El mochuelo aparece en la Biblia dentro de una lista exclusiva de aves impuras o no comestibles.
Y la poseerán el pelícano y el mochuelo,
la lechuza y el cuervo morarán en ella:
y se extenderá sobre ella cordel de destrucción,
y niveles de asolamiento. (Is. 34:11)
Algunas versiones bíblicas traducen el término hebreo weyansowp, וְיַנְשׁ֥וֹף, por “mochuelo”, mientras que otras lo hacen por “erizo”. No obstante, del propio contexto de los versículos se desprende que es preferible el ave al mamífero portador de púas.
En todos ellos el mochuelo aparece dentro de una lista exclusiva de aves impuras o no comestibles (Lv. 11:16; Dt. 14:15; Is. 34:11). El mochuelo común (Athene noctua) es una rapaz nocturna de la familia Strigidae que habita en la mitad sur de Europa, norte de África y en Tierra Santa.
Le gusta posarse sobre las ramas de los olivos, desde donde detecta sus presas al anochecer. Aunque se suele dejar ver también durante el día encima de algún poste.
Su excelente oído le permite descubrir pequeños roedores, grandes insectos, pájaros y gusanos, mientras que sus reducidas dimensiones (25 cm del pico a la cola) no le permiten cazar presas mayores.
Los ojos son grandes, con el iris amarillento y orientados en un mismo plano, hacia la parte frontal del cráneo. Esto les proporciona una excelente visión estereoscópica y gran precisión en el momento de calcular la distancia exacta a las posibles presas.
Al ver los objetos con los dos ojos a la vez, pueden comparar los dos ángulos de visión. Así se explican los curiosos movimientos que hacen con la cabeza para cerciorarse de la distancia de lo que observan.
En general, su aspecto es rechoncho, de color pardo pero con líneas punteadas blancas. Son parecidos al autillo europeo aunque algo mayores que éste. El canto lo conforman reclamos agudos y potentes.
No hacen sus nidos sobre las ramas de los árboles, ni sobre las rocas, sino que aprovechan agujeros ya existentes, como huecos de los árboles o incluso madrigueras abandonadas por otros animales.
Ponen de dos a cinco huevos cada año, entre los meses de mayo y junio. Igual que otras aves, los mochuelos forman parejas estables que duran toda la vida, hasta que uno de los dos miembros muere.
C. H. Spurgeon, comentando el salmo cuarto, se refirió al canto del mochuelo con estas palabras:
“¡Cuán fácilmente traiciona la lengua al pensamiento dando evidencia del carácter de cada uno! «¡Habla, para que pueda verte!», dijo Sócrates a un joven de buen parecer. La calidad del metal de una campana no se puede juzgar con la mirada, se evidencia y diferencia por su sonido. Los pájaros revelan su especie por sus trinos; el mochuelo no puede entonar las melodías de la alondra, ni la golondrina ulular como un mochuelo. Por tanto, vigilemos y sospesemos cada una de nuestras palabras antes de abrir la boca, no sea que nuestro discurso y lenguaje nos delate como extraños al pueblo de Dios, peregrinos y advenedizos en la comunidad de Israel.”[1]
[1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 181.
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