El Sin-sin

Así pusieron por nombre a un flamante restaurante en el centro de Barcelona.

La virtud de los platos era lo que no tenían, tal como indicaba el rótulo de la entrada.

Quienes lo visitaban tendrían el beneficio de comer una paella sin arroz, un estofado sin patatas, una tortilla sin huevos, una merluza a la vasca sin palangre, una ensalada sin lechuga, una liebre a la pepitoria sin roedor, un cortado sin leche, un vino sin uvas, etc., etc.

Ávidos de estrenar cosas nuevas, la familia Ulises no tardó en personarse en este original restaurante.

El lugar estaba prácticamente sin mobiliario, tan solo unas pocas mesas y unas pocas sillas. Fueron recibidos con la música de fondo de Robbie Williams, la canción Sin Sin Sin.

Poco tardó el señor Ulises en sentirse estafado.

Que de un plato de butifarra con judías secas se ausentase la butifarra le pareció una traición.

Que un plato de habas a la catalana careciese de los granos de haba le pareció muy surrealista.

Tantas ganas tenía el padre de salir por piernas de allí, como admirados por la novedad estaban los hijos.

Llegó la hora de pagar.

― Piensen que nada de lo que se les ha servido aparece en la factura, tan solo cobramos lo que no han consumido. Son 300€ sin IVA.

En una reacción rápida, el señor Ulises supo cómo resolver aquel despropósito.

― Siguiendo la filosofía de este restaurante, que me parece muy original, actual y pertinente, también nosotros vamos a obrar en consecuencia y sí, vamos a pagar… pero sin dinero.