Babosa marina

Esta pequeña babosa marina (Flabellina affinis), de tan sólo tres centímetros de longitud, que fotografié la pasada semana en aguas del litoral catalán, es en realidad un molusco nudibranquio. Este nombre significa que sus branquias están al desnudo y no protegidas por alguna concha o estructura, como ocurre en otros grupos. ¿Cómo logra un ser tan frágil y vistoso sobrevivir siquiera un segundo en un ambiente submarino repleto de depredadores voraces? Pues precisamente la llamativa coloración que exhibe constituye una alerta de su gran toxicidad para el resto de los animales. El potente veneno que posee ahuyenta a los posibles devoradores, por lo que carece de depredadores. No obstante, su supervivencia está muy condicionada por la temperatura del agua y las condiciones climatológicas.

Además son animales hermafroditas. Es decir, no se dividen en machos y hembras sino que cada individuo tiene la capacidad de recibir esperma para fecundar sus huevos y, a la vez, donar el suyo para fecundar a otros. Desde luego, la fertilización siempre es cruzada con el fin de evitar la autofecundación. Aparte de las evidentes implicaciones de belleza, inteligencia, adecuación, previsión y diseño que manifiesta el modo de vida de los nudibranquios, llama también la atención esta manera de reproducirse. El hermafroditismo es ideal para animales a los que les cuesta encontrar pareja, ya sea por las características de su hábitat, su baja población, su aislamiento o su lento desplazamiento. ¡Resulta fascinante comprobar la gran sabiduría con la que el Creador pensó todas las cosas!