El padre pródigo

Este mes de Abril llega a nuestras pantallas el debut tras las cámaras del reconocido actor Russel Crowe. Film indudablemente plagado de buenas intenciones, pero de resultado muy irregular. La sombra del director que más ha contribuido a popularizar al actor australiano es demasiado alargada. Y es que Crowe se muestra decidido desde las primeras imágenes a emular el estilo de Ridley Scott y en concreto de “Gladiator” y “Un buen año”, películas que juntos les dio muy buen resultado. Si por algo es alagado el director británico, es por el sumo cuidado que pone en la superficie de sus trabajos, una estética que no tiene que ser necesariamente coherente con lo que está contando (salvo excepciones como las magistrales “Los Duelistas”, “Alien, el octavo pasajero” y Blade Runner”, del resto de su obra tan solo puedo aplaudir retazos).

Pero si el cine de Scott suele ser entretenido porque maneja con habilidad los ingredientes narrativos del relato, “El maestro del agua” es moroso sin justificación con el espectador, es todo él un lugar común (aunque trate una historia concreta que no se nos ha contado antes), un film sin alma. Viéndolo me preguntaba que hubiera hecho con un guión así un director que también trabajó con Crowe en la que considero la mejor película que ha protagonizado: “Master ando Commander”, de Peter Weir.

El argumento, basado en hechos reales, es la búsqueda de los cuerpos de tres de sus hijos, por parte de un padre que permitió que se alistaran en el ejército para combatir en tierras Turcas. Nos situamos a finales de 1919. Parte desde Australia y su ánimo será motivado en todo momento al ser una promesa que hizo a su mujer, él mismo.

La necesidad de ir hasta el lugar donde los tuyos han perdido la vida. Escribo este texto pocos días después de la tragedia del avión que se ha estrellado en los Alpes, escuchando y viendo en las noticias cómo los familiares de los fallecidos se organizan para ir al lugar de los hechos y como las autoridades francesas lo están facilitando. Los expertos comentan, que cada reacción es diferente, pero que para muchos el acudir donde ha ocurrido todo es la única manera de aceptar el presente y no vivir a partir de ese momento anclado a un recuerdo. Uno de los contertulios, en uno de los programas con cobertura en la zona del siniestro, el Dr. Cabrera, ha manifestado que echa de menos respuestas “religiosas”, porque son las únicas que pueden traer consuelo a los afectados. La necesidad de una esperanza.

“Usted se olvidó de Dios” le dice un cura al protagonista y éste responde: “Sí, y usted y Dios me pueden castigar por eso”. Pero Dios nunca busca venganza, sino todo lo contrario, es amor y no cambia, se ofrece tanto al que permanece a su lado, como al que le da la espalda y se aparta. Sí hay respuesta que consuela aún en la mayor de las tragedias, pero ésta no es religiosa, porque Dios no se encarnó en Jesús para instaurar una religión, sino para restaurar una relación con el Creador que nos dará paz, libertad y vida, sean cuales sean nuestras circunstancias.

Quiero destacar de éste primer film dirigido por Russel Crowe que no haya buenos y malos, y las dudas que sabe plantear debido al choque cultural. La imposibilidad humana de saber por sí mismo qué es lo correcto. Muy floja, por momentos llevadera, y salpicada de disculpas que pronuncia el protagonista. Las acepto, Mr. Crowe, acepto sus disculpas.

Trailer.