La Biblia enseña que es Dios quien nos acepta a nosotros, no nosotros a Él.
Un fragmento de "Tu nuevo camino, de Peter Jeffery" (2017, Peregrino). Puede saber más sobre el libro aquí.
Este libro se ha escrito para los que hace poco que son cristianos. Consta de dos partes: la primera tiene el propósito de ayudar a los nuevos creyentes a comprender más plenamente lo que Dios ha hecho por ellos en cuanto a la salvación; la segunda toma en consideración los problemas comunes a los nuevos convertidos de cualquier edad.
Es posible ser cristiano y no apreciar la gloria de ello. A veces hablamos de haber “aceptado a Jesús”, o de haber “abierto nuestro corazón al Señor”, o de haber “tomado una decisión”. Cuando nos volvemos a las Escrituras, encontramos que la salvación es mucho más maravillosa de lo que esas frases implican.
La Biblia enseña que es Dios quien nos acepta a nosotros, no nosotros a Él (Efesios 1:6); es Dios quien abre nuestro corazón (Hechos 16:14); es Dios quien nos escoge (Efesios 1:4). En otras palabras, desde el principio hasta el fin Dios es el autor de la salvación.
Para beneficiarte al máximo de las siguientes páginas, deberías leerlas cuidadosamente, procurando comprobar en la Biblia todas las citas. Dios nos habla en su Palabra de la riqueza de esta “salvación tan grande”.
Quiere que la conozcamos, que disfrutemos de ella y que lo alabemos por ella. Así que, si eres cristiano, todo lo que se dice en la primera parte del libro es cierto de ti.
La Escritura también nos advierte que es posible engañarnos a nosotros mismos: pensar que somos cristianos cuando, de hecho, no lo somos (Mateo 7:21-23).
Necesitamos cerciorarnos de que tenemos unos firmes fundamentos bíblicos para nuestra seguridad. Por eso, la primera parte comienza con una descripción del verdadero cristiano, y nos dice cómo podemos estar seguros de serlo, y cómo otros pueden estarlo también al ver a Cristo en nosotros.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo (2 Corintios 5:17-18).
Algunos de los asuntos tratados en la segunda parte tienen, obviamente, una aplicación particular para los jóvenes, pero la mayoría son asuntos que todos los cristianos han de afrontar en los primeros años de su conversión.
Esta segunda parte debe leerse como continuación de la primera, pues su propósito es abarcar más ampliamente algunos de los puntos tratados en aquella.
Al igual que cualquier otro pastor de iglesia, he tenido el privilegio y la responsabilidad de intentar guiar a los nuevos cristianos con respecto a estos problemas. En muchas ocasiones he deseado poder tener un libro que darles, que fuera breve y a la vez que sirviera de ayuda.
Esta segunda parte es un intento de satisfacer dicha necesidad en mi propio ministerio.
No hay nada especial o singular en esta obra; de hecho, casi cualquier pastor podría haberla escrito. Solo me cabe esperar que sea de ayuda para muchos nuevos cristianos, a fin de que anden “como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10).
1ª PARTE
ENSEÑANZA PARA NUEVOS CREYENTES
1. Ahora eres cristiano
Tú no naciste cristiano.
No tuviste que aprobar un examen para llegar a ser cristiano.
No mereciste el derecho de llegar a ser cristiano.
Es Dios quien nos hace cristianos (Efesios 2:8-10; Tito 3:5).
Ser cristiano significa que…
—el pecado, nuestro mayor problema, ha sido solucionado (1 Juan 1:9);
—entonces estamos en paz con Dios (Romanos 5:1).
Esto lo efectúa Dios por nosotros, en su Hijo Jesucristo y a través de Él. El cristiano pertenece a Cristo. Cristo es su Señor: Él no es solo Salvador, sino Salvador y Señor (1 Corintios 6:19-20).
El cristiano está completo en Cristo (Colosenses 2:10)
—El Espíritu de Dios mora en él (1 Corintios 6:19-20).
—Es aceptable a Dios por medio de Jesucristo (Efesios 1:6).
El cristiano es hijo de Dios (1 Juan 3:1-2)
Antes de la salvación, Dios no es nuestro Padre (Juan 8:42-44). Ser salvo significa ser hijo.
Somos adoptados en la familia de Dios (Romanos 8:14-16; Gálatas 4:4-7). La adopción es el acto de transferir a alguien de una familia ajena o extraña a la familia de Dios mismo. Esto es, sin duda, la cumbre de la gracia y el privilegio. Esto deja perpleja la imaginación a causa de su sorprendente condescendencia y amor. Solo el Espíritu puede ser el sello de esto en nuestros corazones. JOHN MURRAY
Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el Evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor.
Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén, y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor […]. Y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía (Hechos 11:20-23,26).
2. Antes eras un pecador perdido
La Biblia enseña que todos somos pecadores (Romanos 3:23).
No llegamos a ser pecadores: nacemos pecadores (Salmo 51:5).
El pecado es la condición natural de cada pecador (Jeremías 17:9).
Muchos niegan esto, pero se están engañando a sí mismos (1 Juan 1:8,10).
El pecado consiste en quebrantar la Ley de Dios (1 Juan 3:4).
El pecado acarrea al hombre…
—separación de Dios (Génesis 3:23-24; Isaías 59:2)
—la ira de Dios (Romanos 1:18)
—culpa (Romanos 3:19)
—muerte (Génesis 2:17; Romanos 6:23)
—el infierno (Mateo 25:41).
La muerte no es algo reservado para el futuro. Antes de ser cristiano estabas muerto (Efesios 2:1). Estabas muerto para Dios: no lo conocías, ni lo amabas ni lo servías.
Eras un pecador, un enemigo de Dios. Tu condición se describe en Efesios 2:12.
En el Salmo 32 encontrarás tres palabras diferentes para el pecado:
Transgresión: que significa literalmente “traspasar un límite”, quebrantar la
Ley de Dios, adentrarse en aquellas sendas que Dios prohíbe. Es rebelión contra Dios.
Pecado: que quiere decir errar el blanco, no alcanzar la gloria de Dios
(Romanos 3:23). Dios establece una norma y nosotros no conseguimos guardarla.
Iniquidad: una distorsión perversa del alma. El hombre ya no es como Dios lo hizo. Está torcido, deformado por el pecado.
3. ¿Cómo te convertiste en cristiano?
Te convertiste en cristiano cuando el Espíritu Santo te convenció de pecado y…
—te diste cuenta de tu verdadera condición (Lucas 15:17-19);
—te arrepentiste (Hechos 2:38);
—creíste (Hechos 16:31);
—recibiste a Cristo (Juan 1:12).
Tu conversión puede haber sido como la de…
Pablo (Hechos 9:1-22)
—con un trasfondo profundamente religioso
—dramática y repentina
—salvado en una fecha y un lugar concretos.
El carcelero de Filipos (Hechos 16:23-34)
—con un trasfondo mundano, sin ningún interés previo en Dios
—desesperado a causa de las circunstancias
—no buscando a Dios, pero encontrado por Dios
Timoteo (2 Timoteo 3:15)
—criado en un hogar cristiano
—habiendo conocido las Escrituras
—no puedes decir exactamente cuándo creíste en Jesucristo
Lidia (Hechos 16:14-15)
—nada dramático
—buscando por largo tiempo
—tu corazón se abrió calladamente para ver y creer.
No importa de qué manera te convertiste: todas las conversiones son obra de Dios: Algunos a través del fuego, otros a través de la inundación, otros a través del agua, pero todos a través de la sangre.
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