La reconstrucción de un cráneo de Homo sapiens y de otros restos pertenecientes a un total de cinco humanos, ha permitido a los paleontólogos correr 100.000 años hacia atrás el origen del hombre moderno.
Los medios de comunicación se hacían eco, a primeros de este caluroso mes de junio, del último de los hallazgos fósiles de seres humanos.
La reconstrucción de un cráneo de Homo sapiens y de otros restos pertenecientes a un total de cinco humanos, hallados en Jebel Irhoud (Marruecos), ha permitido a los paleontólogos correr, nada más y nada menos, que 100.000 años hacia atrás el origen del hombre moderno.
Hasta ahora se pensaba, desde la teoría evolucionista, que nuestra especie habría aparecido al este de África (Etiopía) hace unos 195.000 años. Pero, si éstas recientes dataciones están en lo cierto, los restos marroquís encontrados en una cueva situada a unos cien kilómetros de Marrakech, podrían retrasar tal origen hasta los 300.000 ó 350.000 años de antigüedad, poniendo en duda también que la actual Etiopía fuera la cuna de la humanidad.1
Resulta curioso comprobar que la gran mayoría de los medios de comunicación, que han comentado este descubrimiento, no parezcan darse cuenta del auténtico problema que supone para la teoría de la evolución.
Empujar el origen de cualquier especie biológica hacia atrás en el tiempo no es nunca una buena noticia para el evolucionismo. En el caso humano implica, lógicamente, mucho menos tiempo para que los procesos evolutivos al azar lleven a cabo la supuesta transición hasta nosotros.
Cien mil años menos de tiempo. Esto hace que no se desate la euforia entre los especialistas ante tales hallazgos sino que se reestudien con recelo, precisamente por el arduo trabajo de reinterpretación que suponen.
Ahora habrá que cambiar muchas hipótesis anteriores para seguir manteniendo viva la idea fundamental de que hemos evolucionado a partir de ancestros simiescos africanos, con cráneos similares al de este australopitecino (Paranthropus boisei) que fotografié en el Museo de Historia Natural de Nueva York.
Se tendrá que pensar en algún mecanismo capaz de acelerar el motor mutaciones/selección natural en ciertos momentos de la evolución y enlentecerlo en otros; o en la transferencia génica entre especies; en herencia extragenética; o quizás en misteriosos cambios en el desarrollo embrionario; o en las presiones del medioambiente, etc.
Siempre se inventará alguna hipótesis ad hoc que permita rellenar los huecos del conocimiento sobre nuestros orígenes y se elaborarán nuevos esquemas. ¿No es así como funciona la ciencia?
En el caso concreto de los fósiles humanos (paleoantropología), las múltiples investigaciones realizadas no suelen conducir de menor a mayor claridad y comprensión sino todo lo contrario.
Al aumentar los datos, se incrementa también la confusión y la dificultad para justificar la evolución humana a partir de alguna otra especie ancestral. El problema con tales hallazgos fósiles es que nunca suelen esclarecer de manera duradera la aparición del hombre. Más bien la complican cada vez más.
Cuantos más fósiles descubren los expertos en evolución humana, menos parecen entender cómo apareció nuestra especie sobre la faz de la tierra. Por lo menos, esto es lo que se desprende de algunos títulos divulgativos como el que aparece en la revista Scientific American: “Fósiles antiguos de Marruecos ensucian (o desordenan) los orígenes humanos modernos”2. Y así sucesivamente.
Nunca se tiene en cuenta que quizás el problema esté en las presuposiciones principales. ¿Y si realmente el Homo sapiens no hubiera surgido de ningún antecesor común a los simios?
Puede que los Australopithecus y especies afines nada tuvieran que ver con nosotros. ¿No podríamos ser el producto de un diseño especial y diferente al del resto de los seres vivos? Este es, precisamente, el significado que el texto bíblico le da al verbo “crear”.
1 Jean-Jacques Hublin et al., 2017, “New fossils from Jebel Irhoud, Morocco and the pan-African origin of Homo sapiens”, Nature, 546: 289-292 (08 June 2017).
2 https://www.scientificamerican.com/article/ancient-fossils-from-morocco-mess-up-modern-human-origins/
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