La respuesta científica le da un papel destacado al ‘azar’, mientras que la respuesta cristiana dice que hay un propósito bueno detrás de esto.
Un fragmento de “Creer hoy en la creación según el Génesis”, de Ernest Luca (2017,Andamio). Puede saber más sobre el libro aquí.
La fe tiene un papel importante tanto en el cristianismo como en la ciencia. El cristianismo consiste en tener fe en Cristo.
Se suele pensar que esto resalta un elemento irracional en el cristianismo. Por el contrario, se supone que la ciencia no involucra la fe sino que se basa únicamente en lo que puede probarse racionalmente.
Hay dos ideas equivocadas al respecto.
La primera es que la fe no tiene lugar en la ciencia. En realidad, la fe es fundamental para la ciencia. Los científicos creen sin una prueba absoluta (es decir, ‘tienen fe en...’) que el mundo está ordenado de manera racional y que este orden es estable.
Además, creen sin una prueba absoluta (es decir, ‘tienen fe en...’) que la mente humana es racional y puede descubrir y comprender correctamente ese orden. No es posible hacer ciencia sin dar estos pasos básicos de fe.
Ya hemos visto que originalmente estas creencias derivaron de la enseñanza cristiana. Sin esa base, sencillamente quedarían suspendidas en el aire. Podría argumentarse que han sido probadas por el hecho de que funcionan. ¿Pero realmente funcionan? ¿No podrían todos los científicos estar sufriendo masivamente una alucinación, tal como la del ‘muerto’ al inicio de este capítulo?
Algunos filósofos de la ciencia, que no se interesan en absoluto por la base cristiana de la ciencia, se acercan mucho a sugerir algo así.
La vida del cristiano empieza cuando pone su fe en Cristo como salvador, por medio del cual se establece de nuevo una correcta relación con el Creador. La segunda idea errada es pensar que este acto de fe es irracional.
Sin duda, es un paso más allá de lo que puede probarse sin sombra de duda. Sin embargo, la mayoría de los cristianos diría que es un paso razonable.
Hay abundante evidencia en la Biblia y en la experiencia de los cristianos a lo largo de los siglos de que Jesús es quien dijo ser y que comprometerse con él conduce a la experiencia de Dios prometida en la Biblia.
En otras palabras, la fe cristiana es una confianza racional y razonable en Cristo, basada sobre una evidencia histórica y experiencial al alcance de quienes deseen investigarla.
Cómo se relacionan entre sí las visiones científica y cristiana del mundo
La manera sencilla de plantearlo es decir que se trata de visiones complementarias de la realidad. Necesitamos ambas para completar nuestra comprensión de la realidad. Necesitamos respuestas a las preguntas sobre el ‘cómo’ y también sobre el ‘porqué’.
Estas respuestas no son contradictorias ni mutuamente excluyentes. Se complementan entre sí. Sin embargo, esto no significa que puedan existir en un completo aislamiento unas de otras. A veces las respuestas dadas a las preguntas acerca del ‘cómo’ tendrán implicaciones para las preguntas acerca del ‘porqué’ y viceversa.
Los físicos en la actualidad hablan de fluctuaciones en un ‘vacío cuántico’ que de algún modo iniciaron una cadena de eventos que dio como resultado un ‘big bang’, lo cual condujo a la formación del universo tal como lo conocemos.
Para los cristianos, si esto es cierto, es una declaración acerca del ‘cómo’: la manera que Dios escogió para crear el universo que conocemos. La doctrina cristiana ofrece algunas razones acerca de por qué lo creó.
Las abordaremos en la segunda parte de este libro. Sin embargo, la respuesta científica le da un papel destacado al ‘azar’, mientras que la respuesta cristiana dice que hay un propósito bueno detrás de esto.
Es necesario considerar cuidadosamente las implicaciones de estas afirmaciones aparentemente contradictorias si hemos de considerar que las dos respuestas son complementarias.
Los científicos han descubierto leyes de la naturaleza. Algunos hablan como si éstas de algún modo dejaran a Dios, si es que existe, fuera del mundo y le impidieran actuar en él.
Sin embargo, para los cristianos estas son leyes de Dios, y Dios es libre de pasarlas por alto si lo desea. Pero no sólo eso. La Biblia enseña que Dios no creó el mundo y luego se hizo a un lado para dejar que se las arreglara por su cuenta. Dios está constantemente sosteniéndolo.
Tal vez la manera correcta de pensar en las leyes de la naturaleza sea verlas como la manera normal en que Dios actúa en el mundo y mantiene su existencia. A veces Dios puede escoger, por buenas razones, actuar de una manera diferente: a esto lo llamamos milagro.
Podríamos seguir mostrando cómo pueden encajar entre sí las maneras científica y cristiana de ver el mundo. Una imagen que a veces se usa para ayudar a ilustrar cómo ocurre esto es la de los planos de un arquitecto para un edificio.
El arquitecto dibujará planos de los diferentes niveles: planta baja, primer piso, y así sucesivamente si es que hay más. Habrá un alzado frontal, alzados laterales y un alzado trasero.
Tomados individualmente, puede parecer que estos dibujos no están relacionados entre sí; pero, para una persona que sabe lo que son, todos encajan unos con otros y tienen sentido, ofreciendo una visión de la estructura completa.
Vale la pena notar que en cada uno de los diferentes dibujos hay indicios de una imagen más completa. El plano de la planta baja mostrará que hay una escalera y el hueco de un ascensor, indicios de que hay por lo menos un piso más.
Un mismo elemento puede verse de forma muy diferente en los distintos dibujos, tal como una puerta marcada sobre el plano de un piso y luego vista en un alzado.
Así, por ejemplo, los cristianos señalan que hay características del mundo físico que sugieren que es necesario plantearse preguntas religiosas para obtener una imagen más completa de la realidad.
Esta ilustración requiere de ciertas modificaciones. La visión cristiana de la realidad no es solamente el dibujo de un arquitecto a la par de otros. Es más como la impresión que tiene el artista del edificio terminado, la cual ayuda a hacer encajar adecuadamente entre sí los otros dibujos y darles más sentido.
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