Más de 250.000 personas, muchos cristianos (sobre todo protestantes) procedentes de todos los rincones del mundo, visitan cada la tumba del Huerto cada año, en la que se cree que fue sepultado Jesús.
Una sucesión casi ininterrumpida de grupos cristianos, sobre todo protestantes, procedentes de todos los rincones del mundo visita cada día la tumba del Huerto, en la que se cree que fue sepultado Jesús. Más de 250.000 personas cada año.
Desde luego es un lugar tranquilo y acogedor, pero está situado a unos 600 metros de la iglesia del Santo Sepulcro, donde las tradiciones católica y ortodoxa ubican dicho enterramiento.
¿Quiénes tienen razón? ¿Cuál es la verdadera tumba de Cristo?
El evangelista Juan escribe: Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno (Jn 19:41). La tumba del Huerto parece reunir estas características. Se halla próxima a una pared de estratos calcáreos, en la que pueden vislumbrarse unas oscuras oquedades que recuerdan el aspecto tétrico de un cráneo humano y, por ende, el lugar de la crucifixión, el Gólgota o lugar de la calavera. Por desgracia, bajo tal estructura geológica, existe hoy una bulliciosa parada de autobuses, mientras que en la parte superior de dicho montículo, un sólido muro pétreo protege el cementerio musulmán. La sepultura del Huerto presenta en su interior dos pequeñas cámaras. En la más profunda, hay tres nichos presididos por una cruz bizantina carmesí repintada en la pared de la roca cuyo significado es: “Jesús Cristo, Alfa y Omega”.
Fue un campesino quien descubrió, en 1867, esta tumba del Huerto y en su interior se encontraron restos humanos envueltos en tierra. En esa época, el imperio otomano había dado permiso para que los extranjeros visitaran Tierra Santa. Cuando los protestantes llegaban al Santo Sepulcro se decepcionaban al verlo sucio, caótico, ruidoso y en permanente disputa. Cinco comunidades cristianas se disputaban la propiedad de la basílica, construida en el año 335 d. C. por Elena, la madre del emperador Constantino. Católicos, ortodoxos griegos, ortodoxos armenios, coptos y sirios litigian entre sí hasta el presente. Desde luego, esta iglesia no parecía el lugar más adecuado para el recogimiento y la sobriedad propias de la fe reformada. De manera que el descubrimiento de la tumba del Huerto, alejada de los muros de la ciudad vieja, supuso un aliciente para los evangélicos ya que no se entendía cómo podía estar el sepulcro de Jesús dentro de las murallas de Jerusalén. Según la tradición judía y romana, los cementerios generalmente se ubicaban fuera de los muros de las ciudades.
A la tumba del Huerto se la llama también “el Calvario de Gordon”, en recuerdo del general británico, Charles Gordon, -considerado héroe de guerra en China- quien en un viaje a Tierra Santa, a finales del siglo XIX, realizó investigaciones personales al respecto y, junto a otras personalidades protestantes, llegó a la conclusión de que esta tumba podría haber sido la de José de Arimatea.
Los investigadores católicos, como el arqueólogo franciscano Virgilio Corbo, sin embargo, aseguran que la muralla actual que rodea esta parte de la ciudad fue construida por Herodes Agripa entre los años 41 y 44 d.C. Pero, cuando Jesús fue crucificado y enterrado, alrededor del año 30 d.C., el área del Santo Sepulcro quedaba situada en un jardín fuera de los muros de Jerusalén. Además, cuando Elena encontró el lugar en el siglo IV con el fin de construir la basílica del Santo Sepulcro, se basó en el testimonio de obispos que en sucesión ininterrumpida habían guardado la tradición de que aquél era el lugar en que había sido sepultado el Maestro. Sobre ese lugar existía un templo romano dedicado a la diosa Venus, que mandó construir el emperador Adriano, y que Elena destruyó para hacer la basílica. Otros estudiosos ha puesto también en duda que la tumba del Huerto sea la auténtica, como los del arqueólogo Gabriel Barkay, quien la investigó en 1974 y llegó a la conclusión de que se trataba, por su trazado y situación, de una tumba de la edad del Hierro, o sea, de los siglos VIII al VII a.C.
A pesar de que personalmente me gusta mucho más el ambiente y la ubicación de la tumba del Huerto, que el de la basílica del Santo Sepulcro, reconozco que ambas partes presentan argumentos respetables.
¿Cuál es pues el lugar verdadero donde resucitó Jesús? Geográficamente quizás no podamos saberlo con certeza absoluta, sin embargo, desde el punto de vista espiritual, ese territorio es el del corazón de cada persona que se rinde a él.
La fe no depende de la historicidad o exactitud geográfica de una tumba concreta sino del toque de la gracia divina en el alma humana. Para cualquiera que carezca de fe, puede que una tumba vacía no signifique casi nada, pero para quien la posee, sea éste o aquel el lugar exacto, qué más da, ¡Jesús resucitó y su sepulcro quedó vacío! Está bien peregrinar a los lugares santos, pero es mucho mejor viajar a nuestra interioridad y dejar que el resucitado santifique nuestra alma cada día.
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