Lo triste del amor

Leyendo el Sermón del Monte del evangelio de Mateo, Dafne no acababa de aceptar que tales preceptos fuesen realistas para un mundo como el nuestro dónde quiere prevalecer la ley del más fuerte.

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— ¿Llevar una carga el doble recorrido del que me obligan? ¿Poner la otra mejilla? Es todo muy disparatado, solo perdiendo el juicio tendríamos esa conducta — dijo a su interlocutor.

— ¿Y qué propones a cambio?

— Justicia, en lugar de que el débil acate los abusos con que es tratado por el fuerte.

—¿Algo más?

— Sí, que los humanos se preparen para repeler esos abusos.

— Todo eso está bien, ¿algo más?

— Sí, alguien ha dicho que el cristianismo es la religión del esclavo. ¡Basta de sometimientos!

— Tienes toda la razón, pero no se ha encontrado camino más excelente para la humanidad. Lo que quieren enseñar los preceptos del Sermón del Monte es que no hay nada más allá del amor, por eso lo de la otra mejilla.

— Y eso es triste.

— Sí, lo triste del amor para quien lo desestima es que no haya nada mejor que lo sustituya. Sea la venganza, el odio, el resarcimiento, las leyes humanas, todo se queda corto. Por supuesto que te has de proteger y no dejar avasallar, pero a veces la experiencia te conduce a un dilema insoslayable “¿amor o negación del amor?”

— ¿Acaso no es eso sensiblería débil?

— Debilidad tan solo aparente, se trata de otra fortaleza.