Director de geriátrico

La oferta de empleo para director de geriátrico no era lo que estaba buscando. Pero las posibilidades laborales eran muy precarias y sus estudios de ingeniero naval no eran nada esperanzadores.

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Así que resignado se presentó a la entrevista.

Parecía que le estuvieran esperando. De aquel despacho ya salió con el contrato laboral bajo el brazo.

Una mesa, una secretaria, elementos ofimáticos y nada, a trabajar.

Pasó el tiempo y cada vez se encontraba mejor en su cargo. Atendía a los ancianos con verdadero cariño, las cosas funcionaban bien y el régimen interno no era nada disciplinario, ni para el personal ni para los residentes.

Un día al año se hacía al personal un chequeo médico. Sorprendentemente le encontraron un mal indefinido que precisó de tratamiento no menos indefinido. Él no se encontraba mal, hacía la vida de siempre.

Pero no solo fue aquel diagnóstico, se añadieron un segundo, un tercero, un cuarto y hasta un quinto que precisaba un control médico cercano y constante.

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Extrañado decía a todos que se encontraba bien, y seguía haciendo su trabajo con total naturalidad.

La observación minuciosa de su salud llegó el punto que precisó de hospitalización. Le dieron dos opciones, o ingresaba en el Hospital General o prefería ocupar una de las habitaciones de la residencia.

Él agradecía todo aquel interés, pero insistía que él se encontraba bien. También reconocía que él de medicina no entendía y que, si los facultativos lo veían necesario, pues bien.

Primero un bastón, luego el respirador, en fin, un anciano más.

Total, que al final quedó como residente librado de cargos.

“Usted dedíquese a cuidarse, que es lo principal, y no se preocupe que recibirá todas las atenciones necesarias”, le recomendaban todos.

Paseos por el jardín, comidas puntuales y equilibradas, visitas de seres queridos, enriquecedoras meditaciones en su butaca, visionado de películas y series, desvinculación de responsabilidades, permiso de salida por la mañana y tarde, visitas a la biblioteca municipal, al cine, etc. Un estado de internamiento que él mismo había promovido como director.

Pero un día se cuestionó “¿qué director debe haber ahora en la residencia? A mí me rebajaron de toda función y el servicio marcha a la perfección”.

— Me gustaría hablar con el director.

— ¿Director? Aquí no hay más director que usted.