El esquema de la obra es sumamente atractivo, pues el autor ha querido condensar en relativamente pocas páginas (134, en la traducción) algo de su profundo conocimiento sobre el reformador y el movimiento que encabezó.
Lentamente fluyen las traducciones de obras en otros idiomas acerca de Martín Lutero y la Reforma. La editorial Trotta dio a conocer Martín Lutero: vida, mundo, palabra, del profesor Thomas Kaufmann (1962), catedrático de Historia de la Iglesia en la Universidad de Gotinga y ex profesor de la Universidad de Múnich (1996-2000), vertido al castellano por Irene Stephanus (originaria de Argentina y graduada en teología con una tesis sobre el Eclesiastés, y antigua editora de Vida Abundante, revista de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata). Entre sus numerosas publicaciones sobre historia eclesiástica y del cristianismo de la época de la Reforma destacan: Das Ende der Reformation (El final de la Reforma, 2003), Luthers “Judenschriften” in ihren historischen Kontexten (Los “escritos judíos” de Lutero en su contexto histórico, 2005), Geschichte der Reformation (Historia de la Reforma, 2009), Geschichte der Reformation in Deutschland (Historia de la Reforma en Alemania, 2016), además de la más reciente edición de Escritos de Lutero (4 volúmenes, 2014-2016).
En la cuarta de forros se lee: “Teología y biografía, fe y experiencia, contemplación y acción son inseparables en la persona de Martín Lutero. Por eso la búsqueda de la figura histórica de Lutero habrá de tratar siempre a un tiempo de su vida y de su fe, de su mundo y de su Dios, de la imagen que tenía de sí mismo y de los juicios sobre él. De la personalidad de Lutero son constitutivos tanto el retraimiento contemplativo y meditativo del lector y traductor de la Biblia, del orante, del poeta espiritual y del cuidadoso intérprete y autor de textos, como la sinceridad activa, creadora y comunicativa del predicador, del polemista y del virtuoso de la lengua que se abre paso hacia lo público en el siglo de la imprenta. Lutero se encuentra simultáneamente ante el rostro de su Dios y en el horizonte del mundo, y ambas cosas desde la comprensión de sí mismo como hombre y cristiano surgida de la interpretación de la palabra”.
Una de las primeras reseñas de la obra apareció en ABC el 19 de marzo pasado, y en la que Joseba Louzao Villar afirma: “La conciencia del tiempo y de la fe estaban estrechamente interrelacionadas en Lutero. Kaufmann nos demuestra que no se puede comprender a quien nació como Martín Luder sin conjugar su vida, su Dios y el mundo en el que vivió. La idea de reforma estaba presente en el vocabulario del cristianismo bajomedieval, lo que Huizinga llamó ‘el otoño de la Edad Media’. Quien más y quien menos acertaba a vislumbrar la necesidad de un esfuerzo reformista en todos los sentidos”.[1] Ello debido a que el enfoque de Kaufmann, centrado en relacionar la vida de Lutero con los alcances de su obra religiosa, consigue mostrar las profundas paradojas del personaje. Para Louzao Villar, “Kaufmann nos dibuja un perfil vital complejo y lleno de paradojas. Lutero fue un hombre público, pero nunca dejó de ser un exégeta de la Biblia en una universidad pequeña sin tradición alguna o, en palabras de García Villoslada, ‘un fraile hambriento de Dios’ que sufrió diversas crisis espirituales. Contemplación, oración y acción son rasgos de una personalidad singular que buscaba ser cristiano ‘en el Evangelio y en Jesucristo’. Poco a poco, su prosa fue alcanzando altura y se convirtió en un escritor”, no poca cosa para alguien cuyo destino eran únicamente el claustro y la docencia.
Por su parte, Javier Rodríguez Marcos, en El País, opina que “Kaufmann retrata al agustino como ‘la primera estrella mediática de la historia’, alguien que supo usar como nadie la revolución mediática de la época: la imprenta. Según su biógrafo, Lutero no sólo es el alemán de la historia antigua del que más sabemos sino también la figura de mayor impacto del siglo XVI, algo a lo que no fue ajena la propaganda que le hizo su amigo Lucas Cranach el Viejo retratándolo una y otra vez”.[2] Y agrega que más allá de las querellas político-teológicas que documenta y que contribuyeron a dibujar el Occidente que conocemos, el volumen “puede leerse como el retrato de alguien que basaba toda su fuerza en su agudeza como lector y como traductor. ‘Yo sé traducir, ellos no’, decía contra los partidarios del Papa”. Prueba de ello son las más de 400 ediciones de la Biblia traducida por Lutero publicadas en un periodo de 12 años. Un verdadero best-seller para su época, la primera gran bomba bibliográfica de la historia que permite entender la trascendencia cultural del monje agustino y su contribución a la unificación del idioma alemán.
El esquema de la obra es sumamente atractivo, pues el autor ha querido condensar en relativamente pocas páginas (134, en la traducción) algo de su profundo conocimiento sobre el reformador y el movimiento que encabezó. Luego de la Introducción (“Una persona ‘en dos naturalezas’”) la obra se despliega en tres capítulos bien definidos: 1. “En busca de Lutero”, que delinea la importancia del reformador en trazos ágiles y puntillosos; 2. “Una vida en el horizonte de la reforma de Dios” (con nueve secciones); y 3. “Existencia teológica” (con seis secciones); más el epílogo, “Lutero y el cristianismo”. Evidentemente, en el segundo capítulo se desglosan los aspectos autobiográficos y se sondean ya algunos aspectos relevantes de la obra de Lutero: su trabajo exegético, el perfil profético y su carácter de “maestro de la iglesia herética evangélica”. En el tercero, se proyectan más algunas de las zonas que, sin dejar de ser obligadas, como el impacto de la traducción de la Biblia y sus empeños en el púlpito y la cátedra, Kaufmann analiza otras que lo colocan más en el contexto actual: la creación y el orden político y burgués del mundo, la comunidad cristiana en el mundo y, por último, los “enemigos” de Lutero y sus representaciones.
El inicio de la Introducción plantea el proyecto completo del libro al referirse a los extremos que se reúnen en la persona de Lutero: por un lado, en ella tuvo lugar el encuentro con la “experiencia de la trascendencia”, esto es, explica”, “de obligaciones últimas en la relación de Dios con los hombres y de certezas inequívocas sobre la salvación y la condenación” (p. 9). Se trataba de una persona “que despertaba juicios encontrados como pocas veces había ocurrido con nadie antes que él”. En suma, el surgimiento del personaje “Lutero” en la historia fue el resultado de una suma de factores que nadie imaginó, pues “llegó a ser conocido, famoso, odiado, venerado, declarado hereje, casi divinizado como una especie de segundo Cristo; llegó a ser, en fin, el hombre de su siglo” (énfasis agregado).
Semejante estatus histórico obliga a que las lecturas actuales sean más mesuradas y críticas desde el punto de vista religioso y teológico, a fin de recuperar en buena medida lo que de Lutero se ha perdido ante los vastos procesos de idealización y satanización de que ha sido objeto. Acaso el enfoque más preciso sea aquel que practica Kaufmann: el de un creyente que “se inclinaba sobre la Biblia para leerla, volver a leerla y leerla una vez más; para inquirir su tenor literal, para extraer de las palabras humanas la palabra de Dios” (p. 11, énfasis agregado). Mirar a Lutero como “genio religioso”, “padre en la fe” o enemigo de los judíos, entre tantas otras posibilidades no agota los matices del personaje. Sus rasgos positivos y negativos son inseparables, subraya el autor, pues estamos delante de “la quimera del siglo XVI”.
El “significado histórico de Lutero” está en relación directa con lo que él mismo veía como central de su tarea: sus “empeños literarios mayores” (p. 13) realizados a pequeños pasos, día y noche. Al tener una imagen pública de profesor y predicador, tuvo toques de “publicista atento a las cuestiones de actualidad” sin dejar de ser un apasionado exegeta bíblico que buscaba “crear obras perdurables”. No queda duda de que esto último lo logró y de ahí la exigencia de que en pleno siglo XXI, más allá del medio milenio que cumple el evento más emblemático y legendario de su vida, seamos capaces de acceder a su vida y legado con algo más que estereotipos y lugares comunes. Kaufmann ha conseguido retratar al pre-moderno reformador que ha atravesado por diversas etapas interpretativas en la historia al observarlo en todos sus contextos posibles. Si Lutero transformó la iglesia occidental, también transformó el mundo que conoció mediante una magnífica mezcla de teología y biografía, de fe y experiencia, y de contemplación y acción.
[1] “Lutero, las paradojas de un buscador de Dios”, en ABC, 19 de marzo de 2017, www.abc.es/cultura/cultural/abci-lutero-paradojas-buscador-dios-201703190053_noticia.html.
[2] J. Rodríguez Marcos, “Una estrella nacida de un libro”, en El País, 28 de marzo de 2017, http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/28/actualidad/1490725124_216463.html.
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