Otros andares

Todo era nuevo para aquellos padres con su primogénito de un año. Las primeras palabras, el primer eructo, la primera sonrisa, y ahora por fin sus primeros pasos.

Expectantes ansiaban la entrada de su hijo en el mundo de los bípedos. Pero algo no funcionó según lo previsto.

Llegaron los primeros pasos, y sorprendentemente el niño no los dio hacia adelante sino hacia atrás. No avanzaba, reculaba y al parecer lo hacía con bastante habilidad.

Aterrorizados, los padres lo llevaron corriendo al médico.

El médico, impasible, no le dio importancia y les dijo que no era el único, que hay una minoría de personas en el mundo que caminan hacia atrás.

Añadió además que hay quien se desplaza hacia el lado izquierdo, otros se desplazan hacia el lado derecho y otros hacia cada una de las diagonales delanteras o traseras.

Esta realidad no les consoló y por un tiempo hicieron lo posible para que iniciase el andar más común, aunque infructuosamente.

El niño creció, y superadas las vejaciones sufridas en la escuela por aquella diferencia, se convirtió de adulto en un activista de los “reculados”, que así se llamó a aquella minoría.

Tal fue el poder, número e influencia que fueron alcanzando, siendo liderados por el personaje de esta historia, que la sociedad se dividió entre los llamados “avanzados”, que caminaban hacia adelante y los llamados “reculados” que caminaban hacia atrás.

En sociedades progresistas, a los padres se les instruyó para que no condicionasen a sus hijos en el momento de iniciar sus primeros pasos. A ver para dónde tiran…, que decidan ellos.

Hubo severos conflictos, los “avanzados” hicieron ley del caminar habitual, y en algunos países se persiguió a los “reculados”.

En otros la libertad era total y ver todos los andares posibles deambulando por la calle producía una sensación de caos brutal, un desorden que no se veía ni en los hormigueros.

Aunque la sociedad buscó encajar las diferencias, la realidad era más cruda y ver a un “reculado” acercársete de espaldas, pues la verdad es que asustaba.

En un régimen de libertades llegó por fin la anarquía total, cada cual caminaba como quería, los ejércitos fueron desapareciendo al dificultarse el desfile en formación.

Todo se adaptó para esas preferencias, y la cirugía hizo milagros trasplantando los ojos a la nuca de los “reculados”, o en cualquier otra parte de la cabeza. También los pies operados sufrían un giro de 180 grados.

Yendo un poco más lejos, el resto del trabajo lo hizo la evolución al paso de los siglos. Los seres humanos ya nacían con cuatro caras, dirigidas hacia los puntos cardinales, a semejanza de las criaturas del libro bíblico de Ezequiel.

Y es que el hombre, ciertamente no tiene límites siendo capaz de ir más allá del diseño primigenio del Creador.

Estos cambios alejados del Adán primitivo fueron considerados un avance y una mejora de la especie. Yo prefiero dejarlo a la consideración del lector.