que son la mejor manera de serles fieles, viviendo plena y responsablemente nuestra propia realidad histórica (como nos exige la fidelidad bíblica) y cuestionando bíblicamente todas las tradiciones e interpretaciones humanas, sociológicamente condicionadas, a la luz de nuevas vivencias históricas y nuevas lecturas de la Palabra”. Su trabajo anunció los énfasis posteriores de otros exegetas evangélicos como Thomas Hanks y Jorge Pixley.
Observamos, así, que el contacto entre la teología evangélica y la teología de liberación en América Latina fue inevitable al compartir el espacio geográfico y eclesial, pero, sobre todo, a las preocupaciones comunes por transmitir esperanza a las diversas comunidades de fe. En el caso de Stam, su cercanía con ella lo llevó a replantear profundamente los énfasis de su reflexión, enseñanza y misión, al grado de que, si se estudian sus textos con atención, se puede concluir que esas teologías fueron sus verdaderas interlocutoras y que, en rigor, el diálogo con ellas lo desafió para escribir y actuar en una dirección similar, aun cuando su origen como misionero fue muy diferente y hasta opuesto. Él mismo dio testimonio de su perspectiva al analizar extensamente las bases de esa teología:
Si nos sentimos firmes en nuestra teología evangélica y bíblica, realmente no tenemos por qué temerle a la T.L., ni obsesionarnos con ella, como tampoco “enamorarnos” ciegamente de ella. Creo que los evangélicos (aparte honrosas excepciones como René Padilla y Orlando Costas) no han sabido responder seriamente a esta nueva corriente teológica latinoamericana. Dos reacciones erradas han predominado casi exclusivamente entre nosotros: el “sí ciego” de algunos pocos que se han apasionado por la T.L. y poco lo han confrontado con la tradición evangélica; y, por otro lado, el “no sordo” de muchos que ven en la T.L. una amenaza diabólica y la denuncian sin haberla escuchado ni entendido. Éstos se dedican a atacar como “herejías” supuestos errores que en realidad no enseñan los teólogos de la liberación (cuando se analiza objetivamente, con seriedad teológica), y no han sabido entender y apreciar evangélicamente los valores, como también los defectos, de esta importante corriente teológica. Sería mucho más evangélico, exegético y paulino examinar la T.L. honesta y serenamente, retener lo bueno, y abstenernos de todo lo que, entendido con claridad, no parece ser bueno.10
Notas
1 J. Stam, “La Biblia, el lector y su contexto histórico: pautas para una hermenéutica evangélica contextual”, ponencia presentada en la consulta de la Fraternidad de Teología Latinoamericana (FTL) sobre hermenéutica, septiembre de 1982, Tlayacapan, México. Posteriormente apareció en en Pastoralia, IV: 8, julio de 1982, y en el Boletín Teológico, núm. 10-11, abril de 1983, pp. 27-72. Finalmente se recogió en Arturo Piedra, ed., Haciendo teología en América Latina: Juan Stam, un teólogo del camino. Vol. 1. Guatemala, s.p.i., 2004, pp. 49-80.
2 J. Stam, “Algunos recuerdos de Karl Barth”, en Lupa Protestante, 10 de julio de 2014.
3 Cf. Jaime Adrián Prieto Valladares, “Semblanza del teólogo Juan Stam Bowman”, en L. Cervantes-O. y Marcel Lueiro Reyes, eds., Escatología, política y esperanza en América Latina. Homenaje a Juan Stam. Lima-La Habana, Caminos-AETE Facultad de Teología y Religión, 2021, pp. 15-94; L. Cervantes-O., “Juan Stam (1928-2020): la interpretación bíblica como plataforma para una escatología responsable”, en Lupa Protestante, 19 de octubre de 2020; y Emmanuel Flores Rojas, “La hermenéutica apocalíptica de Juan Stam”, en Carlos Martínez García y Carlos Mondragón, eds., Cincuentenario de la Fraternidad Teológica Latinoamericana: acercamientos históricos y teológicos. Tomo I. Fraternidad Teológica Latinoamericana, 2021 (FTL, 46), pp. 105-134.
4 J. Stam, “Del Seminario Bíblico a Universidad Bíblica (1970-2010)”, 7 de junio de 2013, en web de Juan Stam.
5 J. Stam, “Apocalipsis y el imperialismo romano”, en Varios autores, Lectura teológica del tiempo latinoamericano. Ensayos en honor del Dr. Wilton M. Nelson. San José, SBL, 1983, pp. 27-60.
6 Ibid., pp. 50-51.
7 Cf. Álvaro Vega Sánchez, “El Apocalipsis de Juan Stam”, en Semanario Universidad, 20 de noviembre de 2015.
8 Jacqueline Alencar, “Leamos el Apocalipsis en clave pastoral”, en Protestante Digital, 25 de octubre de 2020.
9 J. Stam, “La Biblia, el lector y su contexto histórico…”, op. cit.
10 J. Stam, “La teología de la liberación”, 2 de julio de 2008 en la web de Juan Stam.
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