Calvino, profeta de la era industrial, de André Biéler (III)

En el capítulo III de esta obra, “Un método racional de análisis de los hechos socio-económicos”, André Biéler profundiza en la necesidad de “examinar cómo reconstruyó Calvino la enseñanza ética de la Biblia al tener en cuenta el tiempo particular y de la civilización contemporánea de los autores de la revelación bíblica; y cómo se esforzó en conectar esta enseñanza con las nuevas circunstancias socio-económicas de su tiempo” (p. 43).

Para ello, escogió tres ejemplos bíblicos: la práctica de la poligamia en el pueblo de Israel, el divorcio y el préstamo con intereses. En los tres casos encuentra que Calvino aplicó una serie de criterios interpretativos que, bien situados en el marco de la revelación y la exigencia del momento, podían resultar útiles para llegar a conclusiones éticas válidas y, hasta cierto punto, universales.

Encontró que su método fue el siguiente: “…para comprender la ética bíblica, hay que situarla, primeramente, en su marco histórico. Luego, para comprender la sustancia eterna, hay que mirarla bajo la enseñanza de Cristo. Finalmente, para encontrar las posibilidades de aplicación práctica, hay que analizar las circunstancias nuevas del tiempo y del lugar donde se encuentra” (p. 44).

El pensamiento económico y social de Calvino

Sobre la poligamia, queda claro que esa práctica perniciosa “fue una corrupción del orden conyugal” que debía ser colocada bajo un escrutinio moral severo. En el caso del divorcio, también se trató de una adaptación debida a los impulsos humanos. Y acerca del préstamo, señala que es el ejemplo que mejor exhibe el método racional de análisis de los hechos socio-económicos propio de Calvino, y el que más controversial ha resultado, históricamente, para evaluar las enseñanzas del reformador.

Luego de una rápida mención de autores, Biéler enumera los pasos interpretativos dados por Calvino acerca de este tema: a) examina, primeramente, las palabras de Jesús al respecto y halla que sus palabras, sin prohibir expresamente la usura, “queriendo corregir la costumbre viciosa del mundo de prestar el dinero, nos manda prestar principalmente a aquellos quienes no pueden darnos ganancias”; b) después, aborda el Antiguo Testamento y encuentra que allí “las usuras no son para condenarlas, hoy en día, sino solo cuando contravienen a la equidad y la unión fraternal” (p. 49).

Finalmente, Biéler, siguiendo a Calvino se pregunta: “¿Una exégesis así es suficiente para pronunciarse sobre la práctica del préstamo con interés en las nuevas circunstancias del siglo XVI?”. Responde que no, y de inmediato pasa a explicar que el reformador encontró algunas analogías entre las épocas y que, a partir de ellas, es posible deducir algunos caminos de interpretación y aplicación.

Las palabras de Calvino son agudas: “El mandamiento del préstamo sin usura, […] …aunque sea político, depende sin embargo de la regla de caridad, porque con gran dificultad puede ser que los pobres se hayan agotado por las usuras, y [que] su sangre esté como agotada” (p. 50).

El análisis que le sigue es realista y mesurado: “El préstamo con intereses, hoy como ayer, vehicula siempre las mismas pasiones. Si las formas técnicas que él toma no son idénticas, sigue siendo un fenómeno central de la vida económica que condiciona muchas relaciones sociales esenciales. No se puede, además, aplicar de manera legalista la prohibición bíblica; cómo tampoco se puede liberarla de toda restricción.

El traductor Luis Vázquez Bonfil.

Y esto se aborda así porque, en última instancia, el método calviniano elaboró “una crítica detallada y pertinente de la argumentación tomista y aristotélica de la que se servía la escolástica para pronunciar sus prohibiciones canónicas de la usura y de la remuneración del crédito”. L visión católica, aparentemente, siempre puso en tela de juicio la validez de la usura, incluso la bien reglamentada.

Calvino se adelantó a su tiempo al percibir nítidamente que “el pago de intereses tiene una incidencia sobre el costo de la vida”. Además: “Dedujo que la fijación de la tasa de intereses no debía, en ningún caso, ser considerada como un simple asunto privado que no concernía jurídicamente sólo a las partes contratantes”. Y es que los pasos dados por el reformador fueron claros: “Calvino ha puesto en práctica un método dialéctico.

Sin cesar, pasó de la Biblia a la actualidad y de la actualidad a la Biblia; del examen del sentido histórico de la ética bíblica al análisis de las situaciones contemporáneas, y viceversa. Porque, para él, cada uno de estos movimientos sirve para informar al otro, es decir, que ellos se fecundan mutuamente. No se puede abordar la actualidad sin interrogar a la Biblia; pero, para interrogar a la Biblia, hay que saber de qué está hecha la actualidad exactamente” (p. 53, énfasis agregado).

En el capítulo IV se discute precisamente un método dialéctico para la acción, esto es, qué tipo de análisis bíblico y de examen lúcido de una situación son suficientes “para operar sobre la historia” (p. 55). Biéler retoma el ejemplo del préstamo con interés y le sigue la pista en la práctica de Calvino y de sus sucesores que “intentaron aplicar, día tras día, en la vida pública, este punto particular de la ética cristiana colectiva”, para lo cual reconstruye brevemente la historia económica de la ciudad del Lago Lemán y el manejo de esos asuntos por parte del gobierno de la época, ante la necesidad, tanto de otorgar créditos para animar los negocios de los mercaderes integrantes del mismo, como de la urgencia de ejercer un buen control para limitar los excesos.

El decreto de enero de 1538, primero en la materia, fijó la tasa de interés al 5%, muy baja para la época. Quince días después de esa decisión histórica, sobre la que Calvino no tuvo una influencia directa, junto con Farel fue expulsado de la ciudad, a la que volvería tres años más tarde.