Hiber Conteris (1933-2020): escritor uruguayo de trasfondo protestante

A partir de la renovación teológica que significó el pensamiento de Karl Barth y con él el conjunto de teólogos generalmente asociados con el movimiento “neo-ortodoxo” o “teología dialéctica” […], y el aporte ulterior y póstumo de Bonhoeffer, el pensamiento teológico ha ido desplazando progresivamente su centro de gravedad: de una teología que situaba a la iglesia en el centro del acontecimiento histórico, es decir, la iglesia como el punto crítico del encuentro entre Dios y el mundo, hemos pasado a una teología que ha dado acceso, poco a poco, a la corriente historicista que domina el pensamiento contemporáneo, y consecuente con esta tendencia intenta comprender la acción de Dios en la historia y en la sociedad en su conjunto en una perspectiva global […]; vale decir, una teología que tiene ahora su centro de gravedad y de reflexión en la sociedad como tal, y ha recibido, por lo tanto, aunque esto no constituye todavía un bautismo oficial, el nombre de teología de lo secular.[1]

H.C.

El artículo anterior concluyó con una referencia al escritor uruguayo Hiber Conteris, antiguo militante metodista, guerrillero y del movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) que, en los años 1960, representó la vanguardia teológica del protestantismo latinoamericano.[2] Esa misma semana, el 2 de junio, falleció en Montevideo, ciudad adonde residía luego de varios años de ejercer la docencia en universidades estadunidenses. Era profesor en la Universidad de la República. Reconocido como uno de los grandes exponentes de la novela policiaca o negra, la cual defendió siempre como un género de gran altura estética, sobre todo a partir de los logros de autores como Raymond Chandler o Dashiell Hammett. Al primero lo homenajeó en 1994 con El diez por ciento de tu vida, en la que aparece un personaje clásico del escritor estadunidense, Philip Marlowe.

Originario de la ciudad de Paysandú, ciudad fronteriza con Argentina, a casi 400 km de Montevideo, la marca del metodismo en su vida fue reconstruida por él mismo en al menos dos ocasiones. La primera, en una entrevista con el profesor Alberto F. Roldán, en la que, con trazos ágiles, explicó la forma en que se acercó a la iglesia en sus años escolares en la capital del país y cómo recibió apoyo por causa del trabajo social de la misma:

Me formé y eduqué, desde una edad muy temprana (desde los seis años, aproximadamente), en una misión metodista conocida como “La Casa de la Amistad”, situada en la Villa del Cerro, el barrio obrero de la ciudad de Montevideo, donde se concentraban los frigoríficos que constituían la fuente de la industria principal del país. El carácter predominante de la misión metodista era de una obra social, aunque, por supuesto, se impartía también la instrucción religiosa y se celebraban los cultos dominicales, estudios bíblicos, etcétera. Sin embargo, esa actividad social y la toma de conciencia que acompañaba a la misma respecto a las desigualdades sociales, la injusticia, etcétera, fueron determinantes en mi formación. El misionero que estaba al frente de la misma, Earl M. Smith, había sido fuertemente influido por el llamado “Evangelio Social”, y nos transmitió sus convicciones.[3]

Ese contacto eclesial resultó crucial para su formación posterior y ejemplifica muy bien la manera en que las iglesias evangélicas de la época contribuyeron a sacar del ostracismo a varias generaciones de jóvenes sin suficientes recursos. Así narra lo sucedido posteriormente: “Debido a la situación económica familiar, cuando yo me vi impedido de seguir estudios secundarios, el pastor/misionero gestionó para mí una beca en el Colegio Ward de Ramos Mejía, Buenos Aires, donde finalicé los estudios secundarios”.[4] En esa coyuntura personal surgió la posibilidad de hacer estudios teológicos pues el pastor Smith lo canalizó para abandonar la idea de ser futbolista profesional: “De allí pasé a la entonces llamada Facultad Evangélica de Teología (hoy ISEDET) de la calle Camacuá, en el barrio de Flores. Sin embargo, sólo cumplí allí el ciclo del llamado ‘bachillerato de teología’, porque no me sentí inclinado a la vocación pastoral, y sí en cambio hacia la filosofía, las artes y la literatura en particular”.[5] Ese giro vocacional sería fundamental para su posterior desarrollo, aun cuando las preocupaciones sociales comenzaron a incorporarse a su mentalidad, además de que en los cursos de teología conoció la orientación progresista del protestantismo de la época, mediados y finales de los años 50, en que éste experimentó cambios importantes.

Sus inclinaciones literarias empezaron a pesar más, por lo que volvió a Montevideo para seguir la carrera correspondiente: “De modo que concluido el ‘bachillerato de teología’ regresé a Montevideo y continué mis estudios en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, donde finalicé una licenciatura en letras y filosofía. Simultáneamente, trabajé como pastor ayudante en la Iglesia Metodista Central de Montevideo y daba clases de literatura en un colegio también metodista, el Instituto Crandon, en la misma ciudad”.[6] En esa ruta coincidió con otros militantes metodistas como Emilio Castro, Julio de Santa Ana y Julio Barreiro, que pasaron a integrar las filas del movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL). Conteris se encontraba en Cochabamba, Bolivia, adonde trabajaba en un Colegio Metodista e impartía cursos de filosofía y literatura. Dado que enviaba artículos “sobre la situación política y social en Bolivia y la influencia sobre todo económica de los Estados Unidos en ese país” para el semanario Marcha de Montevideo, el coordinador de ISAL, Luis Odell lo invitó a participar en la consulta fundadora del movimiento continental en Huampaní, Perú, en 1961.

De este modo sintetizó su colaboración con ISAL y la proyección que alcanzó este movimiento durante los años de su militancia:

La visión que yo di allí sobre la misión de la iglesia fue muy crítica, poniendo el acento en la dependencia que ésta tenía, sobre todo desde el punto de vista económico, de los Estados Unidos, hecho que condicionaba su prédica a aspectos políticos e ideológicos que entraban en contradicción con la situación del país y especialmente con la política del Movimiento Nacional Revolucionario que estaba en el gobierno (era la época de los presidentes Paz Estenssoro y Siles Suazo). Creo que fue debido a mi participación en esta conferencia y al impacto que causó mi presentación que Luis Odell me ofreció dos años más tarde (en 1963) el trabajo full-time como Secretario de Estudios y Publicaciones de la Secretaría Continental de ISAL, cuya sede se fijó en la ciudad de Montevideo.[7]

La breve exposición de Conteris fue “Respuesta misionera ante el despertar boliviano”, además de que se integró al grupo de trabajo sobre vida política, junto con el brasileño Aharon Sapsezián y el Dr. Richard Shaull, misionero presbiteriano en Brasil que antes había trabajado en Colombia.[8] ISAL fue para él un espacio de conocimiento cabal de la realidad latinoamericana, que analizó como pocos, y la revista Cristianismo y Sociedad, de la que fue secretario de redacción, el sitio que le permitió publicar sus textos y ensayos. Allí se discutieron ampliamente, bajo la influencia de Shaull, las implicaciones de una “teología de la revolución”, el antecedente más estrictamente protestante de la teología de la liberación.[9] En 1964 publicó “La Iglesia en revolución”, en el núm. 6 de la revista, “El marco ideológico de la revolución latinoamericana”, en el volumen colectivo Responsabilidad social del cristiano. Guía de estudios, y en 1970, “Presencia cristiana en la sociedad secular”, en De la iglesia y la sociedad, entre otros textos. Luego de la reunión de ISAL en El Tabo, Chile (1965), adonde se dio el punto máximo de tensión con los sectores eclesiales conservadores, en 1966 (el mismo año en que se celebró la consulta mundial de Iglesia y Sociedad en el Consejo Mundial de Iglesias, CMI), Conteris se alejó de ISAL para cursar estudios doctorales en La Sorbona, adonde fue discípulo de Roland Barthes: “Renuncié a mi cargo como Secretario de Estudios y Publicaciones y también como secretario de redacción de la revista Cristianismo y Sociedad, y al regresar al Uruguay, en el año 1968, sólo quedé como un colaborador a cargo de la publicación de un boletín mensual que se llamó la Carta Latinoamericana. También fue después de El Tabo que Luis Odell cesó como Secretario General de ISAL, y el cargo lo asumió el Dr. Julio de Santa Ana”.[10]

Paralelamente a esta labor más discreta en ISAL, Conteris continuó su carrera literaria iniciada en 1959 con Enterrar a los muertos y siguió con Este otro lado del telón (1960), Como Sur, El socavón, El desvío (los tres de 1963), Villa Anastacio (1965) Virginia en flashback (1966) y El nadador (1968), además de una intensa labor teatral. Estos y otros recuerdos aparecen en la entrevista que le hizo Nicolás Iglesias Schneider a propósito del documental Fe en la resistencia (2018)[11] que reconstruye lo acontecido en el medio religioso uruguayo durante los años de la dictadura y que puede verse ahora en el muro de Facebook del documental en cuestión, que puede verse completo aquí. Una sección en audio, acerca de la teología de la revolución, puede escucharse aquí.

Al mismo tiempo, se vinculó al Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros entre 1968 y 1970. No obstante su alejamiento de la guerrilla, continuó en la oposición política al régimen y fue acusado de “conspiración criminal”, por lo que pasó más de ocho años en prisión entre 1976 y 1985. Fue arrestado por el 2 de diciembre de 1976 en el aeropuerto de Carrasco, al llegar de la antigua Checoslovaquia, en donde participó en una Conferencia Cristiana por la Paz. Luego de tres meses de reclusión pudo ser visitado por su hija, quien lo encontró en condiciones deplorables. “Más tarde se supo que, tras haber permanecido colgado por las muñecas durante diez días, sometido a descargas eléctricas y sumergido en agua ensuciada por su sangre y sus vómitos, acabó confesando que pertenecía a la guerrilla activa de los tupamaros, y que había participado directamente en secuestros y asesinatos”, una confesión a todas luces falsa e ilegal, como lo demostraron varios organismos de derechos humanos.[12] Se unió así a la lista de militantes protestantes que sufrieron tortura y cárcel: Ademar Oliveira, Diego Frisch, Heber Cardozo, y Miguel y Katia Brun.[13]

Mientras estuvo recluido escribió algunos de sus mejores relatos y narraciones extensas, “como la novela El diez por ciento de tu vida, editada en España en 1986, o los cuentos recogidos en su obra más famosa, La cifra anónima (La Habana, 1988), distinguida en 1988 con […] el Premio Casa de las Américas, concedido por las autoridades culturales cubanas”. Fue liberado el 10 de marzo de 1985. A su salida de la cárcel, Hiber Conteris reanudó su trayectoria docente en Estados Unidos, en la Universidad de Wisconsin, en Nueva York y en la Universidad de Arizona. Lo que vendría después, antes y durante su encarcelamiento, y luego de su liberación, fue una verdadera consagración a la labor literaria que desplegaría sin descanso. Algunos de los entretelones de su paso por la prisión los recuperó posteriormente en la novela Oscura memoria del Sur (2002).

El deceso de Conteris no pasó desapercibido para la prensa uruguaya que destacó su trayectoria como escritor, dramaturgo y docente. La Fundación Mario Benedetti, a su vez, dio a conocer una nota en la que recuerda la amistad que hubo entre ellos. En 2013, Conteris publicó “Exilio, ‘desexilio’ y ‘desterritorialización’ en la narrativa de Mario Benedetti”, un ensayo de gran aliento sobre el autor de La tregua, que sería la base de La escritura sin tregua: Mario Benedetti y el Uruguay de hoy (2015), volumen que tuvo gran aceptación. La Iglesia Metodista en el Uruguay, a través de Ademar Olivera, publicó un obituario el 3 de junio en el que se afirma: “Queremos destacar el hecho de que su compromiso con los cambios sociales con que se identifica y promueve, no es solamente una tarea literaria, teórica, sino que se plasma en acciones concretas que van más allá de la escritura. Es lo que le acarreará tanto sufrimiento y rechazo, durante el terrorismo de Estado y la dictadura en Uruguay”.[14]

Notas

[1] H. Conteris, “Presencia cristiana en la sociedad secular”, en Varios, De la iglesia y la sociedad. Montevideo, Tierra Nueva, 1970, p. 255

[2] Cf. L. Cervantes-O., “Hiber Conteris en sus ochenta años”, en Protestante Digital, 8 de febrero de 2014

[3] Alberto F. Roldán, “Entrevista exclusiva a Hiber Conteris”, en Teología y Cultura, año 8, núm. 13, noviembre de 2011, p. 57.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Ídem., p.58

[8] Encuentro y desafío. La acción cristiana evangélica latinoamericana ante la cambiante situación social, política y económica. Buenos Aires-México, La Aurora-Casa Unida de Publicaciones, 1962, pp. 14-15.

[9] Cf. Federico Brugaletta, “Cristianismo y Sociedad (1963-1973). Protestantismo de izquierda en la historia reciente de América Latina”, en Catedral Tomada. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, vol. 6, núm. 11, 2018, pp. 236-263.

[10] A. Roldán, op. cit., p. 59.

[11] Sitio web del documental: feenlaresistencia.com.

[12] Cf. “Hiber Conteris”, en mcnbiografias.com

[13] Domingo Riorda, “Emilio Castro, pastor uruguayo, justo reconocimiento”, en Prensa Ecuménica, 19 de febrero de 2007.

[14] A. Olivera, “Hiber Conteris, 1933-2020”, en Iglesia Metodista en el Uruguay.