Suele ocurrir que buen número de pastores y teólogos reconocidos, especialmente en la órbita evangélica, mantengan en reserva sus ejercicios poéticos. Hay muchos más poetas de lo que se piensa.
Suele ocurrir que buen número de pastores y teólogos reconocidos, especialmente en la órbita evangélica, mantengan en reserva sus ejercicios poéticos. Hay muchos más poetas de lo que se piensa. Algunos lo hacen por pudor, conscientes de que sus escritos no alcanzan el nivel de los poetas más notables. Otros prefieren mantenerlos en reserva, conscientes de la connotación peyorativa con la que generalmente se habla de la poesía.
Entiendo que Bonhoeffer encajaba en los dos grupos, aunque creía mejor situarse entre los primeros. Más fraternal y menos polémico con los hermanos de esta forma. Pero las décadas pasadas desde que se publicó ‘Resistencia y sumisión’ también demuestran el poco o nulo interés de los propios estudiosos cristianos por profundizar en el mensaje evangélico de su poesía.
Por ello es irónico que hasta un periodista norteamericano, William L. Shirer, destaque la condición de poeta de nuestro mártir, mientras que nosotros evitamos entrar en ese terreno. Y esto lo decía Shirer en su libro ‘Regreso a Berlín. 1945-1947’, publicado en Estados Unidos en 1948 y recientemente aparecido en España: “¡Hay tantas cosas que hubiera podido saber si hubiera permanecido aquí! El cuadro es tan negro… ¿No hay matices en él? ¿No podría yo encontrar algunos? ¿No existen, por ejemplo, ‘buenos alemanes’ sobre los que basar las esperanzas de uno?... Sí, aquí, en esta triste tierra, vivieron Kuckhoff, el poeta Bonhoeffer y otros que dieron la vida en nombre de la decencia humana”.
Conviene leer con atención sus poemas (los ya publicados en la entrega pasada y los que ahora tendrán para valorar), pues en ellos encontramos no sólo buena poesía, sino poesía fielmente impregnada de contenido bíblico, de invocación y de oración. La oración siempre es poesía, debemos tenerlo muy presente, y es la mejor forma de comunicarnos con Dios.
Los últimos cuatro versos de ‘Poderes bienhechores’, texto escrito hacia finales de 1944, bien debieran estar grabados en la memoria de todo cristiano. La poesía de Bonhoeffer es esencialmente teológica. En carta dirigida a sus padres el 15 de mayo de 1943, desde Tegel les comenta: “… Ahora me he puesto a leer la Biblia desde el principio y ya he llegado a Job, por quien siento especial predilección.
Como vengo haciendo desde hace años, leo también a diario el libro de los Salmos, que es el que mejor conozco y más me gusta…”. Inmenso poema dramático es el libro de Job. Y qué decir de los Salmos… El poeta-teólogo, en otra misiva a Bethge, de 2 de junio de 1944, le menciona otro de los libros poéticos de la Biblia: “... Sobre el Cantar de los Cantares ya te escribiré cuando estés en Italia. Quisiera leerlo realmente como un canto de amor terrenal. Sin duda, ésta es la mejor exégesis ‘cristológica’. Debo reflexionar de nuevo sobre Efesios 5…”.
El propio Bonhoeffer se encargó de manifestar aquello que más le llenaba durante su tiempo en prisión, como en la carta a Bethge, escrita en Tegel el 16 de julio de 1944: “Por lo demás, escribo en prosa y en verso hasta donde me alcanzan las fuerzas. Ya te habré contado que, al igual que hacía antes, tengo de nuevo occasion de trabajar por las noches. Para mí resulta muy importante y agradable. Y esto es todo cuanto puedo decirte de mi vida”.
PODERES BIENHECHORES
1. Fielmente rodeado de poderes bienhechores,
protegido y maravillosamente consolado,
quiero vivir este día con vosotros
y con vosotros entrar en un nuevo año.
2. El pasado aún quiere atormentar nuestros corazones,
aún nos oprime la pesada carga de malos días.
¡Señor! Confiere a nuestras aterrorizadas almas
la salvación que para nosotros tienes prevista.
3. Y si nos tiendes el pesado cáliz, el amargo cáliz
del dolor, lleno hasta rebosar,
lo tomaremos agradecidos y sin temblar
de tu bondadosa y querida mano.
4. Pero si una vez más quieres concedernos la alegría
del espectáculo de este mundo y del brillo de su sol,
recordaremos el pasado,
y nuestra vida será toda para ti.
5. Permite que hoy reluzcan con calor y paz los cirios
que Tú has traído a nuestra oscuridad;
y, si es posible, reúnenos de nuevo.
Nosotros sabemos que tu luz brilla en la noche.
6. Cuando el silencio profundo reine a nuestro alrededor,
concédenos escuchar el sonido lleno
del mundo, que invisible se expande en tomo nuestro,
en supremo canto de alabanza de todos tus hijos.
7. Maravillosamente protegidos por poderes bienhechores,
esperamos confiados lo que venga.
Dios está con nosotros mañana y noche,
y ciertamente en cada nuevo día.
Por si alguien todavía tenga alguna duda del contenido teológico de estos versos, aquí un fragmento de la carta escrita a Bethge dos días más tarde, el 18 de julio: “¿Se habrán perdido algunas cartas debido al bombardeo de Munich? ¿Recibiste la carta con las dos poesías? Salió precisamente aquella noche y contenía además algunos pensamientos preliminares sobre el tema teológico.
La poesía Cristianos y paganos contiene una idea que volverás a encontrar aquí: ‘Los cristianos están con Dios en su Pasión’. Esto es lo que distingue a los cristianos de los paganos. ‘¿No habéis sido capaces de velar conmigo una hora?’, pregunta Jesús en Getsemaní. Esto es lo diametralmente opuesto de todo aquello que la persona religiosa espera de Dios. El hombre está llamado a compartir los sufrimientos de Dios en un mundo sin Dios”.
CRISTIANOS Y PAGANOS
1
Los hombres se dirigen a Dios cuando se sienten necesitados,
imploran ayuda, piden felicidad y pan,
salvación de la enfermedad, de la culpa y de la muerte.
Todos hacen así, todos, cristianos y paganos.
2
Los hombres se dirigen a Dios cuando le sienten necesitado,
lo encuentran pobre y despreciado, sin abrigo y sin pan,
lo ven devorado por el pecado, la debilidad y la muerte.
Los cristianos están con Dios en su Pasión.
3
Dios se dirige a todos los hombres cuando se sienten necesitados,
sacia cuerpo y alma con su pan,
muere crucificado para cristianos y paganos
y perdona a unos y a otros.
(Fragmento del ensayo-antología que aparece en el último número de la revista ‘Sembradoras’, publicada en Salamanca.
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