Koeun Path tiene ahora 68 años. En un libro, cuenta como Dios le salvó del genocidio camboyano de los Jemeres Rojos.
En agosto de 1977, Koeun Path huye de los Jemeres Rojos a través la jungla camboyana intentando alcanzar la frontera tailandesa al norte del país. Su historia la acaba de publicar en un libro titulado Superviviente a pesar de mi (Rescapé malgré moi - BLF éditions, Francia), que coincide este año con los 40 años del inicio del terrible genocidio camboyano de Pol Pot.
Hasta aquí su aventura la había contado incansablemente tanto a amigos como a desconocidos, pero se decidió a ponerla sobre papel cuando un estudiante le animó: “Escríbelo en un libro”.
Actualmente Koeun Path tiene 68 años. Casado y con hijos, vive en Francia desde 1978. Su familia era jemer (etnia predominante en Camboya) de origen budista. Nace en 1948 y es el mayor de 11 hermanos. Tras estudiar fuera de casa, se convierte en profesor. Tiene 27 años cuando los Jemeres Rojos (organización guerrillera radical de inspiración maoísta), toman la capital Phnom Penh en Abril de 1975 tras varios años de guerra civil camboyana. El dictador Saloth Sar, conocido como Pol Pot (1925 – 1998), instala en todo el país un régimen de trabajos forzados y somete a la población al terror con detenciones, torturas y asesinatos masivos bajo una férrea persecución de los enemigos.
A partir de 1973, la vida feliz y despreocupada de Koeun Path no volverá a ser la misma tras el asesinato de su cuñado, haber tenido que ver la delgadez esquelética de sus sobrinos todavía bebés, el descubrimiento de enormes tumbas comunes y un largo etcétera.
Por temor a ser capturado por el nuevo régimen, junto a otros dos compañeros que no sobrevivirán, decide huir a la jungla prefiriendo morir en ella que hacerlo en las crueles manos de los tiranos. Entonces comienza su peligroso éxodo de 40 días a través el país, con el objetivo de alcanzar Tailandia, al norte, usando como única guía las estrellas y el sol, escondiéndose de vez en cuando de alguna patrulla. Koeun Path cuenta como una voz le habló en varias ocasiones para indicarle la dirección correcta o animarle a seguir adelante.
Cuando consigue alcanzar Tailandia, tras ser interrogado, es encarcelado. Durante los dos meses que duró su encarcelamiento, recibe la visita de Paula Doty, misionera norteamericana, que le visitará cada día durante los quince minutos permitidos. Además de traerle alguna comida, aprovechará para hablarle del amor de Dios. A pesar de su convicción budista, Koeun Path, en su condición de preso, no tiene más remedio que escuchar. Lo que le llamará especialmente la atención es cuando ella le dice que Dios habita en el corazón de cada creyente, contrariamente al budismo donde la divinidad es muy impersonal y la ayuda la consigues de ti mismo. Le impactará definitivamente la afirmación de que “¡Jesús está vivo!”. Paula fue el instrumento determinante para que Koeun Path conociera a Dios y pudiera abandonar el odio que había invadido su corazón y cuerpo hacía los Jemeres Rojos. En abril de 1978 viajará definitivamente a Francia para quedarse.
“Yo no fui al encuentro de Dios –relata en el libro–, sino que fue Él quien vino a mí. En mi desesperación y mi situación imposible, me encontró. Sin sombra de duda, soy un superviviente a pesar de mí”.
Contrariamente a lo que podríamos pensar, no son los Jemeres Rojos y sus atrocidades el centro de esta historia real, sino el poder que se encuentra en el amor de Dios, quien nos ofrece el perdón y nos enseña como perdonar nosotros también a nuestros verdugos para realmente ser libres. Koeun Path, que antaño confiaba en las leyes del karma, descubrió el regalo inmerecido de la vida eterna: Jesús habiendo tomado sobre sí mismo la condena que merecíamos todos por nuestros pecados y que ahora nos permite vivir en Él.
Este libro es también una interesante comparación entre los fundamentos del budismo, en los cuales el escritor creía firmemente mientras huía, y las Buenas Nuevas transmitidas por Cristo.
Actualmente Koeun Path es pastor de una iglesia evangélica en la ciudad de Mulhouse en Alsacia (Francia). El gobierno francés le acordó la condición de asilo político y en 1990 pudo volver a Camboya para visitar a sus familiares quienes le daban por muerto. Desde entonces regresa con cierta regularidad, pues no olvida como esa voz le dijo en una ocasión de no olvidarse de Camboya.
Según datos oficiales, los Jemeres Rojos habrían asesinados entre dos y tres millones de personas durante los cuatro años que se mantuvieron al poder, además del medio millón de muertos que provocó la guerra civil iniciada en 1970.
En el corazón de Koeun Path solo existe un deseo: compartir Jesucristo al pueblo camboyano… su propio pueblo.
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