Desde la roca

DESDE LA ROCA

                                Bienaventurado eres Simón Bar-Jonás. 

Desde la roca, yo di la espalda al mar.

Desde la sal, yo seguí al hombre entero.

Desde mi vejez y mi cansancio,

eché a un lado las redes.

Todo ese gravamen de barcos y de deudas,

de días inútiles y soldados apremiantes,

todo lo que me ataba, rutinariamente oscurecido,

se hizo de pronto pez liberado en aventura

por las entrañas líquidas del hombre.

Yo era, ya lo sabéis, un mar de espumas hervidas,

yo era un arrecife errante, un diente de perro.

Yo anduve solitario y sin sueño de costa a costa

del lago odiado, a pie desnudo.

Yo era el de la bronca voz, el palo hirsuto,

la piel quemada, el puño de martillo.

Yo era Simón Bar-Jonás, galileo, blasfemo.

Yo le dije Tú  eres, y el me dijo: Tú  eras,

Ahora que soy yo la roca, son otras las cuevas,

pero no hay aguas pestilentes como peces corvados.

Soy un bloque de Pedro - piedra, duro y pesado.

Caminé por las aguas y me hundí porque soy roca.

Renegué ante una familia irónica, porque soy roca.

Una tarde lloré amargamente, porque soy roca.

Mi solidez es apariencia: me quiebro ante un impacto

cualquiera: una mirada, un reto, un odio, una verdad.

¿Bienaventurado, dices? ¿Yo, bienaventurado?

¿Yo, el del sueño pesado del huerto?

¿Yo, comandante de la retaguardia, que elude el compromiso?

¿Yo turbulento, indeciso, zigzagueante, no confiable?

Desde mi roca, ahora digo lo que sé:

Bienaventurado los a veces torpes,

los a veces anárquicos,

los a veces incrédulos,

los a veces cobardes,

porque de ellos es el reino de una cruz invertida,

clavada en el seno del mundo, horizantalizada a nivel

del hombre.

Desde mi roca, yo sé que cualquier Simón Bar-Jonás,

en un momento histórico de conversión revolucionaria,

cambia de nombre, cambia de meta,

y libra su batalla, campeón de su fe, guerrero intachable.  

Pbro. Rafael Cepeda Clemente / Cuba. Tomado de La Red de Liturgia del Clai