Las semblanzas de algunos reformadores que se leerán durante un festival de coros que recordará la Reforma en México: Lutero, Calvino, Wiclif, Zuinglio, Hus...
El Coro Amén, siglas de la Asociación Musical Evangélica Nacional, es una institución de larga trayectoria en México, que siempre se ha caracterizado por mantener vivo el legado de las iglesias evangélicas.
Para conmemorar los 499 años de la Reforma Protestante, presentarán, junto con diversos coros más, un par de conciertos alusivos el sábado 5 y el domingo 6 de noviembre, el primero (Festival de Coros Evangélicos y un coro unido de 150 voces) en el Colegio Sara Alarcón, de la Iglesia Metodista de México, y el segundo en la Iglesia La Santísima Trinidad, del Centro Histórico (con la cantata de Juan Sebastían Bach basada en el himno “Castillo fuerte”, de Martín Lutero), ambos en la capital del país. En los intermedios se leerán las semblanzas de algunos reformadores, hombres y mujeres. De una lista que incluye cerca de 80 nombres, se seleccionaron 16 para acompañar estos conciertos. Los presentamos a continuación.
1. Pedro Valdo (¿?-1217)
Pedro de Vaux o Valdo era un mercader de Lyon, nacido en el Delfinado, que del estudio de la Sagrada Escritura pasó a vivir una vida más perfecta según el ideal evangélico. Deseoso de hacer conocer la Biblia al pueblo, con la ayuda de dos sacerdotes amigos suyos, inició una traducción en lengua vulgar; pero en 1170, habiendo muerto improvisadamente uno de los dos sacerdotes, creyó ver en este hecho una llamada del Señor y, después de haber distribuido todo lo que tenía entre los pobres y haber abandonado a su familia, se puso a predicar la pobreza y la penitencia por las plazas de Lyon y sus contornos, atacando también lo que llamaba las excesivas riquezas de la Iglesia y la mala conducta del clero. Alrededor de él se fueron formando grupos que se dieron el nombre de "pobres de Lyon" y que el pueblo llamó valdenses, quienes en 1532 se adhirieron a la iglesia reformada con Guillermo Farel. En el siglo XIX algunas familias valdenses emigraron al Río de la Plata.
2. John Wiclif (ca, 1320-1384)
Nacido en North Yorkshire, Inglaterra, y educado en Oxford, donde más tarde enseñaría, John Wycliffe (Wycliff, o Wiclef) inició su producción académica como filósofo. En teología estuvo más influido por la Biblia y los Padres que por la escolástica. Su creciente desilusión con las instituciones de la Iglesia lo llevó, sobre la base de una filosofía platónica, a desarrollar una visión de la Iglesia en la que distinguía su ideal espiritual eterno de la Iglesia material visible. Sus ideas fueron condenadas en 1377 por Gregorio XI. Más tarde enseñó una especie de sola scriptura. Fue el inspirador de una de las primeras traducciones de la Biblia al inglés. Sus doctrinas eucarísticas y sus planteamientos antipapales le granjearon discípulos en varios países. Sus ideas fueron asumidas por Jan Hus y en Inglaterra a un grupo de discípulos suyos se le conoció como “Iolardos”. Tras su muerte se produjeron varias condenas basadas en su voluminosa obra. El concilio de Constanza (1414) condenó una lista general de sus opiniones, redactada del modo más despectivo posible.
3. Jan Hus (1370-1415)
Reformador checo y crítico de la Iglesia católica, es una figura destacada de la historia europea. A comienzos del siglo XV censuraba la decadencia moral de la Iglesia, incitando al pueblo a vivir en la verdad y en el amor de Dios. En el Concilio de Constanza fue condenado por herejía. Habiéndose negado a retractarse, fue quemado en la hoguera el 6 de julio de 1415. A su muerte se convirtió en un héroe nacional para los checos. Sus seguidores controlaron la mayor parte del país entre 1419 y 1478. El ala más extremista (taboristas) fue finalmente derrotada, pero se fundió con los valdenses y, bajo el nombre de “Hermanos Moravos”, ha sobrevivido hasta la actualidad. El ala husita moderada (utraquistas o calicistas) llegó a un acuerdo que permitió el reconocimiento de la Iglesia Checa o Utraquista con ciertas especificidades litúrgicas.
4. Jerónimo Savonarola (1452-1498)
Dominico italiano nacido en Ferrara y muerto en la hoguera en Florencia en 1498. Su figura simboliza la reacción contra las tendencias paganas que se dieron en el Renacimiento. Cursados estudios en su ciudad natal, llegó a ser un virtuoso escolástico. Intervino activamente, como hombre de gobierno, en la política de Florencia. Elaboró una Constitución, reformó la justicia, suprimió la usura y proclamó la amnistía general. El papa Alejandro VI, en septiembre de prohibió sus predicaciones; pero en febrero del año siguiente S. declaraba desde el púlpito que si el Papa manda contra el bien hay que desobedecerle. En 1497 fue excomulgado, pero se burló públicamente de la censura y continuó celebrando la misa. Fue juzgado, encarcelado y condenado a muerte.
5. Thomas Müntzer (1468-1525)
Predicador radical desde la Reforma. Especialista en lenguas clásicas y gran conocedor de la literatura religiosa. Entre 1516 y finales de 1518 permaneció en un monasterio. La publicación de las 95 Tesis de Lutero lo motivó a dejar el monasterio. En 1520 llegó a ser pastor en Zwickau, Turingia, el primer sitio en donde tuvo significativas confrontaciones con las autoridades eclesiásticas iniciando la predicación de las ideas protestantes. En 1523 se separó de la ortodoxia luterana e inició la predicación de su propia doctrina, unida a un mensaje revolucionario y teocrático que instaba a los creyentes a construir inmediatamente el reino de Dios en la Tierra. Dirigió la revuelta de los campesinos alemanes en 1525 y, luego de ser derrotado, fue decapitado en Mühlhausen. Es considerado por muchos el iniciador del ala radical del movimiento anabaptista.
6. Martín Lutero (1483-1546)
“El día en que clavó las 95 tesis a la entrada del templo de Wittenberg, Martín Lutero llevó a cabo un acto que estremecería, que revolucionaría a la iglesia y a la sociedad de su tiempo y al mundo. Acaso sin imaginar la repercusión que tendría el hecho, aquel joven fraile agustino daba inicio a lo que se conocería como la Reforma protestante. […] Por la fe dejó Lutero el monasterio y clavó las tesis en Wittenberg” (Sergio Arce Valentín). Con los magníficos documentos que dio a conocer en 1520 y su traducción de la Biblia contribuyó a la conformación de un movimiento que transformó para siempre el rostro de la cristiandad. Aun sin entrar él mismo del todo a la modernidad, representó un paso fundamental en la transformación del cristianismo occidental. “El significado más grande de Lutero fue su profunda vinculación bíblica y evangélica. En un tiempo en que el evangelio estaba cautivo de las élites ilustradas y clericales, Lutero lo rescató como viva voz y lo puso en las manos del pueblo” (Leonardo Boff).
7. Ulrico Zwinglio (1484-1531)
Nacido en Wildhaus, Suiza, se ordenó sacerdote en 1506 y fue pastor en Glaris. Se entregó a los estudios humanísticos y al estudio del griego y a los Padres de la Iglesia. Luego de visitar el santuario de Einsiedeln tomó la decisión de oponerse a los abusos existentes en la Iglesia. En 1518 obtuvo un puesto de predicador en Zúrich, donde permaneció hasta su muerte. La adhesión de Zwinglio a los ideales de la Reforma tuvo lugar en 1519 y la ruptura definitiva se produjo al año siguiente. Mantuvo la suficiencia de la sola Escritura y se opuso también a la invocación a los santos, el sacrificio de la misa, el ayuno, el celibato clerical y las imágenes. Salvo en el tema de la eucaristía, su teología es en gran medida la teología de la Reforma, y puede encontrarse de forma resumida en las 67 tesis que defendió en una disputa pública en 1523. Encontró la muerte durante una escaramuza mientras servía como capellán de las fuerzas de Zúrich.
8. Philipp Melanchton (1487-1560)
Humanista y teólogo protestante, uno de los dirigentes del luteranismo inicial. Después de un concienzudo estudio de las humanidades en Heidelberg y Tubingen, que le familiarizó con el ideal humanista de la ciencia y de la formación intelectual, llegó en 1518 a la Universidad de Wittenberg como catedrático de griego. Pronto estableció una amistad con Lutero y, como resultado, se dejó convencer por sus nuevas tesis teológicas. Desde que fue ascendido como catedrático en 1519, hasta su muerte, fue profesor tanto de la Facultad de Teología como de la de Artes. Esta doble función suya fue característica en su papel histórico: en su persona representaba el intento de unir el movimiento de reforma que partía de Lutero con el humanismo cristiano fundado por Erasmo. Su importancia histórica consiste en que a él se debe que el protestantismo luterano represente un movimiento histórico no solamente teológico y eclesiástico, sino también cultural y científico.
9. Guillermo Farel (1489-1565)
Reformador francés con estudios en París donde se acercó a las nuevas ideas en 1521. Refugiado en Basilea en 1523 con Ecolampadio, estuvo después en Montbéliard, Metz y Estrasburgo. Publicó la primera liturgia reformada en lengua francesa (1525). A partir de 1528 trabajó al servicio de Berna en la reforma de la Suiza occidental, para lo cual actuó en Aigle, Murten, Biel, Avenches y Grandson. En 1535 proclamó el triunfo de la Reforma en Ginebra, donde, secundado por Calvino, fundó la primera Iglesia reformada de Suiza. Expulsado en 1538, siguió su labor en Neuchatel hasta su muerte.
10. Margarita de Navarra o de Angulema (1492-1549)
Reina consorte de Navarra, hija de Carlos de Orleáns, conde de Angulema, hermana de Francisco I de Francia. Educada por su madre, aprendió español, italiano, latín, griego y hebreo. Entre 1521 y 1524, se identificó con un movimiento místico fundado en Meaux, en las proximidades de París. En 1525, publicó El Diálogo, extraña visión nocturna y de difícil interpretación. Prosiguió su obra literaria con El espejo de un alma pecaminosa (1531) que condenó la Facultad de Teología en 1532. Calvino se refugió en su corte en 1534. Su obra cumbre es el famoso Heptamerón 12 mil versos inéditos. Considerada por muchos historiadores como “la Médicis del Renacimiento en Francia”. Su hija Juana de Albret estableció el protestantismo como la religión oficial del Reino de Navarra en 1571.
11. Marie Dentière (1495-1561)
Nació en Tournai, Flandes. Priora del convento de agustinas de la Abadía de Saint-Nicolas-dés-Prés, se convirtió a las ideas luteranas, y abandonó su orden a comienzos de 1520. En. Estrasburgo, se casó con el predicador Robert Simon, con quien se trasladó a Suiza en 1528. Viuda, se volvió a casar con otro predicador, Antoine Froment, colaborador de Farel. En 1535, ya en Ginebra, participó en la Reforma, predicando la nueva fe e instando a las religiosas a contraer matrimonio como ella mismo lo hizo. Tomó muy en serio la doctrina luterana del sacerdocio universal, dispuesta a defender lo mejor que pudiera el derecho de la mujer a la predicación, una reivindicación que inmediatamente le creó la oposición de los clérigos. Así lo hizo en su pequeña Epístola muy útil, dedicada a Margarita de Navarra, publicada anónimamente en 1539, comenzó a revalorar el papel de la mujer en la iglesia. En noviembre de 2002, su nombre fue inscrito en el Muro de la Reforma en Ginebra (Christina L.Griffiths).
12. Menno Simons (1496-1561)
Sacerdote neerlandés que, en 1536, después de leer los escritos de Lutero, se acercó a los anabautistas. Cuando el ala moderada del movimiento se separó del anabautismo revolucionario, se hizo bautizar de nuevo y fue su “anciano” a partir de 1530. Actuó especialmente en los Países Bajos y el norte de Alemania. Como maestro, pastor y organizador de los sufridos miembros del anabautismo redactó escritos polémicos y de edificación espiritual, entre ellos su obra principal El fundamento de la doctrina cristiana. Los menonitas lo consideran su inspirador (Hans Jörg Urban).
13. Juan de Valdés (1500-1541)
Nació en Cuenca, España, y murió en Nápoles. Humanista, erasmista y escritor de ideas afines al luteranismo, aunque con una iniciativa teológica propia. En 1528 escribió su diálogo Mercurio y Carón, una mordaz sátira contra los falsos cristianos. Ese mismo inició su correspondencia con Erasmo de Rotterdam. Entró al servicio del marqués de Villena, periodo decisivo en su formación religiosa. Al aparecer su Diálogo de doctrina cristiana (1529), se le denunció ante la Inquisición, por lo que decidió trasladarse a Italia, donde residió hasta su muerte, habiendo sido gentilhombre de capa y espada en la corte del papa Clemente VII. Publicó también un comentario al Evangelio de Mateo y una traducción de los Salmos, editada en México por la UNAM en 1964 (junto con el Diálogo de la doctrina cristiana).
14. Ursula Weyda (1504-1565)
A la muy temprana edad de 20 años, respondió un panfleto de Pegau en donde acusaba a Lutero de promover el caos y el desorden. En su panfleto de respuesta que alcanzó gran popularidad, discutió “la naturaleza de la palabra divina y de la iglesia y en la que se pronunció contra el celibato clerical y a favor del matrimonio en general y del de los sacerdotes en particular”. Apelando a las cartas a los Corintios, rebatió el argumento del silencio de las mujeres en la iglesia. Ni siquiera Lutero se salvó de la crítica de esta mujer audaz y elocuente. Sus palabras proféticas acerca de las arbitrarias distinciones de clase social fueron contundentes: “Ustedes que poseen tantos ingresos por interés, rentas, campos y prados, por lo que les correspondería leer con esmero la Escritura, y con eso predicarles y servirles a otros. Siendo útiles” (Dan González O.).
15. Juan Calvino (1509-1564)
Humanista francés, refugiado en Ginebra, hizo de un lugar provinciano una capital intelectual europea, cuyas instituciones políticas y eclesiásticas sirvieron, en los siguientes siglos, como modelos para el desarrollo democrático de las sociedades modernas. Supo atraer a Ginebra a eruditos de renombre, artesanos altamente cualificados y familias más modestas. Consiguió hacer de Ginebra una tierra de refugio, infundiendo en las mentalidades locales amplias y generosas miras. A la vez jurista y teólogo, tuvo una participación muy grande en la reorganización de las instituciones políticas y sociales, luchó por una relación justa entre la Iglesia y el poder; mediante sus reflexiones sobre la ley, dio a la justicia un sólido fundamento ético y volvió a dar a la preocupación por los pobres su lugar en la vida de la ciudad mediante la reorganización del Hospicio general. Finalmente, lo que puede ser el coronamiento de su actividad, la creación de la Academia de Ginebra (1559), donde una enseñanza de calidad ofrecida a todos, sin distinción, aseguró la proyección de un modelo de sociedad dinámico, abierto al mundo y sensible a los cambios. La Institución de la Religión Cristiana (1536) es el gran resumen teológico de la fe protestante y su vasta obra una veta casi inabarcable de insumos para el desarrollo de la iglesia reformada (www.calvin09.org/es/calvin-bio/vida/vida.html).
16. John Knox (1513-1572)
Nacido en Haddington, Escocia, se flormó en Saint Andrews. Fue ordenado sacerdote en 1536. Predicador de vocación, después de su conversión evangélica, alrededor de 1540, trabajó como notario e instructor particular. En 1547 fue condenado a las galeras por los franceses. Pasó un año y medio en ellas y después fue clérigo en Berwick y Newcastle-upon-Tyne. Cuando María Tudor ascendió al trono inglés en 1553, Knox partió a Ginebra como discípulo y colaborador de Calvino. Volvió definitivamente a su patria en 1559 para introducir la Reforma en medio de agresivas prédicas contra la reina María Estuardo. Redactó la Confesión Escocesa y, aunque no fue un teólogo notable, se consideró a sí mismo un instrumento de la voluntad divina. Considerado el padre del presbiterianismo, su oración legendaria: “Oh Señor, dame a Escocia o me muero”, lo pinta de cuerpo entero (Roger A. Mason y Georg Plasger).
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