Deja tras de sí una larga estela de enseñanzas en el campo en el que fue experta, la historia del lugar de las mujeres en la iglesia.
Ser Eva, el arquetipo de la mujer que en lugar de someterse sin protestar, intenta la desobediencia, es la razón por la cual será necesario y “natural” el control masculino sobre un sexo tan débil y poco criterioso. La mujer no dejará de ser importante como “dadora de vida”, pero solamente de los hijos legales, para convertirse en la desobediente por antonomasia, la culpable, la que hace entrar el pecado al mundo. En resumen la que soluciona el problema teológico del unde malum? es decir ¿de dónde proviene el mal?, provocado por un planteamiento monoteísta absoluto. Un dios único, que se supone bueno, no puede ser también el origen del mal. Para eso estará la mujer.[1]
D.R.T.
La profesora e historiadora Diana Rocco Tedesco falleció el pasado 22 de noviembre. Deja tras de sí una larga estela de enseñanzas en el campo en el que fue experta, la historia del lugar de las mujeres en la iglesia, que marcó a varios estudiantes suyos, hombres y mujeres. Nacida en 1939, se graduó en el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), de Buenos Aires (1969), en donde ejerció la docencia (especialmente sobre los Padres de la Iglesia), y en la Universidad de la capital argentina obtuvo el profesorado (1976) y el doctorado en Historia (2002), donde también dictaría cátedra. Su tesis doctoral fue publicada en España bajo el título Mujeres, el sexo débil (2008), como parte de la importante colección de teología feminista En clave de mujer. Otra de sus publicaciones, Ellas sí pudieron... Mujeres y crítica patriarcal en la Biblia (2016), forma parte de los materiales del Grupo de Estudios Multidisciplinarios Sobre Religión e Incidencia Publica de Reflexión (GMIRP), en donde también colaboró con algunos cursos. En el ISEDET sus discípulos/as aprendieron de ella a interesarse por la historia antigua del cristianismo para encontrar en ella muchas de las razones del comportamiento presente de la iglesia. La pastora Ester Iglesias compartió este testimonio sobre su labor: “…podía enseñar en el ámbito universitario, pero con el mismo celo y conocimiento, enseñar en la Escuela Dominical de la Iglesia Metodista de Liniers, donde generación de fieles de todas las edades se beneficiaron de sus enseñanzas históricas y bíblicas”. En esa congregación también predicaba con cierta frecuencia. Fue profesora en el Seminario Bíblico Ministerial Argentino (Sebima). En el sitio Working Preacher pueden leerse algunos comentarios bíblicos.
El Dr. Pablo Andiñach resumió de esta manera la importancia de la obra de Rocco Tedesco: “También dejó su huella en la Universidad Nacional de Rosario, donde hasta hoy se utilizan sus trabajos. Ella se destacaba por dominar la historia antigua y la teología, disciplinas fundamentales pero que pocos podían vincular como lo hacía ella. Con el correr de los años se identificó con la teología feminista y con el estudio del papel de la mujer en la llamada “época patrística”, a la que ella agregaba ‘¡y matrística!’”[2]. Andiñach agrega que “cultivó la amistad con quien fuera en su juventud uno de sus profesores en la Facultad Evangélica, y a la sazón uno de los grandes biblistas de Europa, el Dr. Alberto Soggin [1926-2010]. Los intercambios con Soggin y sus conversaciones —y discusiones— fueron siempre un dechado de conocimientos y valores compartidos. Soggin, desde su cátedra en Europa, sabía y valoraba a esta pequeña de estatura pero grande en sabiduría que era Diana y la promocionaba cada vez que podía en los foros de su país y continente”. Asimismo, refiere que fue Vicerectora del Colegio Ward, miembro de varios cuerpos académicos e integró el grupo fundador del Centro Metodista de Estudios Wesleyanos.
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Algunos de sus ensayos son: “La muerte y sus rituales en el África cristiana” (1995), “Las vírgenes de la Iglesia cristiana: el siglo IV” (1997), “La exclusión del discurso femenino en la Iglesia antigua” (2002), “Bajo Imperio: identidad y religiosidad popular en África del Norte” (2003), “Monacato e iglesias étnicas: la expresión religiosa de la división del Imperio” (2004), “Los cristianos prenicenos de Asia Menor” (2006), “Los cristianismos perdidos” (2006), “Características del cristianismo africano” (2006), “El cristianismo judaizante: historia de una pasión y muerte” (2007), “La Reforma antes de la Reforma: reflexiones acerca de la coyuntura histórica” (2008), “Las antiguas diosas semitas” (2009), “Prisciliano y Agustín, dos formas de vivir la interculturalidad en la Roma del siglo IV” (2010), “María, una mujer ejemplar” (2011), “La mujer elegida: Caterina von Bora” (2011), “La homosexualidad a través de la historia antigua” (2011), “La Passio Perpetuae: un texto de mujer del siglo III” (2012) e “Iglesia y poder: el rostro oculto de lo femenino” (2012). Varios de ellos están incluidos en Cuadernos de Teología, la revista del desaparecido ISEDET, y en la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA).
Una colaboración interesante es la incluida en el volumen conmemorativo de los 75 años de la Iglesia Dinamarquesa en Buenos Aires (1999), junto con Andrés Albertsen y algunos estudiantes y feligreses. Otra más es la relacionada con la discusión ocasionada por el best-seller de Dan Brown, ¿Verdad o ficción? Los especialistas responden acerca del Código da Vinci (2004): “El Código da Vinci visto desde la historia de la iglesia”. A propósito de la polémica por ese libro, el diario La Nación le publicó un breve texto, del cual se extrae la siguiente cita:
El protagonismo de María Magdalena es recogido también por algunos grupos gnósticos que la convierten en la intermediaria entre el Maestro y sus discípulos. […] Así aparece en el Evangelio de María, donde la Magdalena encarna la postura del grupo heterodoxo y Pedro, protestando por tener que recibir enseñanza “de boca de mujer”, la posición de la Iglesia obispal monárquica que triunfa en Nicea en 325. Otros evangelios gnósticos ofrecen la imagen de una relación cercana e intensa de María con Jesús. Esto señala que el lugar de las mujeres en estos grupos era destacado. Podían predicar, recibir revelaciones directas del fundador del movimiento y enseñar. La Iglesia, que se impone a través de su alianza con el poder político imperial, confinó a la mujer al espacio privado y destinó al hombre el espacio público y de poder. El ámbito privado podía ser su hogar o el convento, pero siempre había un varón que las cuidaba, bajo cuya autoridad estaban. Las mujeres quedaron relegadas al lugar de adolescentes eternas, que necesitaban de ese cuidado.[3]
Su conclusión para los tiempos presentes es puntual e inquietante:
¿Por qué podemos ahora redescubrir a María Magdalena? Porque las mujeres nos redescubrimos a nosotras mismas y podemos hacer una lectura de los mismos textos bíblicos y no bíblicos que se leyeron durante 2000 años desde otro lugar, el nuestro. María Magdalena es un arquetipo femenino que hemos rescatado de la historia del cristianismo porque demuestra que las mujeres podemos ser protagonistas y ocupar espacios públicos. Ahora lo podemos aceptar y entender, porque gracias a una larga historia de luchas feministas, la sociedad está lo suficientemente madura como para reconocer este nuevo lugar relacional de lo femenino/masculino. (Énfasis agregado.)
Su investigación doctoral es un extraordinario volumen sobre cómo se estructuraron “los esquermas de poder dentro de la Iglesia cristiana de los primeros siglos y específicamente cuál es el lugar que se le asigna a la mujer dentro de ese esquema, teniendo en cuenta los cambios que se producen a lo largo del tiempo y las diferencias regionales del entorno del Mediterráneo”[4]. La forma en que expone el lugar de las mujeres en la tradición judía, romana y cristiana, citando abundantemente los textos bíblicos alusivos y las fuentes de primera mano (sobre todo de algunos Padres de la Iglesia) que resultan claves, así como la evolución de lo que denomina “los intersticios del sistema héteropatriarcal al eclesiástico” en la tercera parte de la obra, da como resultado un fascinante recorrido por un tema enormemente controversial. La fusuín señalada por Andiñach entre teología e historia es formidable. Ese volumen de 2008 y el de 2016, mencionados arriba, ameritan un acercamiento más minucioso en estas páginas.
Se concluye aquí con algunas opiniones sobre ella vertidas por exalumnos/as del ISEDET.
Puedo decir de ella que fue una de las tantas docentes preparadas que no fueron tenidas en cuenta en el ámbito teológico en el Río de la Plata de la manera que hubiese sido razonable por sus cualidades. El espacio teológico sigue siendo un lugar predominantemente masculino, fiel reflejo de un patriarcado que se resiste a dar espacio a mujeres que tienen mucho para aportar. (Gerardo Oberman, Iglesias Reformadas en Argentina)
Nos aportó perspectivas que en lo particular recién comenzaba a oír. Bueno, una de ellas era llamar al curso “Matrística”, eso internamente en clase. Trabajar una perspectiva histórica crítica de miradas patriarcales, trabajar con evidencias que habían sido desechadas y con metodologías feministas y desde las más pobres que nos ayudaron a ver los cristianismos tempranos desde una diversidad de voces, especialmente nos enseñó una metodología de investigación donde las historias silenciadas se oyeran... eso fue algo que me marcó mucho. (Juan José Barreda Toscano, director de Bíblica Virtual)
Diana fue la primera profesora que me acercó a la historia de la Iglesia, en ISEDET. Y no es poca cosa que fuera la primera y fuera mujer ya que ese ser mujer impregnaba lo que Diana enseñaba, decía, vivía. Una mujer de fe plena, de compromiso diario y de una conciencia sobre la necesidad de descubrir lo que se había ocultado en la historia, sobre las mujeres. Y su esencia me contagió, me abrió los ojos, me permitió empezar a caminar desde la historia este ser mujer de fe, feminista. Gracias a la Sabiduría divina por darme este privilegio. Gracias a Dios por su vida. Sus frutos siguen. (Claudia Florentín, editora de ALC Noticias)
Fue mi primera profesora en ISEDET cuando estudié teología. Y después, las vueltas de la vida hicieron que nos reencontráramos como miembros de la Iglesia Anabautista Menonita de Buenos Aires, y seguir compartiendo con ella la maravillosa experiencia que se vive siempre en esa comunidad de fe, donde nos regaló también la posibilidad de seguir disfrutando de su conocimiento, siempre transmitido con mucha sencillez. (Pablo J. Casado)
Notas
[1] D. Rocco Tedesco, “María, una mujer ejemplar” en Cuadernos de Teología, Instituto Universitario ISEDET, vol. XXX, 2011, p. 22.
[2] P. Andiñach, “Diana Rocco (1939-2020)”, en Ecupres, 25 de noviembre de 2020.
[3] D. Rocco Redesco, “Redescubrirla”, en Lifestyle, supl. de La Nación, Buenos Aires, 16 de enero de 2005.
[4] D. Rocco Tedesco, La mujer. ¿el sexo débil? Bilbao, Desclée de Brouwer, 2008 (En clave de mujer…), p. 13.
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